“En la eólica marina tenemos un potencial enorme, contamos con el mejor recurso de Europa en los surestes de las islas”, reiteraba el director del Instituto Tecnológico de Canarias (ITC), Gonzalo Piernavieja, quien asegura que sin estas instalaciones no se podrá descarbonizar la economía. En concreto, el Archipiélago tiene una potencia máxima de 14 gigavatios (GW) de renovables marinas, principalmente con los molinos que se instalarían en el mar, mientras que la demanda eléctrica en las Islas fue de 8,3 GW en 2020. Es decir, se podría cubrir casi dos veces.
Piernavieja ha detallado la estrategia de las energías renovables marinas durante una de las dos jornadas divulgativas para presentar el Plan de Transición Energética de Canarias, (PTCan) organizadas por la Consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial del Gobierno regional. El documento tiene como objetivo trazar la hoja de ruta de cara a alcanzar la descarbonización en 2040, teniendo una primera parada en 2030, cuando se propone cubrir el 60% de la demanda eléctrica con fuentes limpias.
El director del ITC, órgano encargado de elaborar el PTCan, ha explicado que en Canarias interesan tres renovables marinas: principalmente la eólica off-shore, pero también la undimotriz y la fotovoltaica flotante. Para analizar la potencia de estas instalaciones en las Islas, se han desarrollado modelos para delimitar las zonas donde se ubicarían y su potencial.
La potencia total de las eólicas marinas, sumando las flotantes, oscila entre los 5.500 y 14.000 MW, dependiendo de la distancia a la que se sitúen los molinos entre sí. “Estamos ante un sector nuevo. Tenemos que planificarlo mejor que la renovable tradicional. No se ha optimizado el suelo terrestre y ahora tenemos una oportunidad enorme de ordenar esas zonas para que los parques eólicos estén bien distribuidos”, señaló Piernavieja.
Por otro lado, y aunque son residuales en comparación al potencial de la eólica, en las Islas existe capacidad para instalar 300 MW de undimotriz, principalmente en las zonas norte, donde hay más oleaje. Sin embargo, se trata de una tecnología que aún no ha alcanzado la madurez, algo que se refleja en los costes, alcanzando los 8.500 euros el kilovatio, cuando los molinos marinos se sitúan en torno a los 2.500 euros el kilovatio.
Y la fotovoltaica flotante se colocaría sobre todo en zonas abrigadas de los puertos, con una potencia total de entre 60 y 100 MW. El área disponible es reducida y asciende a unos 828.104 metros cuadrados.
Sin embargo, el espacio para las renovables marinas es limitado al tener que convivir con otras actividades y, además, supone una afección al medio ambiente que implica también otras restricciones. En concreto, están los condicionantes físicos propios de los molinos instalados en zona marítima, como la batimetría, es decir, el fondo marítimo sobre el que se ubicarían las máquinas o las cadenas que sostienen a las eólicas flotantes. Piernavieja detalló que, por ejemplo, si la pendiente tiene un 15% de elevación, no se puede instalar nada. Además, también se tiene en cuenta la composición de los suelos.
En cuanto a las restricciones medioambientales, el estudio ha tenido en cuenta los espacios naturales protegidos, las zonas de protección y conservación de aves, las reservas de la biosfera –“que en realidad no prohíben la instalación de renovables”, explica Piernavieja- o las especies marinas protegidas, como cetáceos o tortugas.
La instalación de renovables también debe ser complementaria a las del tráfico marítimo, las servidumbres aeronáuticas, las zonas de exclusión militar, las portuarias y las pesqueras. O de usos complementarios, como la actividad acuícola, que cuenta con zonas delimitadas, los emisarios submarinos, las zonas de recreo o turísticas o los cables de comunicación.
Además, en las islas no capitalinas de menor población es poco probable que se desarrollen parques eólicos marinos al tener pocos megavatios de punta de demanda y por razones económicas se ubicarán en las aguas más cercanas a Gran Canaria o Tenerife.
Por último, para establecer las ubicaciones de los molinos marinos, se ha tenido en cuenta también otras limitaciones de carácter técnico. Una es la lejanía a las subestaciones eléctricas que conectarían a los molinos, por ejemplo, en la zona noroeste de Gran Canaria, donde existe potencial, pero no cuenta con enganches próximos. También se debe tener en cuenta la distancia de la costa: “Se habla de 8 o 6 kilómetros. En nuestras valoraciones hay parques o propuestas incluso hasta a 2 kilómetros de la costa. En Tenerife por ejemplo, donde hay una bajada de la batimetría muy abrupta, pues los parques van a estar más cerca que en Gran Canaria, que tiene una bajada más planas”, ha señalado Piernavieja.
Otro aspecto a tener en cuenta es la distancia entre las instalaciones renovables, que está ordenada mediante decreto desde 2015 en tierra, pero en las zonas marinas no está regulado. En concreto, se establecen tres tipos: una configuración de 16 diámetros de distancia entre los aerogeneradores de forma perpendicular a la dirección de viento (que posibilitaría 5.500 MW); otra entre 12 y 8 diámetros, que sumaría 9.000 MW y la que contaría con mayor potencia sería la que fijaría los molinos con menos espacio entre ellos, entre 10 y seis diámetros. También, añadió Piernavieja, se ha intentado calcular el impacto visual desde determinados lugares de las islas.
La estrategia de renovables marinas, al igual que todo el PTCan, deberá contar con la preceptiva evaluación ambiental y exponerse en información pública.