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Las ''sólidas convicciones'' de Aznar y Sarah Palin

La fascinación que suscita en Aznar el vocablo Bush es extraordinaria. Le llenó de elogios al aún presidente de EEUU, hace unos días, en la edición española de la revista Fair Vanity. “Será recordado por la Historia como el gran estadista que es”, dijo. Y añadió ?quizá pensando además en sí mismo- que ahora está viviendo “la hora de la ingratitud”.

Ni premio de consolación

Sin embargo, su amigo americano ha dado muestras palpables -en estos días de despedidas- de que ha perdido en cierto modo su afecto. Se le ocurrió al Emperador premiar a sus mejores aliados internacionales. Galardonó, entre otros, a Tony Blair y al ex presidente de Gobierno de Australia, John Howard. No consta que en el discurso protocolario, Bush lo nombrara al menos como una especie de premio de consolación.

¿Exotismo histórico?

En cambio, cumpliendo con sus deberes de amistad y gratitud, Aznar no olvidó su repulsión pública hacia Barack Obama. Lo definió en la revista mencionada como “un exotismo histórico y un previsible desastre económico”. Sus palabras reflejan su arrogancia exenta siquiera de la más mínima prudencia. ¿Exotismo histórico, Obama? Más bien cabría subrayar que su victoria representa una importantísima aportación histórica a la convivencia civilizada entre blancos y negros.

La Reina Sofía

La Reina Sofía lo dice claramente ?pocos días antes de las elecciones norteamericanas- en el polémico libro de Pilar Urbano: “Yo (?) me siento muy satisfecha por la posibilidad de que un negro pueda llegar tan alto. Sobre todo, me resulta fantástico que la sociedad americana haya cambiado y evolucionado tanto como para poner la Casa Blanca en unas manos negras. ¡Es formidable! ¡Es una pasada!”

Sin alteza de miras

Pero no se le conoce apenas a Aznar algún gesto de magnanimidad o de alteza de miras. ¿Cómo puede adjudicarle, a Obama, “un previsible desastre económico”, cuando el monumental descalabro económico ?que ha contaminado el resto de los países desarrollados- se ha producido durante la presidencia de Bush y cuando todavía el candidato vencedor no ha tomado posesión de su cargo?

Sarah Palin

En cambio, Aznar arropó a Sarah Palin, que es mucho más neocon que el pragmático McCain. Afirmó acerca de ella que puede tener un buen futuro político ya que posee “sólidas convicciones”. O sea, el guión exacto del PP, un partido cuyos miembros se jactan siempre de sus principios y sus “sólidas convicciones”. Lo que significa en la práctica intransigencia e intolerancia. Y, por descontado una notable dosis de hipocresía. ¿O no fue Aznar quién se inventó aquel viaje al centro, al que jamás el PP llegó? ¿O no fue Aznar el que citaba elogiosamente a Azaña y homenajeaba a García Lorca? ¿O no iba con su mujer, Ana Botella, y el matrimonio Arafat a la misa de Noche Buena?

Obama y Gaza

En cuanto a Obama, su silencio sobre Gaza ha provocado no poco desánimo y bastante desencanto entre millones y millones de personas que le votaron y otros que le hubiéramos querido votar. En su reciente y escueto mensaje aseguró, sin embargo, que una vez en la Casa Blanca se involucraría a fondo hasta lograr acuerdos aceptables que lleven la paz a esa zona. Si eso lo cumple, Obama seguirá teniendo crédito muy abundante. Pero si se pliega a los lobbys judíos y a la derecha extrema americana e israelí, Obama habrá defraudado al mundo. Y antes o después el perdedor será él.

*Enric Sopena es director de El Plural

Enric Sopena*

La fascinación que suscita en Aznar el vocablo Bush es extraordinaria. Le llenó de elogios al aún presidente de EEUU, hace unos días, en la edición española de la revista Fair Vanity. “Será recordado por la Historia como el gran estadista que es”, dijo. Y añadió ?quizá pensando además en sí mismo- que ahora está viviendo “la hora de la ingratitud”.

Ni premio de consolación