El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
La última fantasmada de Larry Álvarez
Hay que tener presente, antes de analizar la última fantasmada de Luis Larry Álvarez que el actual portavoz del PP en el Cabildo era el lugarteniente y sherpa de José Manuel Soria cuando ambos entraron como elefantes en cacharrería en esa corporación, en un no tan lejano 2003. Las dos primeras medidas de esta pareja tan singular, ahora desparejada por esos extraños fenómenos de cama que se dan en la política, tuvo que ver con el sube y baja: subir a Soria seis escalones por encima del común y bajarle los sueldos y las aportaciones a los consejeros y grupos políticos de la oposición. Ambas medidas tenían como objetivo, por un lado, magnificar la insigne figura de ese ungido por alguna deidad desconocida para que los ciudadanos creyeran que estaban ante un gestor sin igual, como quedó luego acreditado, y de otro, marginar, ridiculizar y condenar a la inoperancia y a la indigencia políticas a la oposición, a la que se le prohibía de facto liberar a alguno de sus miembros para ejercer las tareas de fiscalización del grupo de gobierno, de mayoría absoluta del PP.
Hay que tener presente, antes de analizar la última fantasmada de Luis Larry Álvarez que el actual portavoz del PP en el Cabildo era el lugarteniente y sherpa de José Manuel Soria cuando ambos entraron como elefantes en cacharrería en esa corporación, en un no tan lejano 2003. Las dos primeras medidas de esta pareja tan singular, ahora desparejada por esos extraños fenómenos de cama que se dan en la política, tuvo que ver con el sube y baja: subir a Soria seis escalones por encima del común y bajarle los sueldos y las aportaciones a los consejeros y grupos políticos de la oposición. Ambas medidas tenían como objetivo, por un lado, magnificar la insigne figura de ese ungido por alguna deidad desconocida para que los ciudadanos creyeran que estaban ante un gestor sin igual, como quedó luego acreditado, y de otro, marginar, ridiculizar y condenar a la inoperancia y a la indigencia políticas a la oposición, a la que se le prohibía de facto liberar a alguno de sus miembros para ejercer las tareas de fiscalización del grupo de gobierno, de mayoría absoluta del PP.