Espacio de opinión de Canarias Ahora
La turismofobia, la vaca lechera y el sentido común
Hace pocos días conocimos la convocatoria de una manifestación para el próximo 20 de abril bajo un viejo lema, Canarias tiene un límite, que algunas personas llevamos escuchando desde los años 90. Parece que se avecina un nuevo tiempo de cosecha, pues este pueblo ha salido a la calle en múltiples ocasiones en defensa de su territorio. En 1997, a favor de la paz y en contra del radar de Malpaso; en 2002, por la protección de los montes de Vilaflor y contra el tendido eléctrico de UNELCO; en 2004 y 2005, contra el Puerto de Granadilla, la Vía Exterior, la segunda pista del aeropuerto Tenerife Sur, el cierre del Anillo Insular, la Vía Cornisa, el PGO de Santa Cruz de Tenerife, el PGO de La Laguna, los vertidos de aguas sin depurar al mar… también contra el modelo económico vigente sustentado en el Régimen Económico y Fiscal e instrumentos como la Reserva de Inversiones, más propio de un paraíso fiscal, y a favor de una democratización del sistema electoral, a todas luces deficiente. En todas las ocasiones, en las manifestaciones participaron entre 50.000 y 100.000 personas.
Sobre el territorio hay suficiente materia orgánica como para que la movilización del día 20 de abril de 2024 sea verdaderamente histórica, pues ya no se trata solo de parar una obra. Estamos hablando de poner fin a un modelo económico injusto, depredador, construido para beneficio de unas pocas familias; un sistema que perjudica notablemente nuestra salud –porque Aquí vive gente-, que contamina nuestro litoral y nos enferma a través de centenares de emisarios submarinos ilegales y de vertidos incontrolados; que no aprovecha la inmensa capacidad potencial de sus recursos energéticos ni de sus residuos; que desprecia al sector primario.
La pandemia nos abrió los ojos, por muchos motivos, antes, durante y después del confinamiento. Durante el encierro pudimos observar a lo lejos cómo la fauna recuperaba espacios, tanto en tierra como en el mar, cómo se limpiaba el aire y mejoraba la vida de las plantas… comprobamos que los destinos turísticos de las islas eran ciudades fantasmas y disfrutamos de una mejor circulación sin tanto vehículo de alquiler ni tanto turista cuando concluyó el confinamiento.
El Gobierno del pacto de las Flores (PSOE, Nueva Canarias, Podemos-Sí Se Puede, Casimiro Curbelo) anunció un Plan de diversificación económica que nunca pasó de las palabras y solo apostó con más fuerza por el turismo, destinando millones de euros de fondos Next Generation a promoción turística de Canarias. De la mano de la pandemia llegaron los nómadas digitales –esa nueva plaga- y la Consejería de Turismo intentó urbanizar hasta los charcos, los únicos lugares donde aún la gente local no se sentía invadida.
Por el camino, los representantes políticos surgidos tras las masivas movilizaciones sociales han defraudado las expectativas de decenas de miles de personas, viendo cómo incluso votaban a favor de obras como el cierre del Anillo Insular o la impresentable posición respecto a la sentencia condenatoria por el atentado ambiental en los áridos de Güímar. Obviamente, el descrédito también afecta a los partidos políticos que los propusieron como candidatos.
El negocio de hacer obras inútiles
Se paró el Puerto de Fonsalía, aunque ahora Casimiro Curbelo vuelve a la carga, no se sabe muy bien por qué; se frenó la obra ilegal del hotel en la Reserva Natural de Montaña Roja, en La Tejita, aunque como aquí algunas personas cumplen las leyes y otras no, ahí sigue la empresa Viqueira ocupando el dominio público marítimo-terrestre; se aprobó el cierre del Anillo Insular (inmensa la destrucción causada hasta ahora por el noroeste de la isla) y también el Circuito del Motor, en Granadilla. El Ayuntamiento de La Laguna, el Cabildo y el Gobierno prosiguen a la chita callando con su proyecto para pasar un túnel con ocho carriles por debajo del aeropuerto de Los Rodeos y se prepara un pelotazo urbanístico en el suelo de la Refinería de Santa Cruz que atraerá más gente y más coches. Proyectan gastar 4.000 millones de euros en un tren de Santa Cruz a Adeje.
La Federación de Empresarios de la Construcción estima en unos 5.000 millones de euros el presupuesto para las próximas obras de carreteras e infraestructuras que están preparando. El negocio está en hacer la enésima obra inútil… con el dinero de nuestros impuestos. Da igual que luego sea rentable o no, ni económica ni mucho menos socialmente. Y esa es la tragedia: la falta de visión estratégica y de un proyecto verdadero de país de nuestros gobernantes, especialmente de los supuestos nacionalistas que han liderado y lideran Coalición Canaria, Nueva Canarias, Partido Nacionalista Canario y fuerzas políticas de carácter insular o municipal.
Pero no se libra ninguno de los partidos que han gobernado o gobierna en Canarias. En el PSOE, sus dirigentes en Tenerife son promotores de proyectos como Cuna del Alma o el Circuito del Motor, siempre han defendido a los dueños del negocio turístico, o del disparate viario bajo Los Rodeos. De ahí que este 20 de abril se mirará con lupa lo que digan alcaldes y alcaldesas y cargos públicos que han mantenido un discurso antes de las elecciones y que en algún caso coincide bastante con las demandas de la manifestación. ¿Se avecina una nueva fractura en el PSOE de Tenerife? ¿Podrán justificarse ante sus electores más adelante?
¿A quién le interesa que vengan millones de turistas?
El presidente Fernando Clavijo (CC), por ejemplo, ha echado más leña al fuego con sus declaraciones vinculando la manifestación con la turismofobia y, obviamente, en defensa de los dueños del negocio, no del sector económico porque este incluye, por ejemplo, a las Kellys, las grandes damnificadas de la explotación laboral ejercida por los dueños del negocio.
Ni qué decir de los propietarios de parques temáticos, zoológicos camuflados, centros comerciales, cadenas hoteleras, cadenas de grandes superficies o del sector sanitario privado (sin la competencia de los inexistentes hospitales del norte y del sur prometidos por el presidente del Cabildo Ricardo Melchior en 1999). Son a los dueños de estas empresas y no al pueblo canario a quienes les interesa la llegada de 14, 16 o 24 millones de turistas, que es lo que han previsto para los próximos años. No conozco un solo ex trabajador del sector turístico que quiera volver a trabajar ahí, con contratos de cuatro horas haciendo ocho o más al día.
El vicepresidente de Ashotel, Gabriel Wolgeschaffen, ha declarado que tengamos cuidado con la turismofobia, porque “a la vaca que da leche hay que dejarla tranquilita”, eufemismo de “no nos vayan a joder el negocio”. Si al menos hubiera vacas en Tenerife… Pero la comparación, desde otro punto de vista, es que vivimos la parte del síndrome donde la rana se da cuenta de que el agua empieza a hervir. Igual estamos a tiempo de saltar del caldero. Por eso la manifestación del próximo 20 de abril no será sino otro hito en el marco de un proceso que lleva ya años.
Huelga de hambre y turismofobia
La huelga de hambre anunciada por diez jóvenes en caso de que no se paralicen los nuevos proyectos turísticos que impulsan unos belgas en el Puertito de Adeje y una empresa gallega en La Tejita es también la advertencia de algo más serio, que deben tener en cuenta tanto el Gobierno como los dueños del sector turístico y de otros negocios vinculados. Parece que ha llegado la gota que ha colmado la paciencia de una parte de la juventud isleña. Este jueves 11 de abril empieza la huelga de hambre si el Gobierno de Canarias no reacciona.
Medios de comunicación y algunos periodistas se han sumado a la Cámara de Comercio, a ASHOTEL, CEOE, Foro por el Progreso, a FEPECO (los mismos actores de siempre), defendiendo el actual modelo económico con una contracampaña a modo de cortina de humo: la turismofobia. Demuestran que no se quieren enterar o que, directamente, sirven a intereses particulares y cobran por ello. La manifestación convocada va de moratoria turística –no más plazas turísticas-, de ecotasa, de limitar la población atendiendo a la capacidad de carga de cada isla; de impedir que los extranjeros sigan comprando viviendas –muchas veces como negocio-; de reducir el número de turistas, porque se descongestionarían las carreteras, se ahorrarían millones de litros cúbicos de agua y millones de kilos de basura; porque, simplemente, Tenerife no tiene la capacidad para depurar toda la mierda que producen esos millones de turistas y porque se evitaría la insufrible presión sobre nuestro patrimonio natural y cultural y sobre nuestras propias vidas.
A la campaña orquestada por quienes ostentan el poder real y desplegada por sus títeres políticos y mediáticos contra la manifestación, la ultraderecha lanza en redes la suya propia contra los migrantes africanos, calificando de invasión la llegada de unas 6 o 7.000 supervivientes de travesías oceánicas en pateras, una cifra irrisoria si se compara con 14 millones de turistas que vienen a todas las islas cada año, más de 6 millones a Tenerife.
No es posible que países que triplican el territorio de España reciban 3 o 4 millones de turistas y que unas diminutas pero biodiversas islas en el Atlántico noroccidental africano soporten 14 millones porque es un territorio de la Unión Europea, aunque las compañías aéreas estén exentas de pagar la tasa por contaminación, que para eso no somos europeos. La llegada de migrantes africanos también tiene que ver con eso: son islas en su continente, pero con estatus europeo, por lo que por aquí vienen de paso, es su trampolín hacia el jardín borrelliano. Nuestro modelo de desarrollo es colonial, impuesto desde afuera. Por tanto, la solución a los problemas de Canarias también tiene una vertiente jurídica, en el marco del Estado español y de la Unión Europea, y en el contexto de las guerras en curso, tanto en el Este de Europa, como en Oriente Medio y, particularmente, la media decena que se desarrolla en África y de las que no nos informan.
Es probable que algunos partidos traten de vampirizar al movimiento social. Desde fuera, parece un craso error el intento de Clavijo de aparecer doce días antes de la movilización sumándose incluso a las demandas públicas del 20-A (igual se quiere hacer un Ricardo Melchior) en un ejercicio supremo de cinismo, o el de partidos como Podemos y otros minoritarios que también han gobernado y que, en su día, fueron pieza clave para la desmovilización ciudadana. Tampoco me parece acertado que haya un Bloque Independentista, pero al menos esa gente no solo no ha gobernado, sino que han mantenido parte de históricas reivindicaciones que ahora parecen gozar de amplio consenso social. Que cada quien se ponga detrás de la pancarta que considere… y siempre queda la opción de hacerse un cartel propio para salir a la calle el 20-A.
Ahora, hasta el próximo sábado 20 de abril, toca que cada una de las personas consciente de lo que está en juego contribuya a difundir la convocatoria en la medida de sus posibilidades. Después del día 20 de abril vendrá el 21. Canalizar de forma constructiva la energía que se desplegará el día de la manifestación es tarea de todas las personas que la organizan y también de quienes salgan a gritar que en Canarias ya hemos sobrepasado todos los límites.
Hace pocos días conocimos la convocatoria de una manifestación para el próximo 20 de abril bajo un viejo lema, Canarias tiene un límite, que algunas personas llevamos escuchando desde los años 90. Parece que se avecina un nuevo tiempo de cosecha, pues este pueblo ha salido a la calle en múltiples ocasiones en defensa de su territorio. En 1997, a favor de la paz y en contra del radar de Malpaso; en 2002, por la protección de los montes de Vilaflor y contra el tendido eléctrico de UNELCO; en 2004 y 2005, contra el Puerto de Granadilla, la Vía Exterior, la segunda pista del aeropuerto Tenerife Sur, el cierre del Anillo Insular, la Vía Cornisa, el PGO de Santa Cruz de Tenerife, el PGO de La Laguna, los vertidos de aguas sin depurar al mar… también contra el modelo económico vigente sustentado en el Régimen Económico y Fiscal e instrumentos como la Reserva de Inversiones, más propio de un paraíso fiscal, y a favor de una democratización del sistema electoral, a todas luces deficiente. En todas las ocasiones, en las manifestaciones participaron entre 50.000 y 100.000 personas.
Sobre el territorio hay suficiente materia orgánica como para que la movilización del día 20 de abril de 2024 sea verdaderamente histórica, pues ya no se trata solo de parar una obra. Estamos hablando de poner fin a un modelo económico injusto, depredador, construido para beneficio de unas pocas familias; un sistema que perjudica notablemente nuestra salud –porque Aquí vive gente-, que contamina nuestro litoral y nos enferma a través de centenares de emisarios submarinos ilegales y de vertidos incontrolados; que no aprovecha la inmensa capacidad potencial de sus recursos energéticos ni de sus residuos; que desprecia al sector primario.