Canarias pierde casi la mitad del agua que obtiene de acuíferos y el mar en las redes de distribución

Interior de una galería excavada en Tenerife.

Iván Alejandro Hernández

6 de abril de 2022 12:38 h

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“Casi la mitad del agua obtenida del mar o de los recursos hídricos subterráneos y/o superficiales se pierde a lo largo de la red”. Es una de las estimaciones de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de La Laguna, con el que recabaron información sobre cinco instalaciones del ciclo integral del agua en Tenerife y tres en Gran Canaria. En concreto, en Tenerife estudiaron las principales instalaciones destinadas al ciclo integral del agua en Canarias: una galería, un pozo, una red de distribución de un municipio, una desaladora y una depuradora, todas ubicadas en la vertiente oeste. En Gran Canaria, analizaron una depuradora y dos pozos en la zona este.

Los investigadores estimaron que la cantidad de agua que se pierde antes de llegar al usuario final en las redes de distribución se estiman en un 60% en Tenerife y un 30% en Gran Canaria. Ello, junto a otros estudios, permite establecer una extrapolación de pérdidas en torno al 50% en todas las Islas, aunque el dato varía en función de cada municipio y, además, es un campo de estudio que reviste una alta complejidad.

Noelia Cruz, graduada en Ingeniera civil en la Universidad de La Laguna, es una de las investigadoras del grupo INGENIA al que se le encargó el proyecto en el que se enmarca el estudio titulado La huella hídrica del ciclo integral del agua en Gran Canaria y Tenerife, así como La huella ecológica del agua en Canarias.

Ambos forman parte de un convenio de colaboración con la Consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial del Gobierno de Canarias. Con un presupuesto de 126.000 euros y una duración de tres años, las investigaciones se centran en analizar la huella de carbono y la huella hídrica en el ciclo integral del agua (que ya ha finalizado), la agricultura (que se desarrolla este año) y el turismo (para 2023).

Cruz recuerda que antes del proyecto de colaboración con el Gobierno de Canarias, el grupo de investigación ya llevó a cabo estudios similares para Baleares. Allí “tenían unas pérdidas de agua en alta muy bajas, por debajo del 10%, que demuestra una gestión bastante eficiente. En Canarias hay municipios que pueden tener pérdidas en torno al 40 o el 50%, que es muchísimo. Es un problema sobre el que hay que trabajar”, señala.

Lo que sí es palpable, es que en el sector se es “consciente de que esas pérdidas existen y lo que falta es que se tomen medidas al respecto”, explica Cruz. Esta acción es aún más urgente en un escenario de cambio climático, con acuíferos sobreexplotados, que dependen de unas precipitaciones que se prevén que disminuyan a la par que aumenten las temperaturas y la variabilidad de los vientos. Mientras, la demanda de agua no cesará, ya que Canarias seguirá siendo un destino turísticos importante y cuenta con más de dos millones de habitantes.

“Tenemos la misma demanda y podemos presuponer que tendremos una menor recarga del acuífero por el cambio climático. Y el agua que extraemos la estamos desaprovechando, porque no toda va al usuario final sino que se pierde por el camino. Es clave reducir las pérdidas. No tiene sentido extraer agua limpia para que se pierda en el trayecto”, añade Cruz.

Para tratar de lograr estos objetivos, primero es necesario “tener una imagen clara y fidedigna del impacto que generan los principales sectores de actividad del Archipiélago, tanto en términos de carbono como de consumo de recursos hídricos, es fundamental para poder plantear el mejor camino hacia la descarbonización”, como señaló el consejero de Transición Ecológica, José Antonio Valbuena, durante la presentación del convenio de colaboración.

Huella hídrica

El estudio indica que conocer la huella hídrica permite poder aplicar medidas de ahorro de agua de forma más eficiente en Canarias. Este concepto contabiliza el volumen total de agua necesaria para producir los bienes y servicios consumidos por un individuo, una comunidad o una organización. Y existen tres tipos: huella hídrica azul; huella hídrica verde y huella hídrica gris.

Según Cruz, la verde, que está excluida del estudio, “es la cantidad de agua de lluvia que se incorpora a un producto” y está muy vinculado a la agricultura. La gris “es la cantidad de agua que se requiere para diluir contaminantes presentes en un agua residual”. La investigación se ha limitado a calcular la huella hídrica gris en las plantas de tratamientos residuales, ya que en las galerías de agua, los pozos y las redes de distribución, no se trata agua contaminada; y tampoco se ha tenido en cuenta la de las plantas desalinizadoras, ya que el agua de rechazo de estas infraestructuras es de mayor concentración de sal y se vierte de nuevo al mar.  Y, en las depuradoras analizadas, presentaban valores bajos.

La huella hídrica azul, incluye “la cantidad de agua potable que se requiere para el ejercicio de una actividad o para desarrollar un producto, es decir, qué cantidad de agua limpia se consume”. Es dentro de esta última, donde se tuvieron en cuenta las pérdidas en las instalaciones analizadas, desde la captación en las galerías y los pozos a la red de distribución. “Es agua potable extraída de una fuente y si en una red de abastecimiento, debido al estado de la misma, hay pérdidas de agua, estamos perdiendo huella hídrica azul”, añade Cruz. En este ámbito, se entiende la huella hídrica como las pérdidas de agua potable en las instalaciones. Y la red de distribución es la que tiene un dato mayor, seguida de los pozos y las galerías. La excepción son las desalinizadoras, que no genera huella hídrica porque la materia prima es el agua del mar. 

El estudio explica que la mayor parte de las pérdidas se producen en las redes de distribución porque tienen muchos kilómetros de longitud y trabajan con caudales de agua constantes, a diferencia de los pozos y las galerías. Por ello, propone que se analice en profundidad las características y la gestión de las instalaciones de captación de agua potable, así como las redes de distribución, para conocer realmente el alcance de las pérdidas de agua y su impacto en la huella hídrica del Archipiélago. También considera necesaria la monitorización de las redes para detectar las pérdidas para poder actuar con rapidez ante situaciones que supongan un elevado desperdicio.

“Sin duda lo más llamativo es que las redes de abastecimiento tienen un aumento de la huella hídrica debido a las pérdidas. Esto hace que la huella hídrica azul vinculada a una red de abastecimiento sea elevada, sobre todo en aquellas donde hay pérdidas importantes. Tenemos que tener en cuenta al cambio climático que empeorará y la disponibilidad de agua en territorios insulares será clave. Y hay que tomar medidas ya y no pensar que tenemos mucho tiempo, porque no es verdad”, resalta Cruz.

La investigadora también señala la importancia de cerrar el ciclo del agua mediante la optimización de la depuración y regeneración, “que se la considere un recurso y no un desecho”. Además, también reivindica la importancia de incorporar energías renovables a las plantas desanilizadoras, como placas solares, “para que sean sostenibles”, ya que precisan de mucha energía para producir agua y genera la huella de carbono más elevada, es decir, en el ciclo integral del agua, estas infraestructuras son las que más gases de efecto invernadero emiten.

Consejos insulares de aguas y ayuntamientos

El director general de Ordenación del Territorio y Aguas del Gobierno de Canarias, Víctor Navarro, comparte que “las pérdidas o las aguas no controladas” es “unos de los principales problemas” en el ciclo integral del agua“, de cara a garantizar la seguridad hídrica en las islas, es decir, que haya un suministro constante. Y para ello es fundamental ”la reducción del porcentaje de pérdidas, se puede entender como porcentaje tolerable en torno al 15%; pero todo lo que supere el 20% es algo de acción inminente“, añade.. 

Pero Navarro recuerda que el Ejecutivo regional no tiene competencias en las redes de distribución, ya que dependen de los consejos insulares de agua y de los ayuntamientos, quienes en ocasiones realizan una gestión directa o contratan a una empresa para que se encargue en concesión.  Esto lo complica todo aún más, porque “es un ramal de competencias que complica obtener un dato rápido”, algo que en ocasiones requiere hacer 30 llamadas en una sola dirección, explica Navarro, desde la administración regional a los consejos insulares y estos a su vez al servicio.

En este sentido, Navarro asegura que, en colaboración con los cabildos y los consistorios, el Gobierno de Canarias está intentando digitalizar el sistema “para compartir datos con mayor celeridad” que ayuden a una mejor gestión del servicio. Además, también se concede una subvención para abaratar el agua desalada y que sea beneficiario el consumidor que, a su vez, incluía las pérdidas. El director general de Aguas indica que se han comprometido a penalizar las pérdidas dentro de estas ayudas. “No podemos subvencionar lo que se pierde. El caso más acuciante es Lanzarote, que pierde muchísima agua y es casi toda desalada, que se la estamos subvencionando”, ha añadido.

Navarro también ha mencionado que “en los próximos meses sale una subvención relacionada con los fondos Next Generation para la mejora de los sistemas enfocados a la mejora de la eficiencia hídrica”. Y, en los últimos años, el Gobierno de Canarias “ha destinado partidas nominadas a consejos insulares y ayuntamientos para que mejoren su eficiencia hídrica de cara a retener pérdidas y para aprovechar y aumentar los caudales de agua regenerada”.

Porque para Navarro, la regeneración y depuración de aguas en las islas, que no llega al 30%, es otra de las acciones más importantes. “Del agua que consumimos hay un porcentaje importante que se vierte al sistema a través de agua residual; hay que regenerar más para cerrar el ciclo integral del agua”.

“Primero, hay que actuar en aquellas zonas donde no exista depuración. Segundo, en donde ya existan infraestructuras, mejorar las condiciones. Y tercero, garantizar la calidad del agua regenerada. Que sea constante”, ha subrayado Navarro.

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