Espacio de opinión de Canarias Ahora
El vuelo del burro
Ante tanto desdén de los maniobreros y gente de vivir insano, sentencias judiciales incomprensibles y desvarios políticos, ¿Dónde está la respuesta? La respuesta está en nuestras manos.
La Justicia, soporte vital de la democracia, presenta heridas sumamente graves y la desproporción y asimetría con que se adorna conduce a la melancolía. La frustración como inductor de la depresión social.
Me refiero a las sentencias que hemos conocido en estos días, dictadas no sólo al amparo del conocimiento de la ley que debe tener el juzgador sino de la voluntariedad de su aplicación.
El rigor con que se debe castigar de manera proporcional al que delinque es tan variable como lo pueda ser el ánimo del juez que dicta la sentencia, muchas veces influido por presiones y maniobras absolutamente deleznables a las que debería plantar cara y denunciarlas. De todo hay, claro está.
Campeamos por el bosque frondoso del amiguismo, de la línea roja de la prevaricación, de la personalidad del reo. Por ser Vos quien sois, Alteza.
No es cierto que la Justicia es igual para todos, dígase que es lo deseable, pero la aplicación de la norma no es en absoluto igual para todos. Que una cosa es la una y otra la otra.
La corrupta conducta por la que se menosprecia el bien común se soporta en decisiones judiciales lamentables, de calibre vergonzante, que dejan enmudecido al pueblo,-diz que soberano-.
¿Y a quién debemos mirar, a quién exigirle que se castigue al delincuente de manera proporcional y justa, con rapidez y diligencia?
La capacidad de soportar esta anómala situación con el silencio de los sepulcros debe terminar cuanto antes, y para ello, de los soportes de la democracia, hoy por hoy, parece que las únicas voces que expresan con valentía la denuncia están en el periodismo desafiante, ajeno a las líneas editoriales amarillistas, amparados en la independencia de su ejercicio. ¿Primum vivere deinde philosophari?
La voz de un pueblo tiene en los medios de comunicación social el mejor camino que nos resta para expresar nuestra indignación.
Importa mucho “no callar”, no acunarnos en el silencio cómplice, hay que gritar aunque sea en el desierto.
Siempre hay quién se haga eco de las palabras, siempre hay un juez valiente, justo y sabio, siempre hay un buen servidor de lo público, siempre hay un político honesto, siempre hay gente de bien.
A ellos debemos apelar y luchar juntos por una sociedad transformadora que permita enfocar el presente y el futuro con la seguridad y dignidad que merecen nuestros hijos.
No quisiera yo tener el epitafio del cantautor que para sí quiso: “ A la mierda”, una sentencia atronadora, expresión pura de la depresión que puede embargarnos.
Prefiero seguir gritando hasta la afonía junto a tantos otros que claman por un mundo mejor.
En la Justicia, ¿los burros vuelan?
Ante tanto desdén de los maniobreros y gente de vivir insano, sentencias judiciales incomprensibles y desvarios políticos, ¿Dónde está la respuesta? La respuesta está en nuestras manos.
La Justicia, soporte vital de la democracia, presenta heridas sumamente graves y la desproporción y asimetría con que se adorna conduce a la melancolía. La frustración como inductor de la depresión social.