El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
“Yo dicto”; Yo, Claudio
Del brazo de su hija Mercedes, ayudado de un bastón y alegando una sordera selectiva que le impide percibir con nitidez “la voz aguda de las mujeres” (en estrados había tres), el octogenario editor, director y propietario de El Día, convertido por circunstancias del concurso de emisoras de radio en el más feroz independentista de Canarias y en el enemigo público número uno del presidente del Gobierno canario, se sentó en el banquillo de los acusados poniendo cara de no haber roto un plato en su larga vida. En una esquina de la sala, sus escribanos de cabecera, Ricardo Paytaví y Andrés Chaves, ejercían las funciones de guardia de corps: nadie les había dado vela en el entierro pero estaban allí para solidarizarse con quien cada día les dicta la pastoral. “Yo no manuscribo ni tecleo en un ordenador o en una máquina de escribir; yo dicto y dicto incluso con la sintaxis que debe seguir cada escrito”, ilustró el acusado al tribunal. De alguno de sus amanuenses debió ser la ocurrencia de tratar de desactivar el insulto de “barragana”, proferido contra la juez víctima de sus excesos, equiparándolo al “apellido del portavoz de Coalición Canaria, José Miguel Barragán, que seguramente no se avergüenza de ello”. Pifia absoluta porque no existe acepción masculina alguna que pueda significar insulto, sino más bien lo contrario. De su abogado es la técnica imposible de considerar personaje público a toda persona a la que don Pepito insulta. Se encargó de abofetear ese argumento la fiscala: “Una juez no es un personaje público por ejercer una acción pública, porque yo la estoy ejerciendo en este momento y no lo soy”. La representante del Ministerio Público mantuvo su petición de condena al reo por un delito de injurias a diez meses de multa a razón de diez euros diarios.
Del brazo de su hija Mercedes, ayudado de un bastón y alegando una sordera selectiva que le impide percibir con nitidez “la voz aguda de las mujeres” (en estrados había tres), el octogenario editor, director y propietario de El Día, convertido por circunstancias del concurso de emisoras de radio en el más feroz independentista de Canarias y en el enemigo público número uno del presidente del Gobierno canario, se sentó en el banquillo de los acusados poniendo cara de no haber roto un plato en su larga vida. En una esquina de la sala, sus escribanos de cabecera, Ricardo Paytaví y Andrés Chaves, ejercían las funciones de guardia de corps: nadie les había dado vela en el entierro pero estaban allí para solidarizarse con quien cada día les dicta la pastoral. “Yo no manuscribo ni tecleo en un ordenador o en una máquina de escribir; yo dicto y dicto incluso con la sintaxis que debe seguir cada escrito”, ilustró el acusado al tribunal. De alguno de sus amanuenses debió ser la ocurrencia de tratar de desactivar el insulto de “barragana”, proferido contra la juez víctima de sus excesos, equiparándolo al “apellido del portavoz de Coalición Canaria, José Miguel Barragán, que seguramente no se avergüenza de ello”. Pifia absoluta porque no existe acepción masculina alguna que pueda significar insulto, sino más bien lo contrario. De su abogado es la técnica imposible de considerar personaje público a toda persona a la que don Pepito insulta. Se encargó de abofetear ese argumento la fiscala: “Una juez no es un personaje público por ejercer una acción pública, porque yo la estoy ejerciendo en este momento y no lo soy”. La representante del Ministerio Público mantuvo su petición de condena al reo por un delito de injurias a diez meses de multa a razón de diez euros diarios.