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El sector agrario de Canarias se niega en pleno al imposible de un ‘Crecer juntos’ con Marruecos por la ruta a Tarfaya

Román Delgado

22 de enero de 2024 21:31 h

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Al Gobierno de Canarias, el principal baluarte (ya desde la legislatura anterior, con el Ejecutivo liderado por el PSOE), y las otras administraciones públicas que apoyan en las islas o desde ellas (algunos cabildos y el Ejecutivo central) la reanudación de la línea marítima entre el puerto estatal de Fuerteventura y la remozada instalación de Tarfaya, en la vertiente occidental de Marruecos (en línea recta hay poco más de 100 kilómetros), se les ha abierto una herida; tienen un problema que resolver con el que quizás tanto no contaban. Y la solución, lo peor, no parece fácil. Por ahora, el sector agropesquero no ha entrado en la ecuación ni ha formado parte de las reuniones oficiales. Amable del Corral, de Palca, ha sido tajante en la calificación de este plan: “Es imposible un Crecer juntos con Marruecos”, en alusión a que la apuesta del proyecto autonómico Crecer juntos por la producción local de alimentos, ahora repotenciado por Clavijo, es incompatible con la puerta que se quiere abrir a Marruecos.

El problema es grueso y tiene que ver con que el sector agrario local se opone de forma rotunda, en pleno, a que se retome esa conexión por mar (se había inaugurado de forma fallida en diciembre de 2007, solo para funcionar cuatro meses, pues se canceló la ruta tras el embarrancamiento del ferry de Armas Assalama, cerca del puerto marroquí) entre los dos territorios porque ello significaría arriesgar muchísimo en aspectos esenciales para el desarrollo de las actividades agrícolas y pecuarias en el archipiélago, por cierto, en sus horas más bajas.

Las tres organizaciones profesionales agrarias más activas en las islas, COAG Canarias, Asaga-Asaja Canarias y Palca-Unión de Uniones, las que representan, junto con UPA, a todo el sector local coinciden al detallar las principales preocupaciones, que son dos esenciales.

Las consecuencias del nuevo escenario dibujado con la vecina África

Aquí la primera: se deja una puerta abierta a la entrada directa de plagas desde el continente, lo que seguro deriva en problemas de sanidad vegetal y animal en Canarias (y pueden ser graves) por la imposibilidad de controlar a la perfección todo lo que llegue, muchos menos sin la existencia por ahora de un puesto de inspección fronteriza (PIF) en el puerto de origen-destino de Puerto del Rosario (solo hay dos PIF en el archipiélago, en las capitales de provincia) y sin Canarias tenerlas todas consigo en la aplicación, con todos sus puntos y comas, de la Orden de 12 de marzo de 1987 (estatal), la que establece para las islas las normas fitosanitarias relativas a la importación, exportación y tránsito de vegetales y productos vegetales. 

Estas premisas por ahora no se cumplen y hacer la importación con todas las garantías de seguridad, lo que ha manifestado el presidente de Canarias, Fernando Clavijo, es un imposible: todo lo que entre no se podrá inspeccionar, así de claro, y muchos menos sin PIF, que por ahora no está, y en un puerto pequeño. 

Y si esa puerta queda abierta, también es probable que se abra otra en sentido contrario: la deslocalización de inversiones hacia Marruecos para producir con capital canario en el continente vecino. Se produce allí, que es más barato, y luego se vende en Canarias, lo mismo que ya pasa en Marruecos con grandes empresas españolas o africanas. Se trata de sustituir producción local por importaciones, con posibles mejores rendimientos para los empresarios y con gran impacto para la producción canaria destinada al mercado interior.

Del proyecto con Tarfaya a apuntar a la orden de controles fitosanitarios

Además, como señalan fuentes de la organización Palca, no se debe perder de vista que empresarios promotores de la línea marítima y representantes institucionales y políticos (Nueva Canarias -NC- se sale de los apoyos) que están detrás de esa iniciativa público-privada ya han hecho hondos esfuerzos para derogar la norma antes mencionada, que es, sin duda, la joya legal de Canarias dentro de España y la Unión Europea (UE) para proteger sus producciones agrícolas y limitar la competencia de las importaciones en el mercado interior de las islas, esto a través de esas barreras fitosanitarias. Sin la Orden de 12 de diciembre de 1987, se desmonta el paraíso.

A esa problemática, compleja y de difícil control una vez se abre el camino por mar, se une otra: la llegada a las islas de productos de consumo humano (frescos y transformados perecederos con origen en la agricultura y la ganadería del otro lado) que carecen de controles fitosanitarios y de otro tipo a la altura de las exigencias comunitarias y que además se incorporarán como oferta mucho más competitiva en el mercado interior canario (lo mismo pasará con la pesca fresca: pescado blanco, grandes y pequeños pelágicos, y la acuicultura, los segmentos donde más daño se puede hacer a los productores de las islas). De esto ya sabe mucho el tomate canario de exportación, prácticamente desaparecido por la competencia de terceros países en Europa, principalmente (o sea, Marruecos y sus ventajas comunitarias), y por la destrucción ocasionada en los cultivos locales por plagas introducidas de difícil control.

El presidente de Palca, Amable del Corral, se refirió a la situación que se puede crear de esta manera: nos van a poner un “invernadero flotante” hacia Canarias. Aquí está la otra gran dificultad. La primera señalada afecta a la órbita del cultivo (y la ganadería) y su manejo (se produce mal o sencillamente no se produce por las plagas), y la segunda, al ámbito del consumo directo de lo importado por parte de los canarios y los visitantes a las islas, con más presencia de productos de Marruecos y cercanías, día tras día, y sin control fitosanitario garantizado de lo que entra, al menos según las exigencias comunitarias, las ya cumplidas por los canarios. Todo junto con las mayores dificultades para competir.

Atendiendo a estas consideraciones, las organizaciones agrarias locales han argumentado su rechazo frontal a la reapertura de la ruta marítima regular entre Puerto del Rosario y Tarfaya, que los promotores y el Gobierno de Canarias esperan tenerla reabierta este 2024.

Las claves de la oposición mostrada por las organizaciones agrarias

En el caso de COAG Canarias, el rechazo rotundo al establecimiento de una línea marítima comercial entre Tarfaya (Marruecos) y la isla de Fuerteventura se apoya en que el proyecto “pone en riesgo al conjunto del sector primario de las islas”. Según subraya el presidente de COAG Canarias, Rafael Hernández, “lo que no es posible es soplar y sorber al mismo tiempo. No podemos estar promoviendo la soberanía alimentaria como eje principal de nuestras políticas a la vez que favorecemos la entrada de productos agrarios a bajo coste y producidos con estándares laborales, medioambientales y de seguridad alimentaria muy por debajo de los que se nos exigen a los productores canarios”. 

Al respecto, esta organización recuerda que “en estos países [también en Marruecos] se utilizan para cultivar productos fitosanitarios prohibidos en Europa y que sus normativas en cuestiones como el control de plagas o la trazabilidad de los productos son más laxas”. COAG Canarias muestra su convencimiento en que, “en una apuesta por la lucha contra el cambio climático, el respeto medioambiental y la economía circular, las estrategias deben ir dirigidas a fomentar las producciones de cercanía y la mejora en los modos de producción. La apertura de la línea con Tarfaya choca de bruces con esta estrategia”.

En la misma línea, se muestra la organización Asaga-Asaja Canarias, que sostiene en una nota que “el sector agrario local teme que esa ruta marítima propicie la entrada masiva a las islas de mercancías agrícolas y ganaderas de origen marroquí y, con ello, se propaguen plagas y enfermedades tanto fitosanitarias como epizoóticas que pueden acarrear pérdidas en las producciones locales, así como suponer un peligro para la cabaña ganadera”. 

En Marruecos, añaden, “existen determinados patógenos vegetales, como el virus del rugoso del tomate o la falsa polilla (Thaumatotibia leucotreta), detectada en algunas frutas importadas desde la Península, que representan una seria amenaza al afectar a decenas de especies arbóreas y cultivos como el aguacate, viña, olivo, caqui, granado, pimiento, tomate o berenjena”.

En lo referente a la ganadería, Asaga apunta “la presencia de epizootias en el país vecino, como la fiebre aftosa, altamente contagiosa, que afecta al ganado y en especial a los rumiantes. También detrás de la enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE), que afecta al ganado vacuno en la Península, se encuentra un mosquito presente en Marruecos. En cualquier caso, hay que entender que las medidas de higiene, alimentación y bienestar animal exigidas a los productores marroquíes son más laxas que las exigidas a los ganaderos comunitarios”.

La organización Palca-Unión de Uniones, a través de su presidente, Amable del Corral, también expone las mismas consideraciones que sus colegas. Traslada su oposición frontal a la activación de esa línea marítima, algo “muy preocupante para el sector agrario local”, no descarta movilizaciones y protestas, si la iniciativa sigue adelante y sabiendo que no es fácil sacar a la gente a la calle, y critica algunos apoyos políticos dentro del Gobierno de Canarias a esa iniciativa comercial, de los que excluye al consejero de Agricultura, Narvay Quintero (AHI), que ya ha mostrado su rechazo, como el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales (NC), en ambos casos avalando las críticas de las organizaciones agrarias locales.

Del Corral además recuerda que, en los meses en que operó esta misma línea con Armas en 2008, ya hubo problemas, y fue poco tiempo, y ahora se pregunta: “Cómo será eso en adelante…”. La misma fuente subrayó la inexistencia actual de PIF en Fuerteventura y la imposibilidad de controlar por las autoridades todo lo que entre desde Tarfaya como carga rodada.

Sobre la fortaleza en la defensa de esta ruta marítima desplegada por el actual Gobierno y su presidente, Fernando Clavijo, como también hizo el anterior, tras la visita oficial de Ángel Víctor Torres a Marruecos (ahí se relanza), reflexiona con un “es imposible Crecer juntos con Marruecos”, en alusión al nombre del proyecto de Clavijo para relanzar el consumo de productos locales, de manera especial en los alojamientos turísticos y en la restauración, un plan ideado en su primer mandato, 2016-19, que ya ha dicho que en esta legislatura se va a relanzar o retomar con fuerza.