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¿Por qué esa manía con el sexo?

Fue muy oportuna la pregunta de Luis Val porque a José Manuel Soria parece que siempre le ha preocupado eso de la homosexualidad. La de los demás, entiéndase. Un día, en aquellas calendas en que era alcalde, le dijo a su jefe de prensa que quería jeringar a Saavedra en medio de una trifulca política, y como no disponía de mecanismos más profundos, lanzó ese disparate del aceite. Su jefe de prensa se lo desaconsejó, pero a él le dio lo mismo. El consejo hubiera sido el contrario si para entonces hubiera tenido la dicha de contar a su lado con su escribidor más sesudo y de cabecera, Víctor Rodríguez Gago, más dado al sobajeo con el cilicio y a pedirle a sus subordinadas de la redacción que se metan debajo de la mesa a hacer uno de esos trabajos que los mecánicos culminan con un aceite 20/50 de larga duración. La damnificada insiste en que la llamen a declarar, que lo cuenta todo.

Fue muy oportuna la pregunta de Luis Val porque a José Manuel Soria parece que siempre le ha preocupado eso de la homosexualidad. La de los demás, entiéndase. Un día, en aquellas calendas en que era alcalde, le dijo a su jefe de prensa que quería jeringar a Saavedra en medio de una trifulca política, y como no disponía de mecanismos más profundos, lanzó ese disparate del aceite. Su jefe de prensa se lo desaconsejó, pero a él le dio lo mismo. El consejo hubiera sido el contrario si para entonces hubiera tenido la dicha de contar a su lado con su escribidor más sesudo y de cabecera, Víctor Rodríguez Gago, más dado al sobajeo con el cilicio y a pedirle a sus subordinadas de la redacción que se metan debajo de la mesa a hacer uno de esos trabajos que los mecánicos culminan con un aceite 20/50 de larga duración. La damnificada insiste en que la llamen a declarar, que lo cuenta todo.