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Bush aterriza en Europa tras la oposición de Putin al escudo antimisiles

Guerra de las Galaxias

El mecanismo cuenta con interceptores y radares en la costa Oeste de EEUU, con el objetivo puesto en Corea del Norte, pero para neutralizar cohetes iraníes Washington necesita otra barrera en Europa, según el gobierno estadounidense. Ahí es donde entran la República Checa, donde EEUU pretende colocar un radar, y Polonia, donde cavará silos subterráneos para diez interceptores, y que no por casualidad será otra de las paradas de su gira europea de ocho días.

La visita de Bush es una manera de expresar que Estados Unidos respalda a ambos países frente a la presión de una Rusia que aún considera a Europa del Este como el portal de su casa, según los expertos. Su presidente, Vladimir Putin, hizo este lunes en Moscú unas declaraciones dignas del tiempo en que era agente de la KGB, al sugerir que apuntará los misiles rusos a Europa si Washington no ceja en su empeño: “En caso de despliegue de un escudo antimisiles en Europa, este lunes lo advertimos, habrá respuesta. Necesitamos garantizar nuestra seguridad”.

Esa amenaza no amedrenta al viceprimer ministro checo, Alexandr Vondra, quien dijo que el propósito de Moscú es “extender el miedo”. A su juicio, “ni Putin ni los políticos rusos deberían tener poder de veto sobre nuestras decisiones de seguridad. Éste es un país que recuerda la presencia de soldados rusos aquí y que es particularmente sensible a esas declaraciones”.

Vondra afirmó que cuanto más presione Moscú, más empujará a su país hacia Estados Unidos: “Definitivamente no queremos caer de nuevo bajo la influencia rusa”. Sin embargo, no todo el país está con él, ya que un 61% de los checos se opone a la instalación del radar frente a tan sólo un 30% que está a favor, según una reciente encuesta de la empresa Factum Invenio.

El movimiento No a las bases tiene prevista una manifestación este lunes frente el Ministerio de Exteriores, después de que las autoridades les prohibieran acercarse al Castillo de Praga, donde Bush pasará mañana la mayor parte del día. Además, un grupo comunista se paseará con sus pancartas delante de la embajada estadounidense. Habrá otra protesta este martes en las inmediaciones de la zona militar de Jince, a unos 70 kilómetros al sudoeste de Praga, donde está previsto que en 2012 funcionará el radar, si siguen adelante los planes de EEUU.

Cumbre de los ocho países más industrializados

Aún así, Bush se topará con el repudio más ruidoso a sus planes -tanto militares como sobre el calentamiento global- en Alemania, a donde viajará por la noche del martes para participar en la cumbre de los ocho países más industrializados del mundo, el G8. El sábado decenas de miles de personas se manifestaron en la localidad alemana de Rostock y unas mil resultaron heridas en enfrentamientos con la policía.

Bush estará lejos de las protestas, protegido en un hotel de lujo en Heiligendamm, pero puede que no sienta un ambiente mucho más cálido dentro del perímetro de seguridad alrededor de ese balneario báltico, donde tendrán lugar las reuniones del G8. El jueves, el presidente se reunirá con un Putin que echa humo por el plan militar estadounidense y le intentará convencer de que el escudo está dirigido a anular la amenaza de Irán y de países semejantes.

Ese argumento no le ha granjeado hasta ahora gran entusiasmo entre otros países europeos respecto al escudo, que protegería a una parte del continente, pero dejaría fuera a España y Portugal, por ejemplo. La canciller alemana, Angela Merkel, ha dicho que el sistema debería estar integrado en la estructura de la OTAN, en lugar de funcionar en base a acuerdos bilaterales de Washington con Praga y Varsovia, algo con lo que concordó este lunes Vondra.

Estas diferencias, junto con los desacuerdos sobre qué hacer para detener el cambio climático, auguran que Bush deberá sudar la gota gorda en la gira que comienza este lunes y que se plantea como una de las más difíciles de su mandato.

Disturbios de menor intensidad

Por otro lado, las autoridades alemanes han decidido mantener en prisión preventiva a dos españoles detenidos tras los disturbios violentos ocurridos en Rostock, en el norte de Alemania el sábado, al menos hasta el próximo viernes, en que concluye la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G8 de Heiligendamm. Los disturbios del pasado fin de semana se mantuvieron este lunes, aunque con menor intensidad.

Según explicó un portavoz policial, que no precisó ni el nombre, edad o sexo de los detenidos, los dos españoles fueron arrestados en la madrugada del sábado al domingo en Rostock tras la batalla campal iniciada por un grupo de violentos durante una manifestación para reclamar al G8 soluciones al cambio climático y a la pobreza en África en la que resultaron heridas cerca de mil personas. Las mismas fuentes afirmaron que los españoles permanecerán en prisión junto con otros ocho detenidos -cuatro alemanes, dos polacos, un ruso y un belga- como mínimo hasta el viernes, cuando finalice la cumbre del G8.

La jornada de protesta de este lunes, con el lema Éxodo y migración que perseguía reclamar la libertad de movimiento para las personas y más derechos para los inmigrantes, se saldó con nuevos enfrentamientos con los agentes, aunque de menor intensidad. Según fuentes policiales, cerca de cuatrocientos alborotadores lanzaron botellas a los agentes y cuatro de ellos fueron detenidos por portar pasamontañas para ocultar su rostro, algo que prohíbe la legislación alemana, que obliga a que los participantes en las protestas puedan ser reconocidos por la policía.

Los disturbios se desarrollaron en el barrio de Rostock-Lichterhagen, donde los manifestantes se concentraron para recordar los ataques a los que grupos neonazis y extremistas de derecha sometieron a refugiados vietnamitas en 1992. Cerca de un millar de personas bloquearon este lunes también, de forma pacífica y durante unos minutos, la oficina de Extranjería de Rostock para denunciar “la persecución y las vejaciones” que sufren los inmigrantes en Alemania.

El tercer día de protestas se ha visto marcado, en el plano político, por un arduo debate sobre la actuación de las fuerzas de seguridad y por la búsqueda de fórmulas más contundentes para controlar a los alborotadores especialmente a partir del miércoles, en que comienza oficialmente la cumbre de Heiligendamm. El ministro del Interior, Wolfgang Schäuble, afirmó que los incidentes de Rostock obligan a extremar las precauciones esta semana y calificó a los violentos de “criminales” contra los que, a su juicio, se debe actuar “con toda la dureza”.

La canciller alemana, Ángela Merkel, expresó su confianza en la policía y afirmó que el uso de la violencia no es ningún medio para alcanzar un fin ni se justifica con nada. Por su parte, el jefe de Gobierno regional de Meckleburgo-Antepomerania, Harald Ringstoff abogó por que se puedan realizar detenciones preventivas, previas a las manifestaciones, para “tener controlados” a los potenciales violentos y así evitar episodios como los de Rostock.