La productividad de la economía canaria sigue cayendo en picado, ¿es la semana laboral de cuatro días una solución?
Los trabajadores del Archipiélago fueron los que más horas al mes dedicaron al empleo en el primer trimestre de 2023 (153,8) y no fueron efectivos en al menos 16,4 de ellas, según el INE. Cada vez más estudios concluyen que hacer de los jueves los nuevos viernes aumenta la satisfacción y rendimiento
Carlos Jiménez solo quiere ser más feliz. Es gerente de una tienda de venta online y presencial de productos tecnológicos en Las Palmas de Gran Canaria y desde hace poco menos de un mes comenzó a regalarse (a él y al resto de la plantilla) lo único que no es posible comprar con dinero: tiempo. En un contexto de continua pérdida de productividad económica y horarios interminables, ha tenido la encomiable idea de adoptar la semana laboral de cuatro días sin recorte salarial. Y ahora que lo ha hecho, no puede parar de presumir de todo lo que está a punto de ganar.
“Queremos que nuestro equipo tenga mayor calidad de vida sin sacrificar la parte económica. Y eso significa tener más días a la semana para descansar. (…) Por la salud física, por la salud mental, por la alegría de venir a trabajar y porque siempre se puede hacer diferente”, defiende en una entrevista concedida a Canarias Ahora. En España, una de cada cinco personas sufre “pobreza del tiempo”, esto es, no tener dos horas libres al día, según un estudio firmado en 2021. Por lo que Carlos no es el primero ni será el último en hacer de los jueves los nuevos viernes.
Cada vez más empresas han acordado reducir las horas semanales trabajadas a medida que los países financian proyectos piloto que detallan las bondades de la innovación. Los expertos advierten que no todas las industrias económicas podrán acogerla al mismo ritmo. Y menos en Canarias, donde el 86% de los empleados pertenece al sector servicios. Pero de alguna forma hay que abrir el melón de la productividad en el Archipiélago.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), los trabajadores de las Islas trabajaron de media 153,8 horas mensuales durante el primer trimestre de este año. Es el dato más elevado de España, por delante de la Comunidad de Madrid (153,6), Aragón (152,1), Baleares (151,7) y Cataluña (151,4). El problema es que, de todas esas horas, solo 137 fueron realmente efectivas. Que curiosamente también es la cifra más alta de todo el territorio nacional. Lo que viene a decir, en plata, que los isleños trabajan más que nadie y cobran, además, menos que cualquiera (sueldo promedio de 1.493 euros, el más bajo del país, según la Agencia Tributaria).
Canarias lleva años experimentando un preocupante descenso de la aportación de los trabajadores al Producto Interior Bruto (PIB), el medidor por antonomasia de la riqueza de las regiones. En 2012, la relación entre el número de ocupados (741.800) y el PIB era de 52.847 euros por persona; en 2021, con los últimos datos oficiales, ese vínculo ha caído a los 43.046 euros.
La patronal rabia ante las cifras y dice que “tenemos más empleo y trabajamos menos horas, estamos apoyando el no trabajar”, apuntó hace unos días el vicepresidente de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE), José Cristóbal García. Pero precisamente es esto último lo que algunos economistas piden: pasar menos horas en la oficina, en la obra, en la fábrica. Así, según múltiples estudios, la salud física y mental del personal aumenta. Y el rendimiento, más de lo mismo.
“En los últimos 50 años, nuestra sociedad ha cambiado muchísimo, pero seguimos trabajando cinco días y 40 horas a la semana. Necesitamos un cambio y creo que los primeros indicios ya están ahí. Primero, porque quien está liderando este movimiento no son los sindicatos, sino las empresas. Compañías que han reducido el tiempo de trabajo y ven muchos beneficios: los empleados trabajan mejor, es más fácil reclutar, también retener a los miembros de la plantilla”, argumenta Pedro Gomes, economista portugués, profesor de la Birkbeck University of London y autor del libro Friday is the New Saturday: How a Four-Day Working Week Will Save the Economy (El viernes es el nuevo sábado: cómo una semana de cuatro días laborales salvará la economía).
Las evidencias de las que habla Gomes comienzan a amontonarse. En Islandia, el Gobierno nacional llevó a cabo un ensayo de semana laboral más corta sin reducción salarial durante cuatro años en el que participaron más de 2.500 personas (cerca del 1% de la población del país) de 66 centros diferentes. El análisis de los resultados reveló que los participantes experimentaron un incremento “significativo” del bienestar, una disminución del conflicto percibido entre el empleo y el ocio y los niveles existentes de prestación de servicios se mantuvieron como mínimo y, en algunos casos, mejoraron.
En Japón, la división en el país de Microsoft desarrolló durante un mes la misma idea para que toda la plantilla, de unos 2.300 técnicos, tuviera todos los viernes libres sin deducción en la renta. Conclusión: la productividad aumentó un 40%. Y en el Reino Unido, el mayor estudio hecho hasta la fecha en este sentido, con unos 3.000 trabajadores y 61 compañías y publicado hace unos pocos meses, terminó con resultados más que halagüeños: el 92% de las empresas participantes quieren continuar con el nuevo horario, los asalariados están más satisfechos y los negocios ganan lo mismo o más.
En resumen, los estudiados beneficios de la semana laboral reducida hacen que cada vez más países apunten en la misma línea. España pisó el acelerador en la última legislatura y recientemente aprobó ayudas para un total de 41 sociedades empresariales, tres de ellas canarias, con el objetivo de testar este nuevo marco profesional. En el Archipiélago, muy pocas firmas han dado el paso. Pero Margarita Ramos, catedrática en Derecho del Trabajo por la Universidad de La Laguna (ULL), cree que es un buen momento para ello.
“Veo perfectamente viable su implantación en las Islas, donde se trabaja (de promedio) mayor número de horas que la media nacional y se cobran menos salarios que el promedio estatal. Reducir la jornada laboral semanal puede constituir un claro incentivo a concentrar el esfuerzo y la capacidad de trabajo en tramos horarios y en tramos diarios más reducidos. La presencia en el trabajo durante un gran número de horas, por fuerza, no equivale a mayor y mejor calidad. Eso es algo que ya ha sido demostrado con datos empíricos”, razona la experta.
En las Islas hay muchas dudas relativas a este asunto. Primero, cómo abrazar la medida en una economía vertebrada en empleos de cara al público. Y segundo, cómo coordinar al tejido empresarial canario, donde más de la mitad de los negocios tienen menos de cinco asalariados. “Es verdad que para algunas industrias es más difícil. Pero la economía va a agradecer el aumento del tiempo libre. Imagina que la Unión Europa adopta la semana laboral de 4 días, ¿hacia dónde crees que irán los turistas de Francia o Inglaterra que no a Canarias? Tendrá un impacto positivo”, remarca Gomes.
La buena noticia es que ya hay compañías del sector de la restauración con la andadura iniciada. La Francachela, en Madrid o el restaurante Casa Rubio, en Córdoba, son los primeros ejemplos. La impulsora de la campaña mundial por una semana laboral de cuatro días, Charlotte Lockhart, dijo en una entrevista a elDiario.es que “muchas organizaciones que se dedican a la industria manufacturera, la hostelería o la atención de la salud están teniendo éxito con esto” porque, continúa la empresaria, “la eficiencia proviene de la parte de la producción”.
Y con respecto al tamaño de los comercios, el propio Gomes defiende que son las pymes las corporaciones con mejor capacidad de adaptación para lograrlo. De hecho, la mayoría de las marcas que participaron en el ensayo de Reino Unido tenían entre 11 y 25 trabajadores.
La lógica invita a pensar que puede haber más dificultades en unos sectores que en otros. Pero ya hay casos concretos. Ramos, además, considera que “han aparecido nuevas formas de prestar trabajo” que, por un lado, han difuminado aún más las líneas entre el tiempo dedicado al empleo y la desconexión, y, por otro, aunque resulte paradójico, hacen factible también la instauración de la reducción de la semana laboral. “La concentración de la jornada en menor número de días puede ser una herramienta muy potente para hacer más competitivas a nuestras empresas y ofrecer a las personas trabajadoras mejores condiciones de trabajo y vida”.
La ministra de Trabajo en funciones, Yolanda Díaz, propuso durante la campaña electoral reducir ya en 2024 la jornada a 37,5 horas semanales sin recorte salarial y en un “en un periodo razonable”, alrededor de los diez años (2032), alcanzar la meta de las 32 horas. En palabras de Jesús Lahera Forteza, catedrático del Derecho del Trabajo en la Universidad Complutense (UCM), algo así “no debe ser [solo] por ley dada la heterogeneidad del mercado” y que “la herramienta es, sin cambio legal alguno en la jornada máxima, la negociación colectiva sectorial y de empresa”.
De momento, en cambio, hay dos bandos al respecto. Mientras el 67% de los empleados ve factible trabajar cuatro días con la misma renta, solo el 8% de los empresarios opina lo mismo, según un informe de Adecco.
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