El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Por Madrid y La Luz
La caída (o no) del Gobierno de Canarias, que siempre hemos situado entre El Pino y El Pilar (a ver si se nos va a pasar el arroz), pasa por Madrid y por el Puerto de La Luz y de Las Palmas. Si Madrid no traga en pagar la sanidad o lo hace de otra manera, José Carlos Mauricio sería un lastre para Adán Martin. La caída del irrepetible camarada es posible que dependa de Pérez Rubalcaba. Pero si es verdad que el PSC y Coalición negocian estos días la presidencia de la Autoridad Portuaria, eso traería como consecuencia la ruptura del Club de los Cinco del que les venimos hablando desde hace tiempo y del que ya se ha hecho eco, de modo nítido, el diario La Provincia. Algunos del club ya no serían esa inversión política de Adán en Gran Canaria, y Mauricio se convertiría en lastre todavía menos llevadero. Otro problema es quién será el presidente: si el grancanario Emilio Mayoral o el tinerfeño Augusto Brito. Ninguno parece que sea para tirar voladores, pero es a ellos a quien ha de gustar. Que no es cosa de hacerlo bien, sino de romper el Club de los Cinco.
La caída (o no) del Gobierno de Canarias, que siempre hemos situado entre El Pino y El Pilar (a ver si se nos va a pasar el arroz), pasa por Madrid y por el Puerto de La Luz y de Las Palmas. Si Madrid no traga en pagar la sanidad o lo hace de otra manera, José Carlos Mauricio sería un lastre para Adán Martin. La caída del irrepetible camarada es posible que dependa de Pérez Rubalcaba. Pero si es verdad que el PSC y Coalición negocian estos días la presidencia de la Autoridad Portuaria, eso traería como consecuencia la ruptura del Club de los Cinco del que les venimos hablando desde hace tiempo y del que ya se ha hecho eco, de modo nítido, el diario La Provincia. Algunos del club ya no serían esa inversión política de Adán en Gran Canaria, y Mauricio se convertiría en lastre todavía menos llevadero. Otro problema es quién será el presidente: si el grancanario Emilio Mayoral o el tinerfeño Augusto Brito. Ninguno parece que sea para tirar voladores, pero es a ellos a quien ha de gustar. Que no es cosa de hacerlo bien, sino de romper el Club de los Cinco.