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No sabía dónde meterse

Todo pudo deberse a un malententido, pero lo que no deja lugar a dudas es que la consejera de Turismo ordenó el cierre de un palacio de congresos propiedad del Gobierno cuando su propio presidente acababa de inaugurar un congreso mundial que había costado tres años de trabajo traer hasta Canarias. El malentendido estuvo en el modo en que los técnicos de Turismo tramitaron una solicitud de permiso provisional, que confundieron con licencia provisional, lo que originó que nadie tuviera un papel en el momento crucial. Cuando se conoció la expeditiva orden de la consejera, tuvo que ser el Cabildo quien diera la voz de alarma, sacara a sus técnicos de su casa, mandara a la Policía a buscar a la alcaldesa a la suya y consiguiera, en el minuto noventa y de penalti, evitar un escándalo internacional que una irresponsable consejera estuvo a punto de originar. Y en un Palacio de Congresos que jamás ha abierto con autorización, que ésa es otra. Rita trató de culpar a la alcaldesa, pero no supo dónde meterse cuando supo que la culpa había sido suya.

Todo pudo deberse a un malententido, pero lo que no deja lugar a dudas es que la consejera de Turismo ordenó el cierre de un palacio de congresos propiedad del Gobierno cuando su propio presidente acababa de inaugurar un congreso mundial que había costado tres años de trabajo traer hasta Canarias. El malentendido estuvo en el modo en que los técnicos de Turismo tramitaron una solicitud de permiso provisional, que confundieron con licencia provisional, lo que originó que nadie tuviera un papel en el momento crucial. Cuando se conoció la expeditiva orden de la consejera, tuvo que ser el Cabildo quien diera la voz de alarma, sacara a sus técnicos de su casa, mandara a la Policía a buscar a la alcaldesa a la suya y consiguiera, en el minuto noventa y de penalti, evitar un escándalo internacional que una irresponsable consejera estuvo a punto de originar. Y en un Palacio de Congresos que jamás ha abierto con autorización, que ésa es otra. Rita trató de culpar a la alcaldesa, pero no supo dónde meterse cuando supo que la culpa había sido suya.