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El salmón, besugo canariensis

Carlos Juma / Carlos Juma

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El chofer se dirigió al pedazo de negro de dos metros de alto por uno de manga, y le soltó:

-¡Chacho, negro!

-¿Que dijo usted?, ¿me ha llamado negro?

-Claro, contestó nuestro hombre, ¿y como quieres que te llame, gris marengo?

(Modificado de los Cuentos de Pancho Guerra).

A las cosas hay que denominarlas, tal y como marca el Génesis, por su nombre según se desprende de éste acontecer, y el salmón fue llamado salmón. No obstante a este salmón nos permitimos la licencia de mencionarlo como besugo canariensis, espléndida variedad engendrada en aguas fiórdicas y criado en una piscifactoría cercana a las aguas donde la vaca mete la pata, dada la necedad y torpeza con que se maneja este animalito.

Y es que hay lindezas zoológicas en estas ínsulas, que se empeñan en decir gris marengo cuando es negro, atreviéndose a exhortarnos, a nosotros propiamente, que el miedo se inventó para la gente de bien, que las imputaciones y denuncias falsas e injustas son muy divertidas y que cuando se querellan contra un besugo canariensis éste salta de alegría. Apaga la luz, Mariluz, y vámonos. Este espécimen es de escaso valor ecológico puesto que demostrado está que, como las moscas, por donde va la caga. Y su derrama fecal no sirve ni de abono.

El besugo canariensis es animal que, carente de conexión interhemisférica cerebral, expresa simultáneamente dos frases contradictorias,- en una rara variedad idiomática telingliz- dado que cada hemisferio piensa por si mismo y no cruza información con el otro. Y así, este salmón no sufre; se alegra de enfrentarse con el oso y entiende que podrá derribar al descomunal plantígrado de una mordida en el cogote simultaneando su alegría con el triste grito de la hiena.

Sin embargo, a nosotros, pecadores de las Canarias, mortales de adaptada conducta ética, nos duelen las gónadas, absortos en este penoso espectáculo de alegrías psicóticas, propias de un estado maníaco con que nos deleita este besugo, cuyo sinónimo de necio y torpe, obvio repetir.

¿Cómo se puede ofender la inteligencia de los canarios expresando su gravísima tristeza por ser salmón dolorido y simultáneamente mostrar una exultante alegría patológica como besugo canariensis? “Consiale, esto es la fin del mundo”, dijo doña Cristina. El negro es negro y no es gris marengo.

Habrá un acto de conciliación pronto y hasta el SUP está dispuesto a pasar por alto todo el tinglado si el salmón (besugo canariensis) pide disculpas. La soberbia no pide perdón pero si le jode que lo perdonen; así que ya lo saben.

Visto lo visto, ahora sí que creo que el negro es gris marengo y los canarios unos desposeídos de la Justicia y de una organización llamada a vigilar que no agredan con el más falaz órgano que aún se sigue usando para hablar, entre otras funciones. Queda claro que en nuestra España, el legal es el que se lleva todos los palos, crisis incluida, y el ilegal no es tangencialmente tocado porque, para que vamos a perseguir a quién corre más que una liebre jarta de coca. Dejémosle que haga y que diga lo que le salga de su insolencia. Guarden silencio y ríanle la gracia los sumisos.

Espero que todavía haya gente por aquí que frenen este descarrilamiento conductual, desde cualquier noble estrado a la pisoteada acera de nuestras ciudades. Treinta años no es nada en la historia de un pueblo. Aún se acojonan y tienden la mano al mandamás no sea que te perjudique. Hemos cambiado el sistema pero la gente, como la vida, sigue igual. De pena. Cambiemos pues todos los muebles para dejarlos donde estaban. No hacía falta tanta alforja para este penoso viaje.

El negro es decididamente gris marengo y los salmones, besugos canariensis.

Carlos Juma

El chofer se dirigió al pedazo de negro de dos metros de alto por uno de manga, y le soltó:

-¡Chacho, negro!