Aunque para el resto de los habitantes de El Hierro este lunes es diferente a los anteriores por el comienzo de la Fase 2 de la desescalada, para Samuel Acosta es un día normal. Además de ser el portavoz de la asociación ecologista Ossinissa, es agricultor, por lo que incluso durante el confinamiento su rutina ha permanecido intacta ya que ha podido desplazarse a pie hasta sus cosechas en El Mocanal para cuidar sus tierras y su ganado. Para él, el campo es la alternativa al modelo turístico que ha sustentado hasta el momento la economía canaria en general y la herreña en particular. “Pueden seguir viniendo visitantes, pero en menor cantidad, con más calidad y de forma más sostenible. No podemos volver a los empleos precarios de un turismo que será cada vez más esclavizante”, asevera.
En los núcleos poblacionales de El Hierro, que ha servido de avanzadilla del desconfinamiento junto a La Graciosa, La Gomera y Formentera, algunos comercios se deciden a abrir. A partir de esta semana, no solo podrán habilitar el 50% de sus terrazas, sino que también podrán prestar servicios en mesa en su interior. Sin embargo, la actividad económica resurge poco a poco ante la ausencia de conexiones con el exterior y, por tanto, de turismo. Solo un vuelo diario conecta a la Isla con el aeropuerto de Tenerife Norte.
Los centros turísticos, según ha informado Efe, como el Lagartario, el Poblado de Guinea, el centro de interpretación del Árbol Garoé o el Mirador de La Peña han reabierto hoy... “aunque de momento sea con la voluntad de que los herreños conozcan mejor su Isla”.
Acosta ha explicado a esta redacción que la actitud de la población está dividida. Por una parte, los mayores, que después de más de dos meses encerrados en casa viven un día a día marcado por el miedo al virus, el estrés y la incertidumbre. “Salen poco a poco a pasear acompañados por familiares que cuidan que no nadie se les acerque”, explica el agricultor. En el otro lado de la balanza se encuentran los habitantes que se han “relajado” con la posibilidad de salir y que no cumplen “ni de lejos” con las distancias de seguridad.
El envejecimiento de la población herreña sumado a las carencias sanitarias son, desde el punto de vista de Samuel Acosta, debilidades que ponen al territorio en riesgo de despoblación: “Si cometemos ese error y por nuestro entusiasmo de reabrir la Isla al turismo sufrimos un brote de coronavirus, será como un incendio en un pastizal”.
En este contexto y tras este parón de la economía, el territorio se topa con una oportunidad de renovar el modelo, pero para Acosta este cambio no se dará: “El Gobierno de Canarias está en una huida hacia delante, empecinado en retomar el turismo. Es lo que pasa si cuando se sientan en la mesa solo tienen al otro lado a grandes empresarios hoteleros”.
Desprestigio del campo
El agricultor lamenta que, en un territorio con grandes oportunidades para la soberanía alimentaria y la sostenibilidad como es El Hierro, el campo haya sufrido un desprestigio constante. “Trabajar la tierra se ve como algo negativo, pero realmente es lo único que en circunstancias como esta crisis sanitaria te puede garantizar que no te faltará comida”.
Para él, esto conduce a altos índices de malnutrición y de pobreza. “Toda la comida que recibimos viene de fuera”, señala. En el caso de las familias en situación de vulnerabilidad que dependen de ayudas sociales, se ven abocadas a “mendigar por una bolsa de comida basura”, viendo golpeado tanto su estado de salud como su autoestima.