Un estudio de investigadores en Botánica de la Universidad de La Laguna ha apreciado pruebas de una “deuda de extinción” de los líquenes en el monteverde de Tenerife, probablemente derivada del declive de este hábitat en los últimos siglos.
La investigación ha sido realizada por Cristina González e Israel Pérez, del Departamento de Botánica, Ecología y Fisiología Vegetal de la Universidad de La Laguna, que han publicado la investigación en la revista Journal of Fungi, según ha informado la institución docente.
En el estudio han analizado los líquenes epífitos, aquellos que desarrollan su ciclo vital en las cortezas de los árboles, para analizar el estado de conservación del monteverde o laurisilva canaria.
Este estudio ha descubierto pruebas de una “deuda de extinción” en Tenerife, probablemente derivada del declive de este hábitat en los últimos siglos, y ha detectado evidencias que destacan La Gomera por su mayor grado de conservación de la laurisilva en comparación con Tenerife y La Palma.
Al respecto, explican los investigadores que tras un impacto profundo en un ecosistema, como puede ser la deforestación o un incendio, las especies ligadas estrechamente a él pueden sobrevivir en refugios no alterados durante un tiempo y, por tanto, no desaparecen en el mismo momento en el que ocurre la perturbación.
A este mayor número de especies que se presentan en un territorio respecto al número esperado por cuestión de espacio disponible, calidad de hábitat u otras condiciones se denomina “deuda de extinción”, esto es, las especies siguen existiendo aunque ya no poseen las condiciones necesarias para sobrevivir y su extinción es sólo cuestión de tiempo si no se adoptan medidas para revertir el daño.
Añaden que los líquenes son organismos duales, formados por al menos un hongo y un bionte fotosintético que viven en estrecha y obligada relación.
Estos organismos, presentes en todos los ecosistemas terrestres conocidos y capaces de desarrollarse sobre prácticamente cualquier sustrato, han sido ampliamente empleados debido a sus especiales características como bioindicadores y biomonitores de contaminación ambiental, calidad del aire en las ciudades y áreas industriales y cambios en el uso del territorio, entre otros parámetros.
En este trabajo se ha utilizado, para conocer el estado de conservación del monteverde canario, un bosque endémico de la región macaronésica altamente amenazado.
Sin embargo, hasta el momento no se había evaluado el efecto del impacto humano en este ambiente forestal a través del uso de los líquenes.
En este trabajo, el equipo investigador estableció 18 parcelas de estudio de 100 metros cuadrados en las islas con las mejores y más extensas representaciones de monteverde en el archipiélago, que son La Palma, La Gomera y Tenerife.
Se estudiaron los líquenes epífitos de las especies más frecuentes en este bosque (acebiño, laurel, faya y brezo) y en cada árbol se recolectó el material liquénico de un área total de 500 centímetros cuadrados en cada una de las orientaciones principales (norte y sur) para posteriormente identificarlos en el laboratorio.
Así, se identificaron 165 especies de líquenes: 96 para Tenerife, 82 para La Palma y 70 para La Gomera y, del total de especies, sólo un 24% fueron compartidas entre todas las islas: un 9% entre La Palma y Tenerife, 6% entre La Gomera y Tenerife y 5% entre La Palma y La Gomera.
El número de especies en las distintas islas no mostró diferencias significativas, lo que no encaja con la teoría de biogeografía insular más aceptada en este momento que propone que las islas de mayor tamaño presentan un mayor número de especies que aquellas que poseen un tamaño más pequeño.
Con la finalidad de testar si existe algún patrón en la distribución de los líquenes como consecuencia de la transformación del monteverde canario por parte del ser humano, el grupo investigador recurrió a analizar la distribución de estos organismos con respecto a la vegetación real, la que se desarrolla en un territorio, y la potencial, esto es, la que tiende la sucesión natural si el ser humano deja de intervenir en el territorio.
Fue entonces cuando fueron descubiertos indicios de una posible deuda de extinción en la diversidad liquénica epífita en el monteverde canario.
Para comprobar si este fenómeno se está produciendo en el monteverde canario con respecto a los líquenes y, por tanto, comprobar el estado de conservación del monteverde, el equipo responsable de este proyecto analizó las áreas de vegetación potencial y real como si fueran islas y observó que las mayores diferencias entre el monteverde potencial y el real se dan en Tenerife, seguido de La Palma y en último lugar en La Gomera.
Estos datos apoyan que esta última presenta las mejores representaciones de monteverde canario, actualmente protegido en el Parque Nacional de Garajonay.
En cambio en Tenerife el área total ocupada actualmente por el monteverde no debería presentar tantas especies si se acepta la teoría de biogeografía insular mencionada, añaden los investigadores.