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Tontos o comprados por Jose Rodríguez Colomer

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Llama la atención que desde que se destapó el caso Bankia, la descomunal estafa que arrastra a la Caja de Canarias (antes Caja Insular de Canarias), ningún sindicato con representación en la entidad haya abierto la boca. Y no podían pues se las habían sellado, y bien sellado, mediante jugosos cheques, prebendas en viajes pagados por la entidad, locales y uso de medios tecnológicos. En el paquete de compra de silencio entraban 10 asesores (2 asesores por sección sindical) para cada sindicato y un banco de horas de liberados que daría envidia a cualquier trabajador de a pie.

Un total de más de 350.000? en dinero contante y sonante, desde el 2012 hasta el 2014, a repartir entre los firmantes del acuerdo, más 3.000? por sentarse a firmar y se suman las mencionadas horas, viajes, medios y locales. Un acuerdo por el que la directiva encabezada por la rata Rato compraba no sólo la paz social en Bankia sino además, se aseguraba el silencio cómplice de los sindicatos en el desfalco. Mientras les soltaba pasta a los supuestos representantes de los trabajadores, el dinero de los impositores desaparecía y la propia Caja de Canarias perdía su patrimonio. Poniéndose en peligro cientos de puestos de trabajo.

Y no pueden alegar, estos sindicatos, que ignoraban lo que pasaba. Ya se sabe la opinión desfavorable a todos los acuerdos, cuenta de resultados y políticas financieras que había manifestado por escrito y palabra el organismo controlador de la Caja. Y además, en el acuerdo firmado aparece que Bankia entregaría a cada sindicato un Informe Económico Trimestral. Dicho informe es el que deberían haber estudiado los diez asesores de cada Sindicato para descubrir si las cosas en Bankia se hacían conforme al beneficio de los cientos de miles de pequeños ahorradores, trabajadores, jubilados, etc. que confiaban su dinero a las Cajas de Ahorro de Bankia.

Pero ninguno de los sindicatos, con diez asesores insisto, alertó de la situación de Bankia. Ninguno de esos asesores estudió los informes ni investigó. Todo el mundo sindical, desde los delegados a esos asesores saltó sobre la pasta y las horas libres para vivir sin trabajar como si rentistas del capital se tratara.

Y eso era. Rentistas del capital dispuestos a traicionar a sus representados, a los pequeños impositores y hasta a su madre con tal de trincar la pasta. Aunque para ello hubiera que callar.

Callar ante el expolio, la estafa, el engaño.

Como resultado de este silencio no solo se ha producido la bancarrota (bankiarato) de Bankia sino que en Canarias han perdido miles de millones de euros traspasados desde las Islas a Madrid, agudizando la descapitalización del archipiélago. Aumentando, por tanto, su dependencia del capital especulativo exterior.

Que hubiesen firmado sindicatos como UGT, CCOO, CICSA o ACPA/ACCAM no llamaría la atención. Desde hace tiempo son más aparato que organización de lucha. Pero que firmen sindicatos de supuesta tradición combativa desgarra las meninges a cualquiera.

No se entiende que delegados sindicales con formación, como la de los trabajadores de los bancos, que delegados sindicales que sacan pecho atacando el capitalismo o reivindicando la nación canaria, no sólo firmen tan vergonzoso acuerdo, contrario al sindicalismo de clase, supeditado al capital, sino que además, teniendo los medios y los documentos, no alertaran o cerraran los ojos ante el latrocinio que se estaba fraguando. Ninguno avisó de la engañifa de las preferentes, de la descapitalización de la Caja, de la loca política de créditos. No sólo callaron ni estudiaron los famosos informes trimestrales, sino que ignoraron las advertencias del controlador. Y podían actuar. Tenían la información y la representación en los consejos de administración y en las asambleas de impositores. Tenían 10 asesores cada sindicato.

Su responsabilidad va más allá de la firma del acuerdo, dinero por paz social, sino que alcanza el dolo. Cerraron los ojos, miraron para otro lado. Mientras, Rato y sus cómplices (canarios alguno de ellos) iban fraguando la tragedia. Pusieron la mano, trincaron la pasta y callaron.

Olvidaron la canción que dice que la vida no vale nada si no es para perecer porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama. Olvidaron su responsabilidad como representantes de los trabajadores. Olvidaron su responsabilidad en la lucha contra el capital. Vendieron sus principios.

Más temprano que tarde tendrán que responder.

La lucha actual no es solo contra los recortes ni los ajustes ni las privatizaciones. La lucha actual también es contra los enchufados, los vendidos, los especuladores, los corruptos. Es contra el propio sistema neoliberal. Es por el futuro de nuestros hijos y, no lo olvidemos, por nuestro propio presente. Y ni en este presente ni ese futuro pueden estar individuos ni organizaciones como las que han firmado y callado en Bankia.

Los propios trabajadores terminarán pidiéndoles cuenta. El sindicalismo independiente, de clase, honesto y comprometido en la defensa de los derechos de los trabajadores terminará por imponerse.

Ellos lo sabían. No lo olvidemos. Callaron cuando vieron la celada que contra otro se preparaba.

Y si lo ignoraron fue peor. Porque son tontos útiles que no merecen respeto ni representar a los trabajadores.

*Delegado del Comité de Empresa del SCS

Jose Rodríguez Colomer*

Llama la atención que desde que se destapó el caso Bankia, la descomunal estafa que arrastra a la Caja de Canarias (antes Caja Insular de Canarias), ningún sindicato con representación en la entidad haya abierto la boca. Y no podían pues se las habían sellado, y bien sellado, mediante jugosos cheques, prebendas en viajes pagados por la entidad, locales y uso de medios tecnológicos. En el paquete de compra de silencio entraban 10 asesores (2 asesores por sección sindical) para cada sindicato y un banco de horas de liberados que daría envidia a cualquier trabajador de a pie.

Un total de más de 350.000? en dinero contante y sonante, desde el 2012 hasta el 2014, a repartir entre los firmantes del acuerdo, más 3.000? por sentarse a firmar y se suman las mencionadas horas, viajes, medios y locales. Un acuerdo por el que la directiva encabezada por la rata Rato compraba no sólo la paz social en Bankia sino además, se aseguraba el silencio cómplice de los sindicatos en el desfalco. Mientras les soltaba pasta a los supuestos representantes de los trabajadores, el dinero de los impositores desaparecía y la propia Caja de Canarias perdía su patrimonio. Poniéndose en peligro cientos de puestos de trabajo.