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Como el novio de la Pantoja

El locutor llamó a las autoridades mediante una fórmula que quiso ser amable pero que, al hombre, se le volvió en contra. “Hoy es un día sin color político, porque los únicos colores que existen hoy aquí son los de los vinos que estamos degustando; de todos modos que vayan subiendo las distintas autoridades...”, vino a decir más o menos. Y para el escenario, encochinado, va nuestro Domingo Bueno, que se apodera del micrófono para lanzar su diatriba, en plan novio de la Pantoja: “Rectifico al locutor del acto, pues hoy estamos aquí un consejero y un alcalde, Marco Aurelio Pérez, que sí tenemos color político...”. Y bla, bla, bla, para ir metiendo la pata cada vez que penetraba aún más en el complejo mundo de la oratoria, facilidad con la que no le ha adornado precisamente la madre naturaleza. Al final tuvo que pedir disculpas el locutor, pero la gente se quedó con las ganas de que fuera el jefe político de los bomberos quien lo hiciera.

El locutor llamó a las autoridades mediante una fórmula que quiso ser amable pero que, al hombre, se le volvió en contra. “Hoy es un día sin color político, porque los únicos colores que existen hoy aquí son los de los vinos que estamos degustando; de todos modos que vayan subiendo las distintas autoridades...”, vino a decir más o menos. Y para el escenario, encochinado, va nuestro Domingo Bueno, que se apodera del micrófono para lanzar su diatriba, en plan novio de la Pantoja: “Rectifico al locutor del acto, pues hoy estamos aquí un consejero y un alcalde, Marco Aurelio Pérez, que sí tenemos color político...”. Y bla, bla, bla, para ir metiendo la pata cada vez que penetraba aún más en el complejo mundo de la oratoria, facilidad con la que no le ha adornado precisamente la madre naturaleza. Al final tuvo que pedir disculpas el locutor, pero la gente se quedó con las ganas de que fuera el jefe político de los bomberos quien lo hiciera.