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Desayunos en la 'nevera'

No creemos que sea una decisión destinada a producir un importante ahorro a las arcas de la Casa Palacio, sino más bien una nueva constatación de los nuevos aires, gélidos aires, que soplan en el Cabildo de Gran Canaria. Ya saben ustedes que ahora se estila acabar con ciertas tradiciones absolutamente insanas consistentes en dar cabida a los representantes de la oposición en determinados órganos y empresas participadas por el Cabildo. Además, se aplica el reglamento de la Corporación con el rigor preciso para que la oposición, y especialmente Carmelo Ramírez, líder de Ican y del radicalismo comunista y sandinista, no tenga un respiro. Por negarles una gracia a los de la oposición, el grupo de gobierno ha suprimido otra fea costumbre de amor y concordia de toda la Corporación, los desayunos previos a cada pleno. Se celebraban en la sala contigua de la de sesiones solemnes, llamada la nevera, que ya no volverá a presenciar esos encuentros con ensaimadas y café con leche preliminares a lo que luego salía en la tele. A partir de ahora, el que quiera desayunar, que se traiga un bocata de su casa y se lo coma en su despacho.

No creemos que sea una decisión destinada a producir un importante ahorro a las arcas de la Casa Palacio, sino más bien una nueva constatación de los nuevos aires, gélidos aires, que soplan en el Cabildo de Gran Canaria. Ya saben ustedes que ahora se estila acabar con ciertas tradiciones absolutamente insanas consistentes en dar cabida a los representantes de la oposición en determinados órganos y empresas participadas por el Cabildo. Además, se aplica el reglamento de la Corporación con el rigor preciso para que la oposición, y especialmente Carmelo Ramírez, líder de Ican y del radicalismo comunista y sandinista, no tenga un respiro. Por negarles una gracia a los de la oposición, el grupo de gobierno ha suprimido otra fea costumbre de amor y concordia de toda la Corporación, los desayunos previos a cada pleno. Se celebraban en la sala contigua de la de sesiones solemnes, llamada la nevera, que ya no volverá a presenciar esos encuentros con ensaimadas y café con leche preliminares a lo que luego salía en la tele. A partir de ahora, el que quiera desayunar, que se traiga un bocata de su casa y se lo coma en su despacho.