Las dos primeras jornadas disputadas del mundial de baloncesto en la isla no dejan el balance de un Gran Canaria Arena lleno pero sí de un ambiente digno de las grandes ocasiones. Con una media de unos 5.000 espectadores el nuevo pabellón de Siete Palmas, el único construido en toda España para la ocasión, se convierte en una fiesta en los días de partido.
Si hay algo que se puede echar de menos en estos primeros días de competición es una mayor afluencia de público grancanario. Con solo echar la vista al graderío se comprueba que al espectador isleño la cita mundialista le ha despertado menos interés que el encuentro que enfrentó a España contra Senegal o el que el pasado 26 de agosto disputó Estados Unidos contra Eslovenia.
Pero a pesar de un Gran Canaria Arena a medio gas en lo que a público se refiere, en los aledaños durante los momentos previos a cada partido la cosa cambia: el colorido de banderas y camisas, el zumbido de pitos y bocinas y el retumbar de los tambores convierten la Plaza Sur del pabellón en una auténtica fiesta.
Dentro el ambiente va a más, y aunque a bote pronto, y nada más entrar en el recinto se aprecia gran parte del graderío del tercer anillo vacío, los cánticos de las aficiones animando a sus equipos unido al espectáculo propio del baloncesto, y el volumen, en ocasiones desmesurado de la megafonía, hacen recordar que lo que se está celebrando en Las Palmas de Gran Canaria no es una competición cualquiera.
En estos días de mundial hemos visto equipos que han desplazado a miles de seguidores a Gran Canaria, como la lituana, que es capaz de llenar el vacío que dejan los miles de asientos azules y amarillos sin ocupar con sus banderolas y cánticos. Y también las hay más modestas y menos numerosas, como la de Angola, que este domingo se dejó sentir, especialmente cuando su equipo logró poner sobre las cuerdas a Lituania.
No es el barrio de Siete Palmas una zona especialmente llena de atractivos para visitar, pero en estos días de competición se ha visto a numerosos grupos de aficionados reuniéndose tras los partidos en las distintas terrazas de la zona y del centro comercial, incluso algunos se apuntaban a sufrir este domingo siguiendo el partido que enfrentó a la Unión Deportiva Las Palmas contra el Mallorca desde las pantallas de los bares de la zona.