Escritores, periodistas y divulgadores, coincidieron el pasado miércoles 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, para rendir homenaje y destacar la trayectoria de Cesar Manrique como uno de los mayores defensores de los valores de la naturaleza.
El acto, que fue organizado conjuntamente por el Instituto Cervantes y la Fundación César Manrique, comenzó con la proyección de la película Taro: El eco de Manrique, del cineasta Miguel G. Morales, ante un auditorio de más de un centenar de personas. Continuó con una mesa redonda en la que participó el propio Morales, el director de la Fundación César Manrique (FCM), Fernando Gómez Aguilera, el naturalista Joaquín Araújo y el urbanista Fernando Prats. Martín López-Vega, director de cultura del Instituto Cervantes, abrió el acto: “”Pocos como César Manrique nos enseñan que la convivencia con la naturaleza es un valor supremo“, señaló.
El periodista Saúl García, que moderó la mesa, planteó la pertinencia de mirar hacia el arte para buscar respuestas ante el reto del cambio climático y la ausencia de liderazgo mundial. Miguel G. Morales señaló que César “mostró un atisbo de utopía” y que su mensaje llega porque conecta “con nuestras pulsiones más primarias”. “Su mensaje es enseñar a ver, hacernos partícipes de la búsqueda de la belleza y nos alista como combatientes por un futuro mejor”, aseguró.
Araújo expuso que “el pensamiento ecológico es el más arriesgado” porque supone enfrentarse a los intereses que pretenden “devorar el paisaje”, y señaló que César “era una voz solitaria que pretendía algo que empieza a vislumbrarse como posible: aterrar a los poderes de este mundo”. Aseguró que Manrique ofreció el ejemplo de que para el ecologismo “poco hay más hermoso que dedicar la vida a defender la vida”.
Por su parte, Fernando Prats, redactor del Plan Insular de Ordenación de Lanzarote de 1991, que desclasificó cerca de 300.000 plazas, señaló que “César Manrique aún está por descubrir” y que hay textos suyos que tienen hoy vigencia absoluta. Contó su experiencia con el PIO de Lanzarote y aseguró que fue un trabajo “osado”, que intentó llevar a la práctica el discurso de César y que fue posible porque había un relato “de César que denunciaba y creaba” y porque “la inmensa mayoría de la sociedad lo entendía, lo comprendía y lo apoyaba”. “Nosotros solo pusimos nuestro conocimiento técnico para intentar desarrollar ese proyecto”, afirmó. “César – dijo - creó durante un tiempo no solo un territorio sino una sociedad en la que mandaba la población por encima de los intereses económicos”. Indicó que el PIO dio valor a la relación entre la ética y la estética y a “cuán hermoso es lo sencillo” y aseguró que después, con el paso de los años, casi todos los colaboradores de su equipo en la Isla fueron represaliados. Prats afirmó también que el arte y la cultura son imprescindibles como motor del cambio, para “ver futuros increíbles”.
Por su parte, Gómez Aguilera agradeció al instituto Cervantes que incorpore al patrimonio de la lengua una parcela de conocimiento tan decisiva en la actualidad como la naturaleza. Dijo que “uno de su nuestros grandes desafíos contemporáneos es la realidad” ya que estamos dominados por la visualidad pero no por la realidad, cada vez más oculta y deformada, y señaló que César Manrique, que se empeñó en descubrir y dar forma a la realidad esencial de Lanzarote, practicó disciplinas que no se comprendieron en su momento, por lo que es un artista “desencajado, fuera de las categorías comunes de la historia del arte”. A su juicio, reclama un abordaje crítico desde una perspectiva de libertad y no académica, desde una mirada transversal y desprejuiciada, como están practicando las nuevas generaciones. Fue más que un artista, “desbordó lo que se entiende convencionalmente por artista porque reclamó una función social para el arte, aplicada de forma muy singular a transformar el territorio y forjar un modelo de economía que, formateando el territorio desde el arte y la cultura, cambiaría radicalmente la vida de toda una comunidad”, un proyecto que compartió con la Administración pública, formando “una célula prodigiosa” con José Ramírez Cerdá, creadores de un patrimonio cultural moderno para Lanzarote tan relevante y original como el preexistente natural.
El moderador planteó si estamos asistiendo, como afirmó Saramago, a la segunda muerte de César Manrique o a una resurrección, por su legado. Para Araújo, “están amaneciendo nuevos panoramas” y el momento actual “es excelente para conocer la figura de César” porque su trayectoria puede ser “el gran antídoto del diagnóstico de salud del planeta, que es pésimo” y está llamada a desempeñar un papel aún más importante que el que desempeñó en el pasado. “No hay posibilidad de cambio sin apelar a ejemplos concretos, la cultura ecológica es la única que nos puede sacar de este atolladero y necesita espejos, referencias”, aseguró, y apuntó el “papel fundamental de la FCM”. Prats coincidió en la importancia del trabajo de la Fundación, “a la que le debemos muchísimo”, dijo, e insistió en el rol del arte como agente movilizador para el cambio: “En las luchas democráticas en España podíamos tener las ideas muy claras, pero los que nos sacaban a la calle y conmovían eran los cantautores o los poetas”. “César no ha muerto, tiene herederos, y si no vamos hacia la catástrofe, ese renacimiento lo elevará al mundo que le corresponde como una persona capaz de dar salidas positivas”, señaló.
Gómez Aguilera, finalmente, apuntó que hay que volver los ojos hacia los referentes culturales y que “las personalidades de la cultura no valen tanto por lo que son, aun siendo y valiendo mucho, sino por su capacidad para estimular la construcción individual y comunitaria del presente”. Destacó que ahora se manejan más claves para entender a César Manrique y que los procesos de cambio han de ser compartidos porque coexisten direcciones muy distintas, pero que no han perdido vigencia los faros culturales y sociales, a los que necesitamos. Desde esa perspectiva, concluyó, “César tiene mucho que ofrecernos, hacen falta referencias y liderazgos fuertes, críticos y pasionales como el suyo”. “Acumulamos cada vez más conocimiento, pero perdemos pasión y sin pasión el conocimiento es menos pujante”, indicó el director de la FCM.