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La leche que dieron los yogures que Soria no quería vender

Todavía no nos habíamos recuperado del shock colectivo que supone que se tenga que demoler la Biblioteca Pública del Estado de Las Palmas de Gran Canaria cuando salta a la palestra otro vestigio del paso devastador de José Manuel Soria por las instituciones canarias. La vieja Central Lechera de Gran Canaria, convertida luego en Servicio Insular de Abastecimiento de Leche (Sialsa), acaba de cerrar el último capítulo de su existencia de más de 50 años con la subasta de su maquinaria en 400 lotes adquiridos por compañías de varios continentes. Ha sido el remate a una decisión adoptada en 2005 por quien era el presidente del Cabildo de Gran Canaria, titular entonces del cien por cien de las participaciones en la compañía que había logrado que la isla contara con una potente cabaña ganadera a la que se garantizaba la compra íntegra de su producción, que los grancanarios pudieran acceder a una buena oferta de productos lácteos bajo la marca de Sandra y que se diera trabajo a casi un centenar de personas. Soria llegó y vio que aquello podía ser un magnífico negocio para una empresa privada porque “el Cabildo”, dijo en una de sus frases para la posteridad, “no está para hacer yogures”. La historia del desmantelamiento de Sialsa es la de las componendas ideadas desde lo público con el sector privado, con el interés general colocado en último lugar y con unos resultados sociales y económicos catastróficos. Tras un concurso con unas bases redactadas a la medida, el Cabildo vende en 2005 la veterana Central Lechera por 12 millones de euros después de que una consultora a la que se pagaron 30.000 euros la valorara entre 12 y 15. La empresa Kalise-Menorquina se quedó con la firma y, tan solo cinco años después, comenzó su declive alegando una caída de las ventas, lo que le condujo a reclamar de la misma institución que se la había vendido que acudiera a una imposible ampliación de capital. Es decir, el Cabildo se desprendió de una empresa pública con beneficios que protegía la ganadería de la isla, y tras colocarse en pérdidas, el Cabildo debía recomprarla. El chollo del siglo. En 2012 entró en concurso de acreedores y este jueves se han subastado sus pertenencias.

Un gran pelotazo urbanístico

Ese gran gestor de lo público que es José Manuel Soria entregó a la iniciativa privada un emblema de Gran Canaria, con una marca, la lecha Sandra y todos sus derivados, muy introducida y valorada por los consumidores, y al tiempo dejó a los ganaderos a expensas de los precios que habrían de marcar desde entonces los operadores, provocando la ruina de muchos de ellos y los pingües beneficios de los que se han aprovechado históricamente de un régimen específico de abastecimiento (REA) que prima la importación de leche en lugar de la protección del sector primario insular. A cambio, el feliz adjudicatario del concurso se quedó con un negocio rentable y con un patrimonio inmobiliario de 64.000 metros cuadrados junto a la circunvalación de Las Palmas de Gran Canaria. El Cabildo, por su parte, ingresó en sus arcas 12 millones de euros, una cantidad idéntica a lo que el mismo gran gestor se gastó en comprar el inservible edificio de La Favorita en otra de esas operaciones suyas con un empresario beneficiado por medio. Desaparecida la actividad y dañada la ganadería insular, gana la competencia privada, los importadores de leche y los que se quedan con un suelo a la espera del correspondiente pelotazo urbanístico. Chócala, ministro.

Bañolas se inmola ante sus compañeros

Es lo que tiene poner el carro antes de los bueyes. El secretario general de Coalición Canaria en Gran Canaria, Fernando Bañolas, convertido de manera precipitada en el tour manager de Fernando Clavijo para su nominación a la candidatura nacionalista a la presidencia del Gobierno, vivió este jueves ante sus compañeros uno de esos amargos tragos que nada gustan en política. Pretendía preparar el terreno para una non nata conferencia de prensa de todos los secretarios insulares de CC que en el mundo son para anunciar urbi et orbi que apoyarán al alcalde de La Laguna ante la cita de septiembre del Comité Político Nacional del que habrá de salir la fumata blanca presidencial. Pero se encontró con una respuesta inesperada. Oye, Fernando, cuando tú vas a los periódicos y a las emisoras de radio diciendo que Gran Canaria apoya a Clavijo, ¿lo haces como secretario general o a título individual? La constancia de que no hay ningún acuerdo adoptado en favor de ninguno de los dos candidatos (Fernando Clavijo o Paulino Rivero) le condujo directamente a la inmolación: “Acudo como Fernando Bañolas, es decir, a título individual”. La siguiente pregunta es de libro: ¿Qué medio informativo invita a Fernando Bañolas persona física para consultarle su opinión personal e intransferible sobre las candidaturas de su partido? Y la respuesta, rotunda, ningunito. Quizás haya sido este patinazo el segundo más doloroso de la vida política del portavoz de CC en el Cabildo después del que vivió en esa Corporación cuando presenció cómo dos tránsfugas de su propia lista electoral se pasaban al PP y lo descabalgaban de la vicepresidencia sin haber calentado todavía la silla. No, Bañolas no tiene el apoyo de su ejecutiva para proclamar al mundo el apoyo a ningún candidato, al menos por el momento. Su entrega total a la causa clavijista es, por lo tanto, muy particular.

Juan Domínguez se hace del PP

Debe ser que no le salían las cuentas, que su amago de formar un partido personalista no alcanzaba ni para sacar un consejero. La consecuencia directa es que, como se veía venir, el vicepresidente tránsfuga del Cabildo de Gran Canaria, que llegó a la poltrona gracias a la coalición entre el CCN y CC, ingresó este mismo jueves de manera oficial en el Partido Popular de Gran Canaria. Juan Domínguez ha hecho una campaña personal de imagen pagada con dinero público de las que no se recordaban por estos lares, y su entrega a la causa pepera, en la que le ha acompañado como senadora por el mismo tercio del CCN ma non troppo, es pagada ahora por los populares otorgándole un carné de militante que, salvo error u omisión, no le servirá sin embargo para ir en las listas en las locales de 2015. Salvo que, como es norma, el PP rompa su norma y haga con él una excepción al precepto de llevar militando un año antes de tal privilegio. Ya se sabe que el PP es muy bueno de boca cuando se trata de acoger en su seno a personajes públicos de laxa moral y comportamiento contrario a las asumidas reglas de antitransfuguismo y anticorrupción. Porque Domínguez, como lo es su compañero en las mismas andanzas Antonio Hernández Lobo, son el paradigma del transfuguismo actual en Canarias. Y en su caso particular, además, se suma a esa alta consideración la sospecha de haber actuado con modos bastante definidos en el tipo político de la corrupción, denunciada ante la justicia por el partido que lo elevó a las más altas cotas de su incompetencia. Junto a Fernando Bañolas va a presenciar en primera fila las consecuencias lógicas de su pésima gestión a ambos lados de las bancadas del pleno del Cabildo, como empiezan a vaticinar algunas encuestas de próxima publicación que otorgan al PP una interesante caída y a CC unos dígitos que no pasan de la unidad. Y no nos tiren más de la lengua, porque a esas encuestas todavía le falta la variable Podemos, que podría amplificar el batacazo de casi todos los partidos en presencia.

Todavía no nos habíamos recuperado del shock colectivo que supone que se tenga que demoler la Biblioteca Pública del Estado de Las Palmas de Gran Canaria cuando salta a la palestra otro vestigio del paso devastador de José Manuel Soria por las instituciones canarias. La vieja Central Lechera de Gran Canaria, convertida luego en Servicio Insular de Abastecimiento de Leche (Sialsa), acaba de cerrar el último capítulo de su existencia de más de 50 años con la subasta de su maquinaria en 400 lotes adquiridos por compañías de varios continentes. Ha sido el remate a una decisión adoptada en 2005 por quien era el presidente del Cabildo de Gran Canaria, titular entonces del cien por cien de las participaciones en la compañía que había logrado que la isla contara con una potente cabaña ganadera a la que se garantizaba la compra íntegra de su producción, que los grancanarios pudieran acceder a una buena oferta de productos lácteos bajo la marca de Sandra y que se diera trabajo a casi un centenar de personas. Soria llegó y vio que aquello podía ser un magnífico negocio para una empresa privada porque “el Cabildo”, dijo en una de sus frases para la posteridad, “no está para hacer yogures”. La historia del desmantelamiento de Sialsa es la de las componendas ideadas desde lo público con el sector privado, con el interés general colocado en último lugar y con unos resultados sociales y económicos catastróficos. Tras un concurso con unas bases redactadas a la medida, el Cabildo vende en 2005 la veterana Central Lechera por 12 millones de euros después de que una consultora a la que se pagaron 30.000 euros la valorara entre 12 y 15. La empresa Kalise-Menorquina se quedó con la firma y, tan solo cinco años después, comenzó su declive alegando una caída de las ventas, lo que le condujo a reclamar de la misma institución que se la había vendido que acudiera a una imposible ampliación de capital. Es decir, el Cabildo se desprendió de una empresa pública con beneficios que protegía la ganadería de la isla, y tras colocarse en pérdidas, el Cabildo debía recomprarla. El chollo del siglo. En 2012 entró en concurso de acreedores y este jueves se han subastado sus pertenencias.

Un gran pelotazo urbanístico