MADRID, 16 (EUROPA PRESS)
El presidente de Brasil, Luiz Inacio 'Lula' Da Silva viaja este domingo a Irán en lo que parece la última oportunidad para intentar desbloquear las negociaciones de intercambio de combustible nuclear entre la República Islámica y la comunidad internacional. El viaje de 'Lula' más que un as bajo la manga, es una medida casi a la desesperada, que si bien ha contado con las simpatías de los pesos pesados del grupo negociador, como Rusia, apenas parece contar con posibilidades de éxito para Washington y Moscú.
Lo cierto es que ambos líderes se han convertido en los protagonistas inesperados de una larga, dura e infructuosa negociación que parecía reservada a las seis grandes potencias mundiales --Estados Unidos, Reino Unido, China, Francia, Rusia y Alemania-- merced a su posición privilegiada, en particular la de Lula, como máximo responsable de un país emergente, y en el panorama internacional, tan cercano a Irán (país con estrechos vínculos económicos y comerciales con Latinoamérica) como sus principales aliados en la negociación: Moscú y Pekín.
Finalmente, el otro gran valedor de la propuesta, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, no acompañará al presidente brasileño en su viaje a Irán, como se había planeado en un primer momento. Pero la positiva reacción de Irán a las condiciones hace pensar en una posibilidad de acuerdo.
“Creo que las condiciones de las negociaciones son las apropiadas para llegar a un acuerdo en firme sobre el intercambio de combustible”, declaró el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Ramin Mehmanparast, quien lamentó la ausencia de Erdogan pero indicó que “en esta era de las comunicaciones, hay otras formas de mantenerse en contacto” con el líder turco.
Precisamente ha sido el presidente ruso, Dimitri Medvedev, quien se ha ocupado de dar los últimos buenos auspicios al dirigente brasileño, quien durante su visita de hoy al Kremlin se ha mostrado extremadamente confiado en sus posibilidades: “Me doy un 99,9 por ciento de probabilidades de conseguir un acuerdo con Irán”, afirmó en la rueda de prensa con Medvedev, quien no dudó en expresar todo su apoyo a su homólogo a pesar de que considera la negociación por acabada: a Lula, sólo le da una posibilidad entre tres.
EL ACUERDO
El intercambio de combustible es la última y definitiva solución propuesta por la comunidad internacional para soslayar las profundas sospechas de que Irán está empleando su programa nuclear para ocultar la fabricación de un arma atómica. Teherán ha rechazado esta acusación desde el primer momento; asegura que su programa tiene un carácter exclusivamente civil y que su derecho a recurrir a la energía nuclear para satisfacer sus necesidades energéticas es un “derecho inalienable”.
Ni tres resoluciones sancionadoras del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas han disuadido a la República Islámica de sus intenciones, mientras la comunidad internacional se ha visto obligada a modificar su estrategia continuamente hasta agotar todas las vías posibles de negociación. Primero, intentaron convencer a Teherán de que aceptara una estrecha supervisión de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA).
Esa vía se agotó el pasado mes de septiembre, con el descubrimiento de una central nuclear secreta iraní en la ciudad santa de Qom, absolutamente desconocida hasta el momento, y revelada en un momento crucial, antes de la cumbre internacional del G20 en Pittsburgh (Estados Unidos). Un mes después, en Viena, se trazó la vía a seguir en las conversaciones de los próximos meses: conseguir que Irán acepte enviar parte de su uranio al extranjero, para que desde allí sea enriquecido hasta un nivel suficiente como para satisfacer los requisitos energéticos del país.
El procedimiento sería controlado exhaustivamente para garantizar que el combustible nuclear recibido por Irán no podría ser empleado en un arma nuclear.
Pero desde entonces, Teherán ha discutido hasta el último aspecto de la propuesta internacional: desde la cantidad de uranio a enviar, hasta los países en los que se enriquecería el material radiactivo. Cuando todo parecía perdido, e incluso Rusia comenzaba a mostrarse favorable a la aplicación de una nueva sanción por consenso internacional, Irán ha aceptado súbitamente una propuesta alternativa procedente de Brasil y Turquía.
UNA ESPERANZA
Medvedev, ha concedido este viernes a su homólogo brasileño un 30 por ciento de probabilidades de éxito, “siendo optimistas”. “¿Quieren que estime las posibilidades del presidente 'Lula'? Muy bien. Como mi amigo, el presidente brasileño, es optimista, yo también lo voy a ser: le doy un 30 por ciento”, declaró Medvedev.
'Lula', no obstante, se mostró enormemente más confiado en su propuesta para convencer a las autoridades iraníes de que participen en un programa de intercambio de combustible atómico para despejar las dudas de la comunidad internacional sobre la presunta naturaleza militar del programa nuclear iraní. En una escala “de uno a 100”, el presidente replicó: “Yo me doy un 99,9”.
“Haré todo lo posible para convencer a mis socios sobre la necesidad del diálogo”, indicó el presidente brasileño en declaraciones traducidas en el Kremlin, después de reunirse con su homólogo ruso. “Y si no alcanzamos un acuerdo, por lo menos me iré contento a casa, sabiendo que hice lo correcto”, añadió.
Con todo, el presidente Medvedev expresó toda su confianza en la propuesta que presentará Lula ante las autoridades iraníes. “Espero de veras que la misión del presidente brasileño tenga éxito”, declaró el mandatario ruso, quien advirtió de que “esta es, quizás, la última oportunidad antes de tomar decisiones en el marco del Consejo de Seguridad”, en referencia a la más que posible resolución sancionadora --la cuarta-- que podría alcanzar el Consejo contra Irán si 'Lula' fracasa.
“Si no hay cambios, y si no podemos convencer a Irán de que coopere, entonces la comunidad internacional estará obligada a actuar de acuerdo con las discusiones que se están realizando en el seno de los Seis”, declaró el presidente ruso, quien se refirió en esos términos al grupo de negociación conformado por Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania, cuyas posiciones “salvo algunos matices, están prácticamente consolidadas”.
Estados Unidos se ha pronunciado favorablemente, pero con el mismo escepticismo, ante la intervención de 'Lula'. Para Washington, es “la última gran oportunidad para el entendimiento”, según fuentes oficiales bajo el anonimato a la emisora Voice of America. Del mismo modo se ha expresado el portavoz del Departamento de Estado, P.J. Crowley.
“La verdad es que somos bastante escépticos a la hora de pensar que Irán pueda cambiar su rumbo”, indicó. “Pero estamos deseando ver qué consigue el presidente Lula en su viaje de este fin de semana. Llegados a este punto, creo, ya sabremos con seguridad que está dispuesto a hacer Irán. Y en ese momento, creemos que si no hay respuesta positiva, habrá consecuencias”.
Por la parte que corresponde a Irán, su voluntad es receptiva. “Turquía y Brasil son algunos de los países que han propuesto soluciones”, indicó Mehmanparast. “Y esas soluciones indican que es posible alcanzar un acuerdo en torno al intercambio de combustible, y llegar a un acuerdo mutuo”, concluyó.