Las cifras de pobreza y exclusión en Canarias hacen tambalear su imagen de paraíso turístico de sol y playa. Las Islas recibieron cerca de 16 millones de turistas en 2023, el mismo año en el que el riesgo de pobreza o exclusión social golpeó al 34% de la población. “Hemos naturalizado condiciones laborales muy precarias”, sostiene la pedagoga y educadora social Natalia Oldano. Siguiendo la estela de las movilizaciones masivas del 20 de abril contra el turismo desmedido, Gran Canaria ha acogido esta semana un encuentro sobre trabajo digno. El objetivo: “levantar la toalla” y analizar el sistema de trabajo que mantiene el modelo económico del Archipiélago.
Para Oldano, cuatro elementos determinan si un trabajo es digno o no: el tiempo que consume, la “honestidad” del salario, la protección de los derechos de los empleados y que estos encuentren en su puesto “un sentido para la vida”. “Estos factores van desde cubrir las necesidades básicas hasta tener un trabajo que permita vivir una vida que merezca la pena. En esto consiste la dignidad, una palabra con mucha fuerza que tiene que ver con el respeto, con honrar la vida en términos generales”, explica la experta. Para la educadora social, para alcanzarlo es clave poner en el centro “a las personas y a los cuidados”, y no las ganancias, la productividad o la economía.
En el caso de Canarias, la precariedad o la falta de vivienda ha relegado a un segundo plano el cuarto elemento, el de encontrarle sentido al puesto. “Hemos construido un modelo de sociedad muy vinculado al modelo turístico y estamos naturalizando condiciones muy precarias de trabajo y de explotación en este ámbito”, sostiene Oldano. La pedagoga considera que los debates que han surgido tras las movilizaciones del 20 de abril deben suponer un “momento bisagra”: “Canarias no vive del turismo, el turismo vive de Canarias y lo estamos permitiendo”.
Esta “normalización” de la precariedad golpea especialmente a las mujeres y, en concreto, a las mujeres migrantes. “Estamos naturalizando esas manos feminizadas de mujeres, generalmente latinoamericanas, que están trabajando por condiciones que nadie acepta. En empleos que no cumplen con estos cuatro elementos y que exigen ritmos indeseables. Se habla de una nueva esclavitud”, apunta Oldano.
Para las personas en situación administrativa irregular, alcanzar condiciones dignas de trabajo es imposible. “Quienes están en esta situación viven de una manera incompleta. Por miedo a la deportación no se denuncia, y por obligación se aceptan condiciones que nadie aceptaría. Además, hay varios factores emocionales que no permiten encontrar un sentido al trabajo”, indica Oldano, que además es agente de Igualdad y especialista en migraciones, políticas de cuidado y metodologías participativas. “La precariedad viene del lado de la irregularidad porque el sistema lo permite. Necesita aumentar ganancias con personas que hagan el trabajo por sueldos muy precarios. Esa explotación favorece las tasas de ganancias que hoy algunos sectores tienen”, añade. Para ella, es necesaria una reforma en la Ley de Extranjería que sea “sensible” en materia de cuidados.
Salud mental
No acceder a un trabajo digno pone en peligro la salud mental de la población. “Llega un momento en el que las personas dicen basta por salud mental, cuando tienen una ansiedad que no les deja ir a trabajar, tienen depresión, no llegan a final de mes… y por no hablar del alquiler”, indica Oldano. “Yo tengo el problema de salud mental que me está agobiando y agotando, pero es el sistema el que está creando esas condiciones para que la salud mental se vea afectada. El problema no es la persona, sino el sistema y las condiciones de explotación que permite y que como sociedad hemos naturalizado”, subraya la experta.
En esta línea, propone cambiar el foco y poner en el centro la precariedad laboral. “Es muy potente la oportunidad que presenta Idearia con un espacio de encuentro desde la economía social y solidaria”, valora. Idearia es un encuentro bienal de la Economía Social y Solidaria de toda España. Este año se ha celebrado por primera vez en Canarias con el propósito de abordar el trabajo digno y vías para conseguir transformaciones sociales que mejoren la vida de las personas. En la mesa de diálogo de la primera jornada, moderada por el periodista David Cuesta, participaron Marcia Díaz, del colectivo las Kellys de Gran Canaria; Concepción Piñeiro, licenciada en Ciencias Ambientales; y la pedagoga y educadora social Natalia Oldano.
Para ella, las debilidades del sistema siguen perjudicando aún más a las mujeres. “Lo más crítico de la igualdad de género está en los cuidados. Hasta que no encontremos esa corresponsabilidad real entre hombres y mujeres, que se involucre el Estado y que el cuidado en el trabajo se relacione con lo comunitario, seguiremos en una desigualdad extrema”, plantea la educadora social.
“Sí creo que el trabajo no es neutral al género. Las mujeres tenemos esa doble carga que necesita ser atajada”, apunta. Para Oldano, para que esta desigualdad desaparezca no solo hacen falta proyectos y avances legislativos, sino también una transformación cultural donde el cuidado sea entendido “como un derecho” y que no dependa del poder adquisitivo de las familias.
“En el caso de las mujeres migrantes que trabajan en el cuidado, se le suma que no solo vienen con la carga de cuidar personas aquí, sino que se encargan del cuidado de sus familias en origen”, ejemplifica. Este colectivo además asume importantes cargas de trabajo que también repercuten en su estado de salud física. “Ponen el cuerpo y además a veces manipulan productos químicos de limpieza que son muy fuertes”, añade.