Espacio de opinión de Canarias Ahora
Los Reyes Magos son los padres (lo dice la Ciencia)
Según el famoso economista T. Piketty, la estructura social en los próximos años vendrá marcada por el surgimiento de lo que denomina una “clase media patrimonial”. Partiendo de que la posición en la estructura social depende no sólo de la posición que se ocupa en el mercado de trabajo, sino también de la posesión (o no) de capital, y de que en las condiciones actuales parece razonable pensar que muchos de quienes poseen hoy en día capital conseguirán mantenerlo o incluso incrementarlo, y en el futuro transmitirlo a los hijos, para los jóvenes que hoy en día inician sus estudios universitarios la vida que vivirán dentro de 20, 30 o 40 años dependerá en buena medida de quiénes sean sus padres y abuelos. Si heredan un piso o una casa en una zona céntrica puede que acaben viviendo en una buena zona. Si heredan un piso, apartamento o bungalow que puedan alquilar, puede que en unos años obtengan unas rentas que complementen su sueldo, incluso que puedan vivir de ellas. Pero, dado lo que cuestan muchas casas, y lo que se gana en muchos trabajos, parece que cada vez será más difícil que quienes se crían en los barrios más pobres acaben viviendo en los más ricos.
Sin embargo, cuando en un examen he preguntado al alumnado de una asignatura de Sociología para las finanzas qué plantea Piketty, muchos me han contestado: “Que en los próximos años el origen social de los progenitores es algo que apenas influirá en el lugar que se acabe ocupando en la estructura social”. Aunque esté en la universidad buena parte de mi alumnado sigue creyendo en los Reyes Magos. Y piensa que si se portan bien obtendrán muchas recompensas, y que quienes no reciben tantas es porque algo malo habrán hecho. Claro que, como en realidad los Reyes son los padres, y como en muchas ocasiones recibieron regalos pese a haberse portado mal, han crecido pensando que estaba bien lo que en realidad está mal: si hubieran hecho caso al profesor y hubieran leído, o hubieran buscado algo de información en Internet, habrían visto que, en la actualidad, la práctica totalidad de los estudios científicos existentes sugieren que, en casi todos los países, y desde luego en España, la movilidad social intergeneracional ha disminuido, o en el mejor de los casos, se ha estancado.
Tal y como señalan los expertos en la materia la manera en que se han desarrollado las tecnologías en los últimos años genera problemas de atención. Antes quienes íbamos a la universidad teníamos 24 horas al día para dormir, leer, estudiar, hacer deporte, ir a la cafetería y también, por supuesto, ir de fiesta e intentar ligar. Si te habías ido a estudiar fuera quizá dedicaras al teléfono una hora a la semana, si llamabas a casa dos veces media hora, por ejemplo. Hoy en día, cuando todos pasamos todo el día conectados a la tecnología, pensamos que somos multitarea, que somos capaces de atender a lo que dice un profesor mientras wasapeamos para organizar una fiesta o hacemos match en Tinder. Pero la multitarea no es el modo de aprendizaje de los nativos digitales: es un mito. Lo que acaba generando la tecnología son filtros burbujas en que cada quien recibe la información que concuerda con su visión del mundo: respondiendo a otra pregunta buena parte del alumnado decía que es falso que para las teorías neoclásicas el paro sea consecuencia de rigideces que genera la intervención estatal. Aclaremos: puede que no sea cierto que el paro sea consecuencia de la intervención estatal, pero sí es cierto que eso es lo que plantean las teorías neoclásicas. Puede que se acabe descubriendo que las teorías de Piketty eran falsas, pero es cierto que la teoría de Piketty plantea el surgimiento de una clase media patrimonial. Al parecer, se ha generalizado un estilo de pensamiento simplón, dogmático e ideológico que, pretendiendo escudarse en la Ciencia, intenta zanjar muchas cuestiones complejas con la idea de “es así, está científicamente comprobado”, y no parece haber entendido que la ciencia se basa en el principio de falsabilidad, y que, en el mejor de los casos, lo más que se puede decir sobre una cuestión es: “esta teoría parece que explica por qué las cosas son así y de momento no se ha demostrado que sea falsa”.
¿Es la preparación profesional la única y principal función de la universidad? Aunque buena parte de mi alumnado contestó que sí a esta pregunta, lo cierto es que no, de acuerdo con la legislación vigente. Quien no esté de acuerdo que vote para cambiar la ley, pero según ésta la universidad, además de producir las cualificaciones que demanda el mercado de trabajo, ha de contribuir al desarrollo del conocimiento y a formar ciudadanos. Ojalá mi alumnado entienda que las normas fiscales y contables son una radiografía de los valores de la sociedad, no cuestiones meramente técnicas. Y que comprendan que, dentro de 20 años, al financiar unos proyectos u otros, al apoyar unos impuestos u otros, no sólo se estarán ganando un sueldo, sino también contribuyendo a que el mundo tome un rumbo u otro, a que ese sueldo tenga un valor u otro. Las estadísticas señalan que, al año, casi 30.000 personas obtienen en España un título universitario en las áreas de Economía, Empresa y Finanzas. Son demasiados si tan sólo sirven para hacer un trabajo de manera mecánica, y no son capaces de reflexionar sobre las consecuencias de su trabajo en el mundo en que han de vivir. En un mercado de trabajo segmentado como el actual, ésa puede ser una de las principales aportaciones de los universitarios: una buena capacidad para el razonamiento abstracto que permita entender, entre otras cosas, que, aunque en una sociedad que se cree meritocrática parece que si tienes menos es porque te has portado peor, hay quien aunque se porte muy bien no conseguirá tanto.
Según el famoso economista T. Piketty, la estructura social en los próximos años vendrá marcada por el surgimiento de lo que denomina una “clase media patrimonial”. Partiendo de que la posición en la estructura social depende no sólo de la posición que se ocupa en el mercado de trabajo, sino también de la posesión (o no) de capital, y de que en las condiciones actuales parece razonable pensar que muchos de quienes poseen hoy en día capital conseguirán mantenerlo o incluso incrementarlo, y en el futuro transmitirlo a los hijos, para los jóvenes que hoy en día inician sus estudios universitarios la vida que vivirán dentro de 20, 30 o 40 años dependerá en buena medida de quiénes sean sus padres y abuelos. Si heredan un piso o una casa en una zona céntrica puede que acaben viviendo en una buena zona. Si heredan un piso, apartamento o bungalow que puedan alquilar, puede que en unos años obtengan unas rentas que complementen su sueldo, incluso que puedan vivir de ellas. Pero, dado lo que cuestan muchas casas, y lo que se gana en muchos trabajos, parece que cada vez será más difícil que quienes se crían en los barrios más pobres acaben viviendo en los más ricos.
Sin embargo, cuando en un examen he preguntado al alumnado de una asignatura de Sociología para las finanzas qué plantea Piketty, muchos me han contestado: “Que en los próximos años el origen social de los progenitores es algo que apenas influirá en el lugar que se acabe ocupando en la estructura social”. Aunque esté en la universidad buena parte de mi alumnado sigue creyendo en los Reyes Magos. Y piensa que si se portan bien obtendrán muchas recompensas, y que quienes no reciben tantas es porque algo malo habrán hecho. Claro que, como en realidad los Reyes son los padres, y como en muchas ocasiones recibieron regalos pese a haberse portado mal, han crecido pensando que estaba bien lo que en realidad está mal: si hubieran hecho caso al profesor y hubieran leído, o hubieran buscado algo de información en Internet, habrían visto que, en la actualidad, la práctica totalidad de los estudios científicos existentes sugieren que, en casi todos los países, y desde luego en España, la movilidad social intergeneracional ha disminuido, o en el mejor de los casos, se ha estancado.