Polémica zanjada, y esta vez la solución no ha sido salomónica. Pretendía serlo, pero al final la apuesta del Gobierno de Canarias lo que hace es consolidar la paja dentro de las ayudas a la importación del Régimen Específico de Abastecimiento (REA), que, si la Comisión Europea antes no lo remedia, tendrá a partir del 1 de enero de 2018 un balance de aprovisionamiento propio (un cupo máximo para la entrada de paja con ayudas de la Unión Europea), con un nivel máximo anual de 33.000 toneladas y con una ayuda por 1.000 kilos (una tonelada) de 72 euros. Esto algunos lo califican como un chollo, mucho más si se une la compensación al transporte de mercancías, que también tiene derecho a recibirla.
Al final tendrá que esperar lo que planteaban algunos ganaderos locales: ni el valor de la ayuda se rebaja a la mitad, a 36 euros por tonelada (lo que inicialmente se pensó y lo que se valoró por parte de la Dirección General de Ganadería), ni mucho menos se saca ese producto del sistema REA. Ni una cosa ni la otra.
Se puede decir que la propuesta de cambio para ese insumo (en teoría con destino a la alimentación del ganado en Canarias) aprobada por el Gobierno de Canarias aún beneficia más a los importadores y a los ganaderos que lo utilizan como cama y no como alimento: de una parte, porque pasa a tener un balance de aprovisionamiento exclusivo (antes estaba junto a la alfalfa y el raigrás), y por otra, porque el cupo que se fija está en el nivel de consumo de este mismo producto hasta julio de este año, cuando ya se había importado todo el balance de aprovisionamiento, entonces junto a la alfalfa y el raigrás, con 86.000 toneladas anuales y con casi el 40% de esa cantidad total servida en paja. Sin duda, mucha paja si solo fuera para alimentar al ganado local.
Tras Canarias decidir esos cambios, que cuentan con el beneplácito de la Consejería de Agricultura, ahora queda que la Comisión Europea los avale junto a las modificaciones que se incluyan en los otros balances del REA para 2018. Lo normal es que no pase nada y que, a partir del 1 de enero de 2018, la paja ya tenga su propio balance y no forme parte del cupo de la alfalfa y el raigrás, que se queda con la misma ayuda por tonelada, 72 euros, y ahora con 53.000 toneladas.
Las subfichas de esos productos suman lo mismo que en 2017
Como se aprecia, todo sigue igual: las subfichas financieras para esos productos suman lo mismo que la que se aplicó en 2017 (86.000 toneladas por 72 euros de ayuda por 1.000 kilos -6,2 millones de euros-), pero con la salvedad de que de 2018 en adelante habrá dos grupos donde hasta ahora solo había uno: el de la paja, con 33.000 toneladas y 72 euros de ayuda, con un global de 2,4 millones de euros al año, y el de la alfalfa y el raigrás, con los 53.000 toneladas restantes, la misma ayuda y 3,8 millones de euros.
Al menos en 2018, y visto lo visto, es hasta una ventaja, pues la paja no podrá restar a los otros productos ganaderos (alfalfa y raigrás), claves en la producción de leche con calidad, más de las 33.000 toneladas que aquella consumió hasta junio de 2017, cuando los tres estaban juntos y, sin duda alguna, la paja alcanzó un récord.
Pese a que está demostrado que gran parte de la paja que se importa con ayudas del REA desde Canarias no se destina a la alimentación del ganado local, la solución aportada por el Gobierno regional ha sido la de mantener el status quo, solo con mínimos cambios.
Algunos ganaderos, empresas y profesionales dedicados a la recogida de pinocha y de cisco, o bien a la gestión privada de aserraderos, han vinculado el retroceso de estos negocios, esenciales para limpiar de residuos forestales los montes de las islas (y prevenir incendios), a la importación masiva con ayudas de la paja (con apoyo público del sistema comunitario del REA), producto que en muchos casos se destina a la cama de los animales, además no siempre en instalaciones pecuarias productivas, e incluso a uso estético, por ejemplo en los jardines...
Ante esas críticas, la Consejería de Agricultura se ha propuesto hacer controles trimestrales de las cantidades que se importan con ayuda de paja, con el seguimiento puntual de su destino final, lo que, se asegura, puede dar al traste con las malas prácticas que ya se han denunciado, pues la paja solo se puede dedicar a la alimentación como materia seca del ganado local.