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Histeria incontenible en la servidumbre de protección

Ni deslinde de costas ni lindezas de ninguna índole. Desde el viernes venían mascando la venganza, amasándola con todo el odio de que son capaces de destilar, hasta escupirla toda junta este lunes sin dejar nada en el buche. Ha sido un golpe duro de encajar, porque es duro comprobar que un expediente administrativo, iniciado en 2006, puede acabar como ha acabado el que se refiere a la desafección portuaria de Arrecife. Nada importa el islote de La Fermina, nada el charco de San Ginés... pero que el islote del Francés haya quedado sujeto a la Ley de Costas, de 1988, con su correspondiente deslinde, con su zona de servidumbre de protección, no lo van a encajar en mucho tiempo. Jaime Cortezo, que se las prometía muy felices desde que Dimas Martín le prometió nueve plantas de edificio icono, que rozó la euforia cuando el PP, con el PIL y el PNC desplazaron del Ayuntamiento al PSOE, ordenó a su fiel mastín que mordiera a diestro y siniestro, que tratara de hacer daño por donde quisiera. Tú dale, que ya pagaré yo las querellas, le vino a decir. Y Barrilete se lanzó a degüello, sin un mísero babero con el que protegerse la camisa de sus propios espumarajos. Sin servidumbre de protección, que es de cien metros, queridos, que la sentencia que agita Cortezo es posterior a la Ley de Costas.

Ni deslinde de costas ni lindezas de ninguna índole. Desde el viernes venían mascando la venganza, amasándola con todo el odio de que son capaces de destilar, hasta escupirla toda junta este lunes sin dejar nada en el buche. Ha sido un golpe duro de encajar, porque es duro comprobar que un expediente administrativo, iniciado en 2006, puede acabar como ha acabado el que se refiere a la desafección portuaria de Arrecife. Nada importa el islote de La Fermina, nada el charco de San Ginés... pero que el islote del Francés haya quedado sujeto a la Ley de Costas, de 1988, con su correspondiente deslinde, con su zona de servidumbre de protección, no lo van a encajar en mucho tiempo. Jaime Cortezo, que se las prometía muy felices desde que Dimas Martín le prometió nueve plantas de edificio icono, que rozó la euforia cuando el PP, con el PIL y el PNC desplazaron del Ayuntamiento al PSOE, ordenó a su fiel mastín que mordiera a diestro y siniestro, que tratara de hacer daño por donde quisiera. Tú dale, que ya pagaré yo las querellas, le vino a decir. Y Barrilete se lanzó a degüello, sin un mísero babero con el que protegerse la camisa de sus propios espumarajos. Sin servidumbre de protección, que es de cien metros, queridos, que la sentencia que agita Cortezo es posterior a la Ley de Costas.