Tras una edición polémica que dejó un agujero de 410.000 euros en las arcas regionales y un concurso que quedó desierto, el consejero de Cultura del Gobierno de Canarias, Isaac Castellano, encomendó directamente al tenor Jorge Perdigón que dirigiera el Festival Internacional de Música de Canarias.
Dos son los cargos que dejó en el camino la fallida cita, el del anterior responsable de la misma, Nino Díaz, y el de la exconsejera del área, María Teresa Lorenzo, cuyo maquillaje de cuentas fue premiado con la jefatura de la oficina del Gobierno de Canarias en la capital.
Perdigón asegura en una entrevista con Canarias Ahora que la próxima edición del festival, que ha estado a cargo de Canarias Cultura en Red hasta su llegada, terminará “sin déficit”. “Estamos haciendo un trabajo de control total sobre los gastos”, asevera.
Usted ha dirigido hasta el momento festivales de menor formato en La Palma, ¿qué le supone estar ahora al frente del Festival de Música de Canarias?
La ambición creo que es la misma, el llegar a hacer grandes conciertos y que la ciudadanía disfrute de ellos. Si los miramos en clave artística, creo que también están a la altura.
¿Los equipara al Festival de Música de Canarias?
Sí, por ejemplo, los solistas de este año en el Festival de Música de Canarias estuvieron el año pasado en La Palma.
Sin embargo, los que ha dirigido hasta el momento se centraban en una Isla y en esta ocasión la cita abarca varias.
No, por supuesto. Estoy aclarando las similitudes, evidentemente las dimensiones son muy diferentes. Desde luego, la singularidad y la originalidad que tiene este festival hace que la logística sea muy complicada. Pero el planteamiento artístico es el mismo, se trata de que vengan, de intentar que el presupuesto se estire lo máximo posible, dar calidad y sobretodo que la ciudadanía se interese por esa calidad.
Usted es consciente de la polémica generada en torno al festival el año pasado, también de que hubo un concurso que finalmente quedó desierto y que posteriormente le eligió el consejero directamente. ¿Cómo se plantea esta situación?
El Festival tenía la necesidad de que una persona se hiciera cargo, no tanto del 2018, aunque también. Evidentemente yo firmé el contrato seis semanas antes de que empiece la próxima edición, por suerte el programa estaba diseñado. Ahora viene la preparación de toda la ejecución, la logística, la promoción… De hecho, los abonos se empezaron a vender sin la promoción y la publicidad que ahora empezaremos a hacer, porque no estaba definida. Pero realmente esa no es la preocupación, sino la del festival de 2019.
¿Cómo le llegó a usted la propuesta para dirigir el FMC?
Yo estaba en La Palma muy bien, el festival tuvo el año pasado un enorme éxito, con un 96% de ocupación, de los que un 20% fueron menores de 18 años, ya que llevamos unos cinco años trabajando en eso. Contábamos con un presupuesto ridículo, pero supimos crear ilusión en los grandes músicos del mundo. Ese era mi trabajo hasta el 24 de noviembre. Me llamaron porque estaban interesados en conocer qué hice allí, para ver si eso se podía trasladar al Festival de Música de Canarias. Por supuesto que sí, porque ha servido de experimento ver qué funciona y poderlo hacer aquí. También tuvimos conversaciones para llegar a acuerdos y plantear necesidades de lo que creo que debería ser el festival y entre eso está la programación que queremos hacer a partir del próximo otoño.
¿Usted ni se planteó presentarse al concurso que posteriormente quedó desierto?
No me lo planteaba. Había algunas cosas en el concurso que no me interesaban, pero eso ocurre en todos.
¿Puede saberse cuáles en concreto?
Para cualquier profesional, aparecen unas bases que a lo mejor le pueden interesar o no. Además, habíamos tenido el 2016 y el 2017 gran éxito en La Palma y no tenía necesidad. El Festival de Música de Canarias es, realmente, un gran reto. A quienes nos gusta este trabajo, nos gusta afrontar estos retos. De hecho, yo canté en el festival en su día y como canario y músico, el festival tiene que seguir adelante. Se trata de no criticar y hablar de cosas que no sabemos, sino de intentar ayudar.
¿Cree que si se hubiera presentado al concurso, habría salido elegido?
No lo sé, no le puedo decir. Acabo de conocer a una persona que admiraba muchísimo, como Víctor Pablo Pérez y al señor Kuttenkeuler lo conocí hace una semana. Realmente no tengo ninguna información de lo que ocurrió.
En la visión que le traslada al consejero de Cultura se refiere a la necesidad de “normalizar” el festival, ¿qué significa eso? ¿Hacer tres festivales en uno es normalizarlo?
No, eso es un malentendido. No se trata de hacer tres festivales, sino de que el Festival Internacional de Música esté presente durante todo el año. Se trata de que el festival comience en octubre con una parte formativa de cara a unos 15.000 o 20.000 escolares de todas las islas con comunicadores musicales y formaciones exclusivamente canarias. En este punto podremos dar un poco más de chance a los músicos canarios, a los que debemos dar posibilidades para que se expresen. Haremos un circuito de seis u ocho semanas, dependiendo del presupuesto, por todas las islas preparando a todos esos escolares para el festival que viene en enero y febrero. Queremos que no solo se incorporen, sino que se vaya creando una expectativa.
Me planteaba también la importancia que tiene la música contemporánea. Aquí tenemos muchos y muy buenos compositores, por lo que creo que podríamos crear en abril una programación de unos 10 días en una isla para empezar - por temas de presupuesto - donde se pudieran expresar sus obras, pero también las de los grandes compositores de centro de Europa, por ejemplo. Es decir, hacer coproducciones con festivales de música contemporánea en centro Europa. En esos diez días se llevarán a cabo no solo conciertos, sino también charlas, audiciones...pretendemos que vengan intendentes o agentes musicales para crear ese espacio que evite la distancia que hay entre Canarias y Europa y que permita a los isleños exportar sus obras. El festival intentaría que ese hándicap no fuera tan difícil.
Si ya de por sí la anterior edición del festival dejó un agujero de 410.000 euros, ¿hay presupuesto para llevar a cabo esta nueva propuesta?
Probablemente sí. Este año vamos a terminar el festival, le aseguro, sin déficit. Por mi experiencia en los 15 años que llevo como gestor he tenido que trabajar siempre con presupuestos humildes. Estamos haciendo un trabajo de control total sobre los gastos. Siempre al final vienen más, por eso estamos intentando tener un colchón dentro del propio presupuesto para salir adelante. Por supuesto, a partir de marzo de 2018, uno de mis trabajos más importantes será contactar con la empresa privada, que lleva años sin tener presencia en el festival. De hecho, he tenido algunos contactos que son muy positivos, porque la labor educativa para 20.000 niños es muy atractiva para muchas fundaciones.
¿En base a qué hace esa previsión de que no va a haber déficit este año, la campaña de abonos ha ido bien?
Sí, la campaña de abonos se ha cerrado un poco por debajo de lo que fue la del año pasado, sin ninguna promoción ni publicidad.
¿Eso no es negativo?
No, es buenísimo. Si hubiésemos hecho mucha promoción o publicidad y estuviéramos a la par o un poco por encima, sería un fracaso. A nivel económico, se ha recaudado más, porque los precios eran más elevados.
Pero si la cifra de abonados es más o menos equiparable a la del pasado año, ¿qué le lleva a pensar que no habrá déficit?
Por las expectativas que tenemos y los cálculos que se han hecho, que son muy justos y en los que se tiene en cuenta la subida de precios. El año pasado quizás fue un intento loable, pero peligroso. Ahora lo estamos intentando llevar con mucho cuidado y las previsiones que tenemos van a estar desbordadas sin duda.
¿Cuál es la clave del éxito en una cita como ésta? ¿Traer a una gran orquesta?
No, la clave es la contratación. Cuando se contrata a una gran formación o solista hay que saber lo que se va a gastar y el festival tiene ya mucha experiencia para saber de una forma bastante certera lo que se gasta en producción, en promoción, en contratación de orquestas, solistas y puede haber al final un 5% de incremento, que se reserva.
¿El peso del triunfo está, entonces, en el presupuesto y el caché?
No, el éxito está en los músicos y el público. El presupuesto es la vía para poder presentar, dependiendo de la cantidad que se tenga hay que utilizar más fantasía o uno puede trabajar de una forma más relajada. En este caso me toca seguir trabajando con mucha fantasía, para ver cómo se puede sacar adelante con un presupuesto limitado y que no lo parezca en el resultado final. Es un reto y a cualquier profesional le gusta poder trabajar en ese sentido.
¿Ya está cerrando contrataciones para 2019 entonces?
Sí, estoy perfilando, es decir, abriendo el abanico de posibilidades, teniendo presupuestos reales de lo que costaría y sin tomar decisiones todavía. Ahora estamos 25 horas al día trabajando en el de 2018, estamos terminando de preparar la ejecución y aunque solo he tenido cinco semanas va a ir muy bien. Pero si le soy sincero, lo que más me gusta es diseñar el programa.
¿Las bandas canarias tendrán un hueco?
Creo que deben tener un hueco propio, sería otra actividad por hacer. Si la actividad de música contemporánea la hiciéramos entre enero y febrero, con el grueso del fetival, no tendría quizás la repercusión tan importante que nosotros queremos darle. Lo mismo ocurriría con las bandas canarias si están a la sombra, por ejemplo, de una de las orquestas más importantes del mundo, como lo es la Filarmónica de Viena.
A veces nos preguntamos por el presupuesto que el Gobierno invierte en la música y no nos planteamos si es el colectivo con más profesionales en el arte que tiene Canarias. O la mayor cantidad de estudiantes, en dos conservatorios y escuelas de músicas de los Cabildos, en cada ayuntamiento, bandas de música, coros...
¿Cree que el Festival de Música de Canarias podría sobrevivir a otro fracaso?
Depende de las necesidades que la ciudadanía tenga del festival. Una de las ilusiones que tengo, diría la más importante, es que se vaya incorporando más y vea el festival como algo normal. Creo que la normalización del festival es que la gente se sienta orgullosa de tenerlo, aunque no vaya. Simplemente es una actividad que puede ser atractiva para cualquier persona, que pueda acercarse a la música clásica sin problema. Si se consigue que la ciudadanía vaya poco a poco sintiendo cada vez más el festival como suyo, puede que vengan crisis, pero se saldrá adelante.