El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
A 30 duros la pieza
Tenemos lectores que valen lo que pesan en oro. Algunos son tan fuera de lo común que hasta son capaces de atesorar recortes de prensa de la época en que la moneda de curso legal era la peseta. De esa época, allá por 2001, es la subvención de 40 millones de pesetas (unos 240.000 euros) que otorgó el presidente del Cabildo tinerfeño, Ricardo Melchior, al periódico El Día para un coleccionable titularo Biblioteca Canaria. Pues bien, un lector muy avisado nos ha mandado dos recortes de ese diario a página completa en los que aparece anunciada la colección y el éxito que obtuvo. En uno de esos anuncios se comprueba que, además del Cabildo tinerfeño, patrocinaba la colección Unelco, la eléctrica maldita en la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Menos para retratarse, claro. En el otro se da cuenta de cómo se agota el invento. El caso es que, además de esta aportación de dinero público, El Día completaba el negocio cobrando a sus lectores por cada entrega la cantidad de 150 pesetas, es decir, treinta duros de los de antes, noventa céntimos de los de ahora. Hagan cuentas: 450.000 tomitos a 150 pesetas, sesenta millones de pesetas. No está mal, ¿verdad?
Tenemos lectores que valen lo que pesan en oro. Algunos son tan fuera de lo común que hasta son capaces de atesorar recortes de prensa de la época en que la moneda de curso legal era la peseta. De esa época, allá por 2001, es la subvención de 40 millones de pesetas (unos 240.000 euros) que otorgó el presidente del Cabildo tinerfeño, Ricardo Melchior, al periódico El Día para un coleccionable titularo Biblioteca Canaria. Pues bien, un lector muy avisado nos ha mandado dos recortes de ese diario a página completa en los que aparece anunciada la colección y el éxito que obtuvo. En uno de esos anuncios se comprueba que, además del Cabildo tinerfeño, patrocinaba la colección Unelco, la eléctrica maldita en la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Menos para retratarse, claro. En el otro se da cuenta de cómo se agota el invento. El caso es que, además de esta aportación de dinero público, El Día completaba el negocio cobrando a sus lectores por cada entrega la cantidad de 150 pesetas, es decir, treinta duros de los de antes, noventa céntimos de los de ahora. Hagan cuentas: 450.000 tomitos a 150 pesetas, sesenta millones de pesetas. No está mal, ¿verdad?