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Soria y la literatura epistolar

Soria ha escrito una carta a los arquitectos tocados por el dedo divino del trío del istmo, ramificación perfecta del Club de los Cinco, para explicarles que todo es perfectamente legal. Busca el presidente del Cabildo contrarrestar la anterior misiva que envió Javier Mena en la que exponía las irregularidades del concurso en el que sus colegas se hallan inmersos. Soria comete un par de errores de gran calado en su misiva, los dos de concepto, de pura estructura, y que contradicen su modo de expresarse y conducirse. Dice el que hasta ahora más se tapaba que los arquitectos que se oponen son “un sector del corporativismo arquitectónico local”. Mucho cambia su discurso cuando el negocio está por medio. Pero ¿no es éste el hombre que se escuda en la fuerza de los votos cuando alguien le rechista por sus columpiadas? ¿Deberían escribir otra carta los arquitectos destacando que la recibida desde el Cabildo la remite “un sector del corporativismo político local”? Si a Soria le gusta tanto recordar que está en su puesto por los votos, debería respetar las elecciones de la Demarcación de Gran Canaria del Colegio de Arquitectos. Sólo con sustituir “sector del corporativismo arquitectónico local” por “el Colegio de Arquitectos” (con su presidente democráticamente elegido a la cabeza), se evitaría Soria una nueva confesión a la que le obliga su práctica de la religión católica. El dichoso octavo mandamiento se le resiste.

Soria ha escrito una carta a los arquitectos tocados por el dedo divino del trío del istmo, ramificación perfecta del Club de los Cinco, para explicarles que todo es perfectamente legal. Busca el presidente del Cabildo contrarrestar la anterior misiva que envió Javier Mena en la que exponía las irregularidades del concurso en el que sus colegas se hallan inmersos. Soria comete un par de errores de gran calado en su misiva, los dos de concepto, de pura estructura, y que contradicen su modo de expresarse y conducirse. Dice el que hasta ahora más se tapaba que los arquitectos que se oponen son “un sector del corporativismo arquitectónico local”. Mucho cambia su discurso cuando el negocio está por medio. Pero ¿no es éste el hombre que se escuda en la fuerza de los votos cuando alguien le rechista por sus columpiadas? ¿Deberían escribir otra carta los arquitectos destacando que la recibida desde el Cabildo la remite “un sector del corporativismo político local”? Si a Soria le gusta tanto recordar que está en su puesto por los votos, debería respetar las elecciones de la Demarcación de Gran Canaria del Colegio de Arquitectos. Sólo con sustituir “sector del corporativismo arquitectónico local” por “el Colegio de Arquitectos” (con su presidente democráticamente elegido a la cabeza), se evitaría Soria una nueva confesión a la que le obliga su práctica de la religión católica. El dichoso octavo mandamiento se le resiste.