El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Y otros signos de poder
Pero si el ordeno y mando, pronunciado desde unos metros por encima de las cabezas de los súbditos, es la marca de la casa en los tiempos que corren en el Cabildo de Gran Canaria, hay otros signos que también dicen mucho de su Excelencia. Por ejemplo, si algún día tienen oportunidad de estar en el parque móvil de la Casa Palacio, no se pierdan el ceremonial que se reproduce cada día cuando llega el coche oficial del presidente. Personas que lo han visto con sus propios ojos relatan una escena cuasi ministerial (y decimos cuasi porque no conocemos ministro que lo haga): Soria no se apea de su coche fantástico que hace las veces de automóvil oficial sin que el funcionario correspondiente adscrito a cocheras le abra la puerta y se coloquen en guardia sus guardias de la guardia pretoriana, valga la reiterada reiteración. Son manías preministeriales, aseguran expertos en la materia, como la de no firmar ni un sólo documento que no llegue hasta su mesa dentro de una carpeta de piel, o la de condenar un ascensor para su uso exclusivo.
Pero si el ordeno y mando, pronunciado desde unos metros por encima de las cabezas de los súbditos, es la marca de la casa en los tiempos que corren en el Cabildo de Gran Canaria, hay otros signos que también dicen mucho de su Excelencia. Por ejemplo, si algún día tienen oportunidad de estar en el parque móvil de la Casa Palacio, no se pierdan el ceremonial que se reproduce cada día cuando llega el coche oficial del presidente. Personas que lo han visto con sus propios ojos relatan una escena cuasi ministerial (y decimos cuasi porque no conocemos ministro que lo haga): Soria no se apea de su coche fantástico que hace las veces de automóvil oficial sin que el funcionario correspondiente adscrito a cocheras le abra la puerta y se coloquen en guardia sus guardias de la guardia pretoriana, valga la reiterada reiteración. Son manías preministeriales, aseguran expertos en la materia, como la de no firmar ni un sólo documento que no llegue hasta su mesa dentro de una carpeta de piel, o la de condenar un ascensor para su uso exclusivo.