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Que vengan los asesores

No íbamos a quedarnos tranquilos con el asunto de la designación de consejeros generales de La Caja por parte del PSC, que como les hemos contado anda metido en una de sus entretenidas crisis. Cuentan nuestros corresponsales que la cosa roza a veces el sainete durante esas reuniones en las que a alguien -pongamos que a Alfredo Herrera Piqué- se le ocurre preguntar que a quién designan sustituto de Pedro Cuesta en la Asamblea General de la entidad. Surgen los voluntarios y los nombres inducidos hasta de debajo de las piedras. Sin tino, es decir, sin reflexionar cuántos cursos de bachillerato suman entre todos ellos. Alguien osa preguntar por la experiencia en el mundo de la banca, o por los estudios en económicas y empresariales. O algún módulo de FP que echarse a la boca. Y salta otro alguien increpando: “¡Ya estamos otra vez con la titulitis!” Y surge una nueva pregunta: “¿y cómo van a distinguir, llegado el momento, entre el 'debe' y el 'haber'?” Y nueva y brillante contestación, “¿y para qué están los asesores?” Pues eso, que así se hace camino al andar.

No íbamos a quedarnos tranquilos con el asunto de la designación de consejeros generales de La Caja por parte del PSC, que como les hemos contado anda metido en una de sus entretenidas crisis. Cuentan nuestros corresponsales que la cosa roza a veces el sainete durante esas reuniones en las que a alguien -pongamos que a Alfredo Herrera Piqué- se le ocurre preguntar que a quién designan sustituto de Pedro Cuesta en la Asamblea General de la entidad. Surgen los voluntarios y los nombres inducidos hasta de debajo de las piedras. Sin tino, es decir, sin reflexionar cuántos cursos de bachillerato suman entre todos ellos. Alguien osa preguntar por la experiencia en el mundo de la banca, o por los estudios en económicas y empresariales. O algún módulo de FP que echarse a la boca. Y salta otro alguien increpando: “¡Ya estamos otra vez con la titulitis!” Y surge una nueva pregunta: “¿y cómo van a distinguir, llegado el momento, entre el 'debe' y el 'haber'?” Y nueva y brillante contestación, “¿y para qué están los asesores?” Pues eso, que así se hace camino al andar.