El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Monjes originales
Felipe Monje, el alma mater de las bodegas norteñas que llevan su apellido, presentó el miércoles a los medios informativos tinerfeños los nuevos vinos de su marca, caracterizados todos ellos, además de por su cada vez más admirable calidad, por su originalidad. La cita tuvo lugar en el restaurante de El Corte Inglés de Santa Cruz, donde el jefe de cocina, Víctor Rocha, preparó un menú de maridaje que tampoco se anduvo por las ramas en cuanto a lo novedoso de los platos. Empezó el sabroso desfile con un Evento 2001, blanco, fermentado en barrica, en la que permaneció cuatro meses sobre lías y tomando el sabor de las madres. Un blanco que evolucionará bien hasta 2007 en botella y con un paladar fino, distinto y sorprendente. Se bebió mientras se degustaba un lomo de vieja con caldo corto de frutas y costra de yerbas aromáticas. Siguió un Monje Listán Negro, también fermentado en barrica, muy al estilo de la casa, en el que destacan los taninos un tanto asilvestrados. Muy agradable y potente. Acompañó este tinto a un flan de cabrito confitado con salsa de tomillo. Y se acabó con un postre de sandía a la plancha y vinagre macho ?ahí el chef sólo estuvo fino en la insólita denominación del platillo- que se maridó con un moscatel del año 2000 diferente a cualquier otro moscatel de los que se encuentran por el ancho mundo, debido a que las uvas se vendimiaron casi en verde, lo que le resta, con fortuna, ese sabor empalagoso que tantas veces es el peor defecto de los vinos elaborados con este varietal. Tres vinos, en suma, para hacerse con ellos y disfrutarlos a tope, la verdad.
Felipe Monje, el alma mater de las bodegas norteñas que llevan su apellido, presentó el miércoles a los medios informativos tinerfeños los nuevos vinos de su marca, caracterizados todos ellos, además de por su cada vez más admirable calidad, por su originalidad. La cita tuvo lugar en el restaurante de El Corte Inglés de Santa Cruz, donde el jefe de cocina, Víctor Rocha, preparó un menú de maridaje que tampoco se anduvo por las ramas en cuanto a lo novedoso de los platos. Empezó el sabroso desfile con un Evento 2001, blanco, fermentado en barrica, en la que permaneció cuatro meses sobre lías y tomando el sabor de las madres. Un blanco que evolucionará bien hasta 2007 en botella y con un paladar fino, distinto y sorprendente. Se bebió mientras se degustaba un lomo de vieja con caldo corto de frutas y costra de yerbas aromáticas. Siguió un Monje Listán Negro, también fermentado en barrica, muy al estilo de la casa, en el que destacan los taninos un tanto asilvestrados. Muy agradable y potente. Acompañó este tinto a un flan de cabrito confitado con salsa de tomillo. Y se acabó con un postre de sandía a la plancha y vinagre macho ?ahí el chef sólo estuvo fino en la insólita denominación del platillo- que se maridó con un moscatel del año 2000 diferente a cualquier otro moscatel de los que se encuentran por el ancho mundo, debido a que las uvas se vendimiaron casi en verde, lo que le resta, con fortuna, ese sabor empalagoso que tantas veces es el peor defecto de los vinos elaborados con este varietal. Tres vinos, en suma, para hacerse con ellos y disfrutarlos a tope, la verdad.