Espacio de opinión de Canarias Ahora
Sin tren, la isla se frena
En las vísperas del pleno del Cabildo Insular de Tenerife se habían agitado las aguas de su estabilidad con el anuncio de un voto negativo de la representación de Sí Podemos Canarias a la iniciativa presentada por el vicepresidente primero y consejero y consejero del área de Carreteras, Movilidad, Innovación y Cultura, Enrique Arriaga (Ciudadanos), orientada al impulso del proyecto poner en funcionamiento un tren al sur de la isla. La envergadura de la actuación aconseja consenso de la corporación insular: no lo había: el vicepresidente Arriaga optó por retirar la moción.
En el Cabildo, Sí Podemos Canarias no forma parte del Gobierno pero apoya el pacto entre PSOE y Ciudadanos. De haber prosperado la moción, hecho posible teniendo en cuenta que los grupos de Coalición Canaria y Partido Popular sí respaldaban la moción, el pacto político hubiera quebrado. La solución, para evitar que la agitación derivara en tormenta de muy incierto acabado, consistió en que Enrique Arriaga retirase la moción.
Dicho a grandes rasgos, llevar un tren al sur desde la capital se supone que es para disponer de una infraestructura de transportes que aliviaría (en teoría, considerablemente) los problemas de movilidad y desplazamiento hacia una zona de potencialidad turística y economía productiva indudable. Las actuales carreteras están padeciendo con frecuencia las consecuencias de una saturación: pese a las mejoras introducidas en la TF-1 (Autopista del Sur), son insuficientes para absorber el parque automovilístico, que sigue creciendo.
Pero Sí Podemos Canarias lo interpreta de otra manera. Su consejera, María José Belda, entiende que se trata de un macroproyecto ultradesarrollista “que implica destruir nuestro frágil territorio, con kilómetros de expropiaciones, obras y molestias durante años, sin apostar previamente por mejorar el servicio de guaguas y otras medidas no invasivas”. Dar luz verde a la actuación significaría para Sí Podemos Canarias traspasar una de las líneas rojas del acuerdo alcanzado para que prosperase la moción de censura de principios del mandato, tras la que Pedro Martín –el PSOE apoya la iniciativa- accedió a la presidencia de la institución.
Independientemente de la coyuntura política y de saber que los partidos políticos coincidirán en sus programas de las próximas elecciones –ya veremos cómo se las compone Sí Podemos Canarias- con este proyecto, preparémonos para seguir soportando los atascos en las carreteras sureñas. Por ellas hay que transitar para llegar a un aeropuerto internacional de notorios registros turísticos, a un puerto industrial y a otras instalaciones de vital funcionamiento para el desarrollo de sectores productivos y de servicios.
Sin tren al sur, la isla se frena o atasca, aunque cabe dudar de si el momento es el adecuado para priorizarlo. El problema es que cuanto más tiempo pase, peor: dada la envergadura y toda la tramitación que se requiera, la inversión crecerá… y crecerá.
Y en el norte, que también padece la insuficiencia de las infraestructuras y los atascos de tráfico por la mañana y por la tarde, ya conocen el antecedente.
Dicen que una de las diferencias entre Gran Canaria y Tenerife es que para estas cosas, en aquellas latitudes, se unen todos con tal de alcanzar objetivos beneficiosos. Bueno, téngase en cuenta.
En las vísperas del pleno del Cabildo Insular de Tenerife se habían agitado las aguas de su estabilidad con el anuncio de un voto negativo de la representación de Sí Podemos Canarias a la iniciativa presentada por el vicepresidente primero y consejero y consejero del área de Carreteras, Movilidad, Innovación y Cultura, Enrique Arriaga (Ciudadanos), orientada al impulso del proyecto poner en funcionamiento un tren al sur de la isla. La envergadura de la actuación aconseja consenso de la corporación insular: no lo había: el vicepresidente Arriaga optó por retirar la moción.
En el Cabildo, Sí Podemos Canarias no forma parte del Gobierno pero apoya el pacto entre PSOE y Ciudadanos. De haber prosperado la moción, hecho posible teniendo en cuenta que los grupos de Coalición Canaria y Partido Popular sí respaldaban la moción, el pacto político hubiera quebrado. La solución, para evitar que la agitación derivara en tormenta de muy incierto acabado, consistió en que Enrique Arriaga retirase la moción.