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Paquirrín patina en un charco...¿de agua sucia?

Intereses empresariales de por medio, el pulso político entre Silverio Hernández y Francisco González empieza a tener sentido. Andan ya nuestros satélites indagando quiénes son los protagonistas en presencia y a qué propuestas privadas representan en nombre de la función pública que tienen encomendada. Al tiempo, que todo saltará como un chorro a presión más temprano que tarde. Pero para calibrar el nerviosismo y el culismo apretado que sufren las altas esferas del grupo de gobierno del PP moganero, quédense de momento sólo con este detalle. Fue una conversación del alcalde con un interlocutor que guardamos en el anonimato, pero la reacción de Paquirrín nos obliga a contar lo que ya todo el pueblo (chico, infierno grande) sabe. “Bueno, es normal que se vaya porque le van a dar un buen dinero, ¿no?”, le dice al alcalde. “¡¿Que le van a dar dinero? Quién?!”, saltó como un resorte Francisco González, así con los ojos como los del Tío Gilito. “La cementera, Paco, la cementera”, le explica el interlocutor, sorprendido por la reacción del alcalde. “Ah, la fábrica de cemento, claro, claro...”, despeja a córner nuestro admirado Paquirrín. ¡Atención, atención! ¿Hay alguien a la escucha en la Supercomisaría, cambio?

Intereses empresariales de por medio, el pulso político entre Silverio Hernández y Francisco González empieza a tener sentido. Andan ya nuestros satélites indagando quiénes son los protagonistas en presencia y a qué propuestas privadas representan en nombre de la función pública que tienen encomendada. Al tiempo, que todo saltará como un chorro a presión más temprano que tarde. Pero para calibrar el nerviosismo y el culismo apretado que sufren las altas esferas del grupo de gobierno del PP moganero, quédense de momento sólo con este detalle. Fue una conversación del alcalde con un interlocutor que guardamos en el anonimato, pero la reacción de Paquirrín nos obliga a contar lo que ya todo el pueblo (chico, infierno grande) sabe. “Bueno, es normal que se vaya porque le van a dar un buen dinero, ¿no?”, le dice al alcalde. “¡¿Que le van a dar dinero? Quién?!”, saltó como un resorte Francisco González, así con los ojos como los del Tío Gilito. “La cementera, Paco, la cementera”, le explica el interlocutor, sorprendido por la reacción del alcalde. “Ah, la fábrica de cemento, claro, claro...”, despeja a córner nuestro admirado Paquirrín. ¡Atención, atención! ¿Hay alguien a la escucha en la Supercomisaría, cambio?