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Un estudio en Canarias confirma un secreto a voces: la temporalidad reduce la productividad de los trabajadores

La elevada tasa de temporalidad del sector hotelero de Canarias reduce la eficiencia técnica y la productividad de los trabajadores, según un estudio publicado recientemente en la revista Investigaciones turísticas y elaborado por académicos de la Universidad de La Laguna (ULL).

El trabajo analizó a través de microdatos del Instituto Canario de Estadística (ISTAC) el efecto de la alta tasa de contratos temporales sobre gran parte de la planta alojativa de las Islas, unos 407 hoteles, entre 2010 y 2016.

Los investigadores encontraron que aquellos complejos turísticos con altos niveles de temporalidad tienden a reducir su eficiencia técnica y productividad. En términos cuantitativos, los hallazgos sugieren que, si un hotel con 100 trabajadores, de los cuales 25 son temporales, decide aumentar la proporción de estos últimos hasta alcanzar los 35 empleados eventuales, su ineficiencia se incrementará en un 8,5%.

La conclusión del estudio es que hay margen para trascender la visión de conflicto entre trabajador y contratador, ya que “ambos ganan” si la plantilla logra estabilidad laboral, según uno de los firmantes de la publicación, Francisco J. Ledesma, doctor en el departamento de Economía, Contabilidad y Finanzas de la ULL.

“Unos son seres humanos más satisfechos con su trabajo y vida. Y otros mejoran sus cuentas de resultados”, resume el experto.

El análisis se centra en Canarias, un laboratorio para la investigación sobre los efectos de la temporalidad, donde la tasa de contratos eventuales en 2016, el último año del periodo estudiado, era del 40%, mucho más cuantiosa que la reportada en el conjunto de España (27,5%), la Unión Europea (14,2%) y los países que componen la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), del 11,2%.

Los autores del trabajo midieron la eficiencia técnica y productividad de los hoteles mediante un método estadístico denominado frontera estocástica de producción, que permite incluir distintas variables como pernoctaciones, precios y modalidad de contratación de los trabajadores para determinar el rendimiento promedio de los complejos turísticos.

El estudio “no se centra en estimar y comparar las productividades entre fijos y eventuales”, remarca Ledesma, pero los resultados sugieren, en líneas generales, que cuanto mayor es la tasa de temporalidad, menor es la eficiencia técnica y la productividad. Además, las diferencias entre la mano de obra temporal y la fija son más importantes en el caso de los hoteles con elevadas tasas de eventualidad y los que ofrecen servicios de alta calidad.

Para los firmantes de la publicación, existen hasta seis razones que pueden explicar este hecho entre el personal eventual: menor satisfacción laboral; menor salario y, por tanto, esfuerzo; menor formación en el puesto de trabajo; mayor inseguridad en el trabajo y problemas de salud; menor compromiso organizativo y menos incentivos a la innovación.

Este es un pequeño resumen de lo que la literatura académica ha descrito como “costes” de la temporalidad en el trabajo. Con ella, los empleados suelen comportarse con la máxima de “yo estoy en este barco [el de la empresa], pero en realidad no me siento partícipe”, reflexiona Ledesma. “Y claro, en este caso, la inseguridad, los daños a la salud (física y mental) y el menor grado de compromiso deterioran también el esfuerzo, la productividad y la eficiencia”, agrega el experto.

El estudio incorpora una tabla muy ilustrativa en este sentido con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Eurostat, el Ministerio de Trabajo y una encuesta de condiciones laborales realizada en España en 2015. Detalla que, mientras el salario anual de un trabajador con contrato fijo alcanza los 24.516 euros de media, el de uno temporal asciende a 16.568 euros. También señala que el riesgo de pobreza para el primero es del 7,3% y para el segundo del 23%. Y, al mismo tiempo, que la tasa de accidentes laborales es de 25,3 por cada 1.000 trabajadores, pero de 50,6 en el caso de ser eventuales.

La temporalidad fue diseñada para usarla de manera “excepcional y provisional”, subraya el artículo, pero se convirtió en el contrato “casi universal” en el mercado laboral español, al menos hasta la entrada en vigor de la reforma laboral de 2022.

Los empresarios han preponderado los llamados “beneficios” de esta modalidad de contratación, que son tres, según investigaciones: contar con trabajadores temporales para hacer frente a las oscilaciones de la demanda; rebajar el “riesgo moral” de tener a empleados fijos en la plantilla, ya que estos podrían conformarse y no esforzarse; y que los contratos de este tipo sirvan como “instrumentos de selección” y “trampolines” hacia el empleo permanente.

Ledesma reconoce que la literatura es “mixta” y apunta que la temporalidad tiene sus costes y beneficios, pero en este caso, el del sector hotelero de Canarias, “los resultados son bastante claros”.

Para el investigador de la ULL, los empresarios de la industria turística del Archipiélago, donde la tasa de eventualidad ha pasado del 30,6% en el segundo trimestre de 2016 al 15,4% en el mismo periodo en 2024, “se están moviendo en la dirección correcta tras la reforma laboral”, pero “deberían reflexionar acerca de los problemas que están teniendo para captar trabajadores, ya que puede deberse a las duras condiciones laborales”.

Ledesma recuerda la conocida como gran dimisión laboral que comenzó en Estados Unidos tras la pandemia de coronavirus, cuando millones de estadounidenses insatisfechos con su trabajo o salario renunciaron a él. “La gente se paró y dijo: ¿en qué condiciones estoy viviendo? Conciliación familiar, nivel de estrés, condiciones laborales, infelicidad…”, enumera el investigador de la ULL.

En Canarias, por otro lado, las manifestaciones contra el turismo masivo del pasado 20 de abril también incluyeron reivindicaciones por el estilo, lanzadas principalmente por las trabajadoras de hoteles, las kellys, quienes han asegurado sufrir “los mismos problemas o más graves que antes” de la crisis sanitaria.

La publicación del trabajo de Ledesma y el resto de los autores llega en plena crisis de la productividad de la economía canaria. En el año 2000, el rendimiento del empleo en las Islas era 612 euros superior a la media estatal, según un estudio del Gobierno regional. Sin embargo, ese valor se situó en 2022 en -8.108 euros con respecto al promedio nacional. Revertir esta tendencia es “el principal desafío de Canarias de los próximos 20 años”, dijo el presidente autonómico, Fernando Clavijo.

El Ejecutivo ha creado el Consejo Canario de la Productividad para hacer “despegar” la economía isleña. La Consejería de Turismo también ha creado una cátedra en la misma línea.

Expertos han recordado, no obstante, que no se trata de “crecer por crecer para acumular más euros en las estadísticas de contabilidad nacional”, sino que hay que “aspirar a conseguir una sociedad más plena y justa, y en este ámbito la igualdad o la equidad tienen una importancia incuestionable”, puntualizó el economista David Padrón en la presentación del ensayo Canarias, misión productividad, escrito junto al también economista Antonio Olivera, director de Gabinete del ministro de Política Territorial y expresidente de Canarias, Ángel Víctor Torres.