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O Arinaga o Agadir

Mauricio lleva mucho tiempo, y aquí lo hemos contado, tratando de encontrar un hueco a la cementera en otro lugar que no sea la maravillosa playa de El Pajar, en Arguineguín. Lo ha intentado en Arinaga, donde ha tropezado con el alcalde de Agüimes, que plantea reticencias ambientales, y lo ha intentado en Agadir, de la mano de su compañero del alma José Miguel Suárez Gil, embajador de Canarias en Marruecos, aunque venido a menos. Muy a menos, casi a la nada. No ha habido suerte, entre otras cosas porque la cementera se niega a marcharse asumiendo los altísimos costes del traslado y porque exige unas buenas condiciones allí donde se instale. Pero a Mauricio le han entrado las prisas, y harto de esperar por los mexicanos, ha decidido tirar por el camino de enmedio. Para ello ha empezado a moverles la silla, a ver si se avienen a negociar y, a la postre, dejar el camino expedito.

Mauricio lleva mucho tiempo, y aquí lo hemos contado, tratando de encontrar un hueco a la cementera en otro lugar que no sea la maravillosa playa de El Pajar, en Arguineguín. Lo ha intentado en Arinaga, donde ha tropezado con el alcalde de Agüimes, que plantea reticencias ambientales, y lo ha intentado en Agadir, de la mano de su compañero del alma José Miguel Suárez Gil, embajador de Canarias en Marruecos, aunque venido a menos. Muy a menos, casi a la nada. No ha habido suerte, entre otras cosas porque la cementera se niega a marcharse asumiendo los altísimos costes del traslado y porque exige unas buenas condiciones allí donde se instale. Pero a Mauricio le han entrado las prisas, y harto de esperar por los mexicanos, ha decidido tirar por el camino de enmedio. Para ello ha empezado a moverles la silla, a ver si se avienen a negociar y, a la postre, dejar el camino expedito.