La prevención de incendios frente a la conservación de la biodiversidad, un debate por reabrir en Tenerife

Efectivos de la UME en labores de extinción del incendio forestal de Tenerife, en las inmediaciones del municipio de Santa Úrsula.

Iván Alejandro Hernández

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Los incendios forestales son cada vez más virulentos. Tenerife ha sufrido el peor de todo el país en 2023, con más de 14.000 hectáreas quemadas desde el 15 de agosto, que ha movilizado numerosos efectivos de distintos rincones de España. Pero quienes se dedican a las labores de extinción coinciden en una máxima: la mejor manera de combatirlos es la prevención durante todo el año. Y una de las técnicas más efectivas son las quemas controladas o prescritas, que consiste en usar el fuego para limpiar determinadas zonas estratégicas que posibiliten limitar el avance de un incendio. Es una práctica extendida en Gran Canaria, que se ha posicionado como uno de los puntos principales de la Unión Europea para realizarla, a donde incluso van a formarse efectivos procedentes de la península o de otros países. Sin embargo, en Tenerife apenas se recoge en su plan anual para la prevención, vigilancia y extinción de incendios forestales 2023.

“Han hecho alguna, pero no, no hacen”, dice Federico Grillo, director técnico de Emergencias del Cabildo Gran Canaria, quien ha intervenido en el incendio en Tenerife y ha explicado su evolución durante las ruedas de prensa de forma didáctica e ilustrativa. “Nosotros apostamos cada vez más y lo tenemos muy claro: o quemas ciertas zonas o lo pierdes todo”, añade Grillo. Pero las acciones que desarrollan en materia de prevención los cabildos de Gran Canaria y Tenerife no solo difieren en las quemas controladas. En su plan, la cooperación tinerfeña aboga por implantar modelos de vegetación que actúen como cortafuegos aplicando desbroces selectivos, resalveos y podas; mantener limpias las pistas forestales para facilitar el acceso durante las emergencias y, también, una labor divulgativa destinada a concienciar a la población. Para ello, cuentan con ocho técnicos de servicio todo el año, doce agentes de medio ambiente, vigilantes (dos de ellos fijos) y una brigada de ocho efectivos, según el documento.

En cambio, el Cabildo de Gran Canaria detalla que durante la campaña de invierno (de noviembre a mayo) cuenta con 100 efectivos distribuidos en tres bases y un helicóptero a los que se suman unidades de otros colectivos estatales (como la UME), del Gobierno de Canarias o de otros puntos de la Isla. En verano, el personal propio de la Corporación Insular se incrementa hasta las 230 personas, que supera las 800 con otros cuerpos. Además de las quemas controladas, en la isla también se fomenta el pastoreo para que el ganado haga de cortafuegos natural, una acción que complementa con la restauración hidrológica para aprovechar el agua y mejorar las filtraciones en el terreno, controlar la densidad de los pinos mediante poda o limpieza, así como evitar la acumulación de materia vegetal o la limpieza de las pistas forestales, entre otras. También cuenta con el sistema Alertagran, un simulador 3D para mejorar la gestión de los incendios.

Jaime Coello, director de la Fundación Telesforo Bravo-Juan Coello, apunta que “el monte de Gran Canaria no es el mismo que el de Tenerife” porque mientras que la isla redonda tiene poblaciones en las zonas más altas, en Tenerife “hay una masa forestal, en gran parte propiedad de ayuntamientos y cabildo, pero bajo esa masa forestal es cuando empiezan las poblaciones”. A su juicio, en Tenerife las repoblaciones de pinos que se realizaron hace medio siglo ha generado que crezcan uno al lado del otro “sin espacio para nada más”, algo que “no le ha venido bien al monte”. Pero, sobre todo, llama la atención sobre el abandono de la agricultura y la ganadería en las zonas de medianías y también señala que “hay muchos núcleos que no tienen pistas asfaltadas y no pueden llegar ni un coche de bomberos, ni una ambulancia”. 

Coello manifiesta sus dudas sobre replicar las quemas controladas en Tenerife. “Hay un gran debate entre quienes son más partidarios de la conservación y quienes son más partidarios de la gestión forestal”. Pero, por ejemplo, considera que usar el ganado como cortafuegos “eliminaría una cantidad de endemismos muy grande”, por lo que aboga por intentar lograr un consenso entre todas las partes para acometer las acciones más adecuadas que aúnen la prevención contra incendios y la protección del territorio.

En este sentido, se ha pronunciado la Asociación para la Conservación de la Biodiversidad Canaria (ACBC) que demanda la compatibilidad entre la defensa contra el fuego y la conservación de la biodiversidad. En un escrito publicado el pasado 25 de agosto, aboga por incrementar el personal destinado a la vigilancia; actualizar la normativa acorde a la “peligrosidad climática”; recuperar barreras naturales contra el fuego con laurisilva en el norte en lugar de pinos exóticos y pino canario “plantado fuera de su área potencial” o promover la agricultura y ganadería en zonas rurales.

Jonay Cubas, presidente de ACBC, considera que para realizar quemas controladas en Tenerife “habría que hacer estudios” que tengan en cuenta sus efectos en las especies, las estructuras de la vegetación, en las semillas del suelo o en su composición química, porque “el fuego es malo para la conservación de la biodiversidad en todos sus niveles”. En este sentido, Cubas recuerda que cuando se habla de pinos también se está citando a “un ecosistema con aves, plantas, invertebrados, polinización, o la pinocha, que protege el suelo”. Así, considera que las quemas prescritas son “una técnica mas de prevención” que habría que analizar, pero también defiende “una gestión activa del territorio y gestionar los espacios naturales a su óptimo”.

Al respecto, el naturalista y consultor ambiental Ezequiel Navío, que ha desempeñado labores de asesoría de cambio climático para el Cabildo de Lanzarote y de Gran Canaria, considera que “si las quemas controladas ayudan a evitar un daño mayor en una zona forestal, es de sentido común”, porque de lo contrario, el resultado puede ser que “se queme todo”. Ahora bien, matiza que para llevarlas a cabo deben desarrollarse estudios o análisis de especialistas para decidir dónde y cómo se hacen. Pero Navío apunta que, para combatir los incendios en las Islas, sobre todo se debe primar la colaboración entre todo el Archipiélago, “que las islas trabajen codo con codo y de forma estrecha” desde la prevención a la extinción con sinergias similares.

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