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OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

Reformas sin providencias

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Con todos los respetos, cuando en 2006 en el Diálogo de Alto Nivel sobre la Migración internacional y el Desarrollo celebrado por las Naciones Unidas, el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez (RIP), aludía al nombre del fármaco denominado comúnmente Viagra, como elemento solucionador de la impotencia política que envolvía el ambiente de una gran mayoría de gobiernos y representantes en muchos países del globo, no iba mal encaminado pues, apenas transcurrido poco más de un año, la crisis política recubría buena parte de las economías del mundo dejándolas en estado crítico.

Una situación que fue avanzando por el viejo continente y que acabo por asentarse del mismo modo en España creando una crisis política generalizada, convirtiéndose en una de las principales causas de malestar ciudadano; sin duda, cuando en nuestro país se habla de prácticas o financiaciones ilegales, fraude o corrupción, a la cabeza de los ciudadanos viene de inmediato la palabra político. Nada buena es la perspectiva que se vislumbra en un futuro próximo -2013-, como inconveniente parece la imagen que desde hace más de un año, exhibe el PP en el Gobierno con su mayoría; más bien, lo correcto por el Sr. Rajoy y sus ministros, sería mantenerse ligeramente precavidos en sus declaraciones y aplausos con los que manifiestan más su ineficacia que los logros conseguidos a la sociedad que representan.

¿Éxitos y parabienes para los ciudadanos españoles? ¿Todo sea por el bien del contribuyente? El Consejo Europeo se encargará de recordarle al partido popular cuales deben ser sus prioridades y estas pasan de manera inequívoca, por seguir sacando lustre al bolsillo del ciudadano. El Presidente, en sus escasas apariciones públicas, muestra el lado oscuro y a la vez extraño de su política, con la confianza de los ciudadanos perdida con el tiempo ?año y medio-; incluso antes de la aparición de su innombrable Bárcenas a escena, el Sr. Rajoy manejaba instrumentos a los que la sociedad era ajena, con las palabras precisas y explicaciones mediocres.

La obviedad en lo precario de las palabras del máximo dirigente político de nuestro país y el resto de su Ejecutivo, se demuestra a diario en lo ambiguo de las comparecencias, amputadas en el tiempo y en las formas. Una muestra evidente, la ministra de Sanidad, Ana Mato, con un discurso elaborado a conciencia que no dejaba margen a pregunta alguna por parte de unos periodistas indignados que la dejaron ?bien hecho- con la palabra puesta. Debe ser cosa del poder eso de las piras por desaparecer de la imagen pública con una rápida alusión a los hechos y un diálogo ?preguntas- inexistente. Aludiendo al refranero popular de “en boca cerrada?”, los señores ministros están bien aleccionados por su Presidente, a costa de dejar el pabellón por los suelos, la transparencia difusa y a más de un 85% de los ciudadanos incrédulos con su actuación; dosis de deslealtad de la clase política que gobierna el país que poco a poco se asemeja a un autoritarismo alarmante.

Nada se creen los españoles a estas alturas de legislatura ?ya era visible en pocos meses- de lo que los dirigentes populares ?con su presidente en primera línea- profetizan, pero sin duda alguna, tampoco hay desperdicio en sus respuestas; el Sr. Montoro, ministro de Hacienda, se vanagloria de un déficit victorioso (6,7% del PIB) todavía presumible de mejora, cuando las cifras tras la ayuda a la banca -que pararemos durante décadas- lo sitúan en un 10%. Unas afirmaciones que no tienen en cuenta las más que presumibles recomendaciones del Consejo Europeo (CE), en rascar los escasos recursos de los españoles con nuevas medidas, de las que la jubilación figura en el punto de mira señalada como filón a las arcas del Estado para recogerlo en las suyas como pago al rescate bancario.

El caudal reformista y la escalada de leyes son el argumento utilizado por el Gobierno de España para reestructurar nuestra economía, a costa de perder prestaciones sociales y derechos constitucionales ?educación, sanidad, vivienda- esencial para el discurrir de la sociedad con un equilibrio aceptable y es que a diario, irrumpe en un desolador escenario el drama social. Por mucho que el ministro de Economía Luis de Guindos, pronostique para las arcas del Estado la devolución por Bankia del dinero prestado, la realidad es diferente para el máximo órgano europeo (CE) ¿Cómo y cuándo? Es fácil acertar que con más ajustes, el tiempo lo marcará Bruselas.

Situados en el meridiano del quinquenio ?no laboral desgraciadamente- 2010-2015, habrá que esperar acontecimientos nada amables y menos aún solidarios con las necesidades urgentes de la población española.

Con todos los respetos, cuando en 2006 en el Diálogo de Alto Nivel sobre la Migración internacional y el Desarrollo celebrado por las Naciones Unidas, el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez (RIP), aludía al nombre del fármaco denominado comúnmente Viagra, como elemento solucionador de la impotencia política que envolvía el ambiente de una gran mayoría de gobiernos y representantes en muchos países del globo, no iba mal encaminado pues, apenas transcurrido poco más de un año, la crisis política recubría buena parte de las economías del mundo dejándolas en estado crítico.

Una situación que fue avanzando por el viejo continente y que acabo por asentarse del mismo modo en España creando una crisis política generalizada, convirtiéndose en una de las principales causas de malestar ciudadano; sin duda, cuando en nuestro país se habla de prácticas o financiaciones ilegales, fraude o corrupción, a la cabeza de los ciudadanos viene de inmediato la palabra político. Nada buena es la perspectiva que se vislumbra en un futuro próximo -2013-, como inconveniente parece la imagen que desde hace más de un año, exhibe el PP en el Gobierno con su mayoría; más bien, lo correcto por el Sr. Rajoy y sus ministros, sería mantenerse ligeramente precavidos en sus declaraciones y aplausos con los que manifiestan más su ineficacia que los logros conseguidos a la sociedad que representan.