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La ciencia canaria lanza un primer aviso sobre el impacto de la eólica marina: pone en riesgo el equilibrio de los ecosistemas

Un molino de viento flotante frente a la costa de Gran Canaria

Toni Ferrera

Las Palmas de Gran Canaria —

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El mar que rodea Canarias está cada vez más cerca de iniciar su revolución eólica y, con ella, el resto de transformaciones que conlleva: impulso a las energías renovables, creación de empleo, también innovación y riqueza. Sin embargo, existe una consecuencia de la implantación generalizada de molinos de viento en el océano que apenas se ha estudiado en el Archipiélago: cómo afectará a los ecosistemas marinos y qué implicaciones tendrá para la pesca.

De momento no hay mucha evidencia. Pero un estudio publicado recientemente en la revista Renewable and Sustainable Energy Reviews es el primer aviso lanzado por la ciencia canaria al respecto. Según la investigación, los aerogeneradores proyectados en las aguas que rodean a las islas de Fuerteventura y Lanzarote podrían generar cambios en la distribución de especies clave, como las aves y los cetáceos, además de una disminución en la biomasa de otras especies pelágicas, como los túnidos y pequeños pelágicos costeros, estos son la caballa, sardina o chicharro.

“Los cambios detectados en la distribución y abundancia de las especies clave pueden modificar la estructura y el funcionamiento del ecosistema, comprometiendo su resistencia y estabilidad”, concluye el trabajo académico.

La investigación ha sido realizada por el Grupo de Biodiversidad y Conservación del Instituto Universitario de Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (IU-ECOAQUA) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Los autores utilizaron un software denominado Ecopath with Ecosim (EwE) capaz de desarrollar modelos que permiten conocer el funcionamiento del ecosistema marino en la región en que se estudia.

La primera autora del estudio, Lorena Couce Montero, explica por correo electrónico que esta herramienta posibilita, en primer lugar, crear un modelo estático del ecosistema tomando como referencia un año en el que este se encontrara “estable”. Así, se recopiló información sobre las especies marinas que están presentes en las islas más orientales del Archipiélago relativa a la biomasa, producción, consumo o capturas de pesquería.

Una vez creado este modelo, continúa Couce, fue posible idear otro “dinámico” utilizando ecuaciones para modelar las interacciones y cambios en el ecosistema a lo largo del tiempo y a nivel espacial. El estudio incluye una serie de “funciones de forzamiento” relacionadas con el esfuerzo pesquero y la temperatura del mar como consecuencia del cambio climático.

La publicación también plantea tres posibles escenarios. En el primero de ellos solo se tiene en cuenta el efecto de la crisis climática en el ecosistema marino si se cumplen las proyecciones actuales. Mientras que en los otros dos se analizan las consecuencias tras la instalación de parques eólicos en el océano. En estos últimos, los firmantes de la investigación consideraron, por un lado, las zonas incluidas en el Plan de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM) para la demarcación canaria, hecho público el año pasado, y, por otro, las áreas más idóneas según la herramienta INDIMAR, desarrollada durante el proyecto PLASMAR+, también de la ULPGC.

Las conclusiones del trabajo académico muestran que el ruido inducido por la eólica marina tiene un efectivo “repulsivo” sobre las especies de cetáceos que las lleva a desplazarse de hábitat para evitar daños. El mismo razonamiento puede aplicarse a delfines y zifios. 

Este hallazgo no es baladí, puntualizan los autores, puesto que Lanzarote y Fuerteventura albergan una muestra “excepcional” de diversidad de cetáceos, sumando un total de 28 especies contabilizadas dentro del Área Marina Protegida (AMP), lo que ha provocado un auge de las empresas de ecoturismo especializadas en la observación de estas especies. De acuerdo con el Gobierno canario, existen 21 embarcaciones en ambas islas para desarrollar esta actividad, “por lo que es otro factor por considerar a la hora de determinar los impactos”.

Otra consecuencia ambiental reseñable concierne a las especies pelágicas que suelen ser objeto de la pesca artesanal en Canarias. El atún, la caballa o la sardina demuestran una “fuerte atracción” hacia los molinos de viento flotantes, los modelos que con casi total seguridad se implantarán en las Islas. Los firmantes de la investigación prevén una disminución de la biomasa de estas especies, pero agregan que la misma está “directamente relacionada” con su captura, ya que cuando los aerogeneradores las atraen y aglutinan, se vuelven más vulnerables a la pesca.

Este problema se acentúa al tener en cuenta el “valor económico considerable” del atún, lo que podría empujar a pescadores a maximizar sus capturas para optimizar sus ganancias, pero “comprometiendo” las poblaciones a medio y largo plazo. Según el estudio, la disminución de las especies pelágicas, aquellas que viven en aguas medias o cerca de la superficie, supondría pérdidas económicos de alrededor de 1,5 millones de euros. 

Conviene recordar que la planificación de la eólica marina en el Archipiélago está haciéndose a espaldas de la pesca. Alrededor de nueve de cada diez de los buques pesqueros de las Islas tienen menos de 15 metros de eslora, por lo que no están obligados a comunicar su posición (latitud y longitud), lo que hace que se desconozcan los caladeros en los que los pescadores tiran sus redes. Esto ha provocado que en el POEM de la demarcación canaria la información sobre el impacto de los molinos de viento en el sector sea “limitada y poco concluyente”, pues no es posible conocer la distribución espacial de la flota. 

En Canarias, los buques pesqueros son artesanales y faenan principalmente en aguas cercanas a sus puertos de origen. No obstante, durante las temporadas de atún, las embarcaciones viajan entre islas para aumentar sus capturas. En Fuerteventura y Lanzarote había 206 buques por el estilo en 2022 distribuidos en siete cofradías de pescadores. Se estima que el valor de las capturas alcanzó los 8,8 millones de euros.

El consejero de Transición Ecológica del Gobierno canario, Mariano Hernández Zapata (PP), ha asegurado que el Gobierno regional está buscando un desarrollo “compatible” de la eólica marina con otras actividades, como el turismo y la pesca. El presidente de la Federación Regional de Cofradías de Pescadores del Archipiélago, David Pavón, señala que está en la mesa de trabajo que ha creado el Ministerio de Transición Ecológica con el sector para tratar este tema, pero que no ha habido avances al respecto. Por su parte, el experto en gobernanza y protección del mar José Pascual, catedrático de Antropología Social y director del Instituto Universitario de Investigación Social y Turismo de la Universidad de La Laguna (ULL), cree que puede haber una incompatibilidad “casi total” entre ambas actividades.

“Si seguimos el ejemplo de Portugal, donde en torno a los molinos hay una zona de exclusión, la incompatibilidad con la pesca es total”, apunta Pascual en una entrevista con Canarias Ahora. “Pero hay otro escenario posible, el de la coubicación, que permite que el espacio que ocupen los molinos pueda ser utilizado para otras actividades. En nuestro país no está nada claro cómo va a ser eso”, añade.

El experto recuerda que la eólica marina plantea aún más retos en Canarias, como el impacto sonoro o la visibilidad de los molinos. Pero lamenta la falta de estudios en este sentido, en especial los relacionados con los aerogeneradores flotantes, cuya investigación continúa “en pañales”. Ante la premura por enterrar el uso de combustibles fósiles, Pascual teme que la necesidad de generar energía renovable desde el océano (el catedrático cree que aún habrá que esperar casi cinco años para ello) comience sin haber analizado antes todos sus efectos.

“No está claro cuál es la forma menos impactante de hacerlo, cómo prevenir los efectos secundarios. Para eso tienes que recurrir a la ciencia, pero lo que nos hemos encontrado analizando la literatura sobre esto es que los estudios sobre los impactos de los parques eólicos marinos están comenzando ahora”, concluye. Además, muchas de las investigaciones muestran lo ocurrido a posteriori, sin capacidad de comparar con lo que había antes. “Ahora los pescadores [en Portugal] se quejan de que no hay pescado. Pero no hay datos previos. Con una buena base para investigar cómo evoluciona el asunto, me quedaría mucho más tranquilo”, remacha Pascual.

El Gobierno nacional aprobó a finales de septiembre la regulación de la eólica marina y el resto de energías renovables del mar. La norma garantiza mediante procedimientos de concurrencia la instalación de esta tecnología en las Zonas de Alto Potencial (ZAPER) identificadas en los POEM. Es de espera que pronto salga la primera subasta para su desarrollo en Canarias, comunidad pionera en España en esta materia.

El Ejecutivo también ha establecido una “fase de diálogo público” entre los promotores y los sectores afectados para “incrementar las externalidades positivas” y la coexistencia de las instalaciones con otros usos de las aguas, como la navegación. A pesar de que esas mesas de debate aún no han llegado, el sector pesquero, sobre todo en Galicia, ya ha reclamado su cupo.

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