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El peligroso juego del futbolín loco

No bastó a Canarias7 la alambicada relación que encontró con un cargo público socialista al que meter de algún modo en la operación Unión. Había que seguir buscando hasta dar con alguno más. El miércoles supo que Pérez Parrilla había declarado el martes ante la Guardia Civil, pero el periódico creativo ignoraba en calidad de qué lo había hecho, si se le imputaba algún delito, y en tal caso, si era relacionado con la corrupción o no. A sabiendas de que el sábado ya había declarado como testigo el consejero socialista del Cabildo Carlos Espino, Canarias7 mezcló este jueves las dos comparecencias y, sin ofrecer datos coherentes que fortalecieran tesis alguna, llegó a afirmar que la Guardia Civil investigaba a los dos políticos socialistas. Es el juego del futbolín loco, el que practican los malos jugadores cuando van perdiendo el partido: hacen girar frenéticamente sus barras de futbolistas de manera antirreglamentaria hasta que accidentalmente la bola choque con uno de ellos y logre colarse en la portería contraria. Pero puede ocurrir que el efecto sea el opuesto y que la pelota entre por donde no es.

No bastó a Canarias7 la alambicada relación que encontró con un cargo público socialista al que meter de algún modo en la operación Unión. Había que seguir buscando hasta dar con alguno más. El miércoles supo que Pérez Parrilla había declarado el martes ante la Guardia Civil, pero el periódico creativo ignoraba en calidad de qué lo había hecho, si se le imputaba algún delito, y en tal caso, si era relacionado con la corrupción o no. A sabiendas de que el sábado ya había declarado como testigo el consejero socialista del Cabildo Carlos Espino, Canarias7 mezcló este jueves las dos comparecencias y, sin ofrecer datos coherentes que fortalecieran tesis alguna, llegó a afirmar que la Guardia Civil investigaba a los dos políticos socialistas. Es el juego del futbolín loco, el que practican los malos jugadores cuando van perdiendo el partido: hacen girar frenéticamente sus barras de futbolistas de manera antirreglamentaria hasta que accidentalmente la bola choque con uno de ellos y logre colarse en la portería contraria. Pero puede ocurrir que el efecto sea el opuesto y que la pelota entre por donde no es.