Dieciocho civiles y un policía fallecieron en los disturbios ocurridos en la capital tibetana, Lhasa, la semana pasada, según la última cifra oficial divulgada este sábado, que añade seis muertos a los confirmados hasta ahora.
Los datos oficiales chinos contrastan una vez más con los ofrecidos por el gobierno tibetano en el exilio, que habla de 99 tibetanos muertos, 80 en Lhasa y 19 tiroteados por la policía en la provincia de Gansú.
Según recoge la agencia oficial Xinhua, 241 oficiales de la policía resultaron además heridos en los disturbios, 23 de ellos en estado crítico.
Los disturbios dejaron también 382 civiles heridos, de los cuales 58 están en estado grave, añadió la agencia, que recoge un comunicado divulgado por la administración tibetana.
La versión oficial china dice también que los manifestantes prendieron fuego a siete escuelas, cinco hospitales, 120 viviendas y 84 vehículos, además de saquear 908 tiendas.
Hasta el momento, 183 personas se han entregado a la policía china por su implicación en las protestas del pasado día 14.
Una vez más, China sólo reconoce muertos en los incidentes de Lhasa, y pese a que ha admitido, con una semana de retraso, la extensión de las protestas a las provincias de Gansú, Sichuan y Qinghai, asegura que en esos lugares no se registraron muertos.
Las protestas tibetanas empezaron el pasado día 10 de marzo cuando cientos de monjes se manifestaron por las calles de Lhasa para recordar el 49 aniversario de la fallida rebelión encabezada por el Dalai Lama contra el mandato chino.
Las manifestaciones pacíficas fueron reprimidas por las fuerzas de seguridad chinas, según denunciaron grupos de activistas y organizaciones de derechos humanos, y tras ellas se desencadenó una ola de violencia el día 14.