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En las barbas de 'Público'

El mundo de la comunicación, en su más amplia concepción, sufrió este martes una fortísima conmoción al conocer, o mejor, al confirmar, la dramática situación económica que atraviesa la empresa editora del diario Público, de Mediapubli, que decidió presentar ante la jurisdicción mercantil concurso de acreedores, lo que antiguamente se conocía como suspensión de pagos. Y decimos conformación y no sorpresa porque a pocos interesados por el pálpito periodístico de este país se le pueden haber escapado las dificultades que atraviesan por lo general las empresas editoras, particularmente las que escogen el camino más arriesgado, el del compromiso con sus lectores por encima de la entrega a intereses ideológicos, partidistas o económicos concretos. Es evidente que la línea editorial e informativa de Público constituye una clara apuesta por una visión progresista y de izquierdas de la realidad española, fuertemente crítica con las más rancias corrientes neoliberales que se afianzan en toda Europa y en posición de alerta y de defensa del estado del bienestar y de las conquistas sociales y los derechos cívicos. Sin embargo, según sus rectores, su fracaso económico parece responder más a la crisis global y a la crisis de los medios de comunicación que a un fracaso en la elección de su línea editorial e informativa, pero a nadie se le puede escapar un dato relevante: son los medios progresistas y los que optan por una concepción más plural del periodismo los más vulnerables. La derecha protege mejor a sus voceros, lo que es compatible con la adaptación de la mayoría de los voceros a los entornos de derecha.

El mundo de la comunicación, en su más amplia concepción, sufrió este martes una fortísima conmoción al conocer, o mejor, al confirmar, la dramática situación económica que atraviesa la empresa editora del diario Público, de Mediapubli, que decidió presentar ante la jurisdicción mercantil concurso de acreedores, lo que antiguamente se conocía como suspensión de pagos. Y decimos conformación y no sorpresa porque a pocos interesados por el pálpito periodístico de este país se le pueden haber escapado las dificultades que atraviesan por lo general las empresas editoras, particularmente las que escogen el camino más arriesgado, el del compromiso con sus lectores por encima de la entrega a intereses ideológicos, partidistas o económicos concretos. Es evidente que la línea editorial e informativa de Público constituye una clara apuesta por una visión progresista y de izquierdas de la realidad española, fuertemente crítica con las más rancias corrientes neoliberales que se afianzan en toda Europa y en posición de alerta y de defensa del estado del bienestar y de las conquistas sociales y los derechos cívicos. Sin embargo, según sus rectores, su fracaso económico parece responder más a la crisis global y a la crisis de los medios de comunicación que a un fracaso en la elección de su línea editorial e informativa, pero a nadie se le puede escapar un dato relevante: son los medios progresistas y los que optan por una concepción más plural del periodismo los más vulnerables. La derecha protege mejor a sus voceros, lo que es compatible con la adaptación de la mayoría de los voceros a los entornos de derecha.