El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Como les veníamos diciendo
En ocasiones solo es necesario sentarse a esperar, aunque haya de pasar mucho tiempo. Otras veces la espera es cortísima, como el caso que nos ocupa. El presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna, ha tardado menos de un mes en confirmar lo que anticipábamos en esta misma sección en relación con el futuro próximo del viejo Estadio Insular. Preguntado por periodistas en una rueda de prensa que convocó para elogiar las cuentas de 2011, las que dejaron saneadas los socialistas de las herencias envenenadas, Bravo no pudo evitar decir parte de la verdad. Y lo que contó es que, efectivamente, habrá una explotación privada de ese espacio público mediante una modalidad de concurso que dijo que sería abierto pero que, en la madeja de sus propias palabras, terminó confesando que consistirá en recibir unas ofertas y decidirse por la mejor. Si lo llegan a apretar un poco y le preguntan por los encargos efectuados ya a estudios de arquitectura distintos al que ganó el concurso de ideas, seguramente habría dado algún nombre de algún arquitecto, por ejemplo el de Pedro Romera. O el de los empresarios que han mostrado su interés por hacerse cargo de la operación, los ya mentados aquí Rafael González Bravo de Laguna y Juan Miguel Sanjuan, de Satocan. Por cierto, a ver qué sintonizan ambos a partir de este viernes.
En ocasiones solo es necesario sentarse a esperar, aunque haya de pasar mucho tiempo. Otras veces la espera es cortísima, como el caso que nos ocupa. El presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna, ha tardado menos de un mes en confirmar lo que anticipábamos en esta misma sección en relación con el futuro próximo del viejo Estadio Insular. Preguntado por periodistas en una rueda de prensa que convocó para elogiar las cuentas de 2011, las que dejaron saneadas los socialistas de las herencias envenenadas, Bravo no pudo evitar decir parte de la verdad. Y lo que contó es que, efectivamente, habrá una explotación privada de ese espacio público mediante una modalidad de concurso que dijo que sería abierto pero que, en la madeja de sus propias palabras, terminó confesando que consistirá en recibir unas ofertas y decidirse por la mejor. Si lo llegan a apretar un poco y le preguntan por los encargos efectuados ya a estudios de arquitectura distintos al que ganó el concurso de ideas, seguramente habría dado algún nombre de algún arquitecto, por ejemplo el de Pedro Romera. O el de los empresarios que han mostrado su interés por hacerse cargo de la operación, los ya mentados aquí Rafael González Bravo de Laguna y Juan Miguel Sanjuan, de Satocan. Por cierto, a ver qué sintonizan ambos a partir de este viernes.