Sadam Husein reapareció este martes con aire tranquilo ante el Tribunal que lo juzga por “genocidio” contra el pueblo kurdo, dos días después de ser condenado a muerte en otro juicio por su implicación en la muerte de 148 chiíes en 1982.
En el proceso reanudado este martes -segundo abierto contra el dictador- se acusa a Sadam y a seis de sus antiguos colaboradores de “genocidio” contra los habitantes kurdos del norte del país durante la campaña de Al Anfal, lanzada entre 1978 y 1988.
Sadam, que fue condenado este domingo a morir en la horca por “crímenes contra la humanidad” en el caso de Al Duyail, fue el primer acusado que entró este martes en la sala del Tribunal con un rostro en el que no se veía ninguna señal de nerviosismo o preocupación.
Después de sentarse en el banquillo, Sadam, vestido con su habitual traje negro y camisa blanca, esperó en silencio a que los otros seis acusados fueran entrando uno a uno en la sala.
El juez Mohamed Oreibi Jalifa abrió la sesión, la número 21 desde el comienzo del proceso el 25 de agosto, con el testimonio de un ciudadano kurdo cuyas palabras iban siendo traducidas al árabe.
El primer testigo identificado como Qahar Jalil Mohamed, de 50 años, relató cómo solo resultó herido tras una ejecución por un pelotón que fusiló a un grupo de 33 personas, entre los cuales figuraban su padre, dos de sus hermanos y 18 de sus familiares.
Todos los miembros de la familia de Mohamed murieron menos él, que fue herido en la cabeza y en la espalda, y que después logró escaparse junto con otras dos personas, siempre según su relato.
El testigo mostró al juez y a los acusados las heridas causadas por los disparos en el cuerpo y continuó su testimonio hasta que Sadam le interrumpió.
El dictador pidió al juez que el testigo aclarase si quienes dispararon contra él eran algunos de los acusados presentes en la sala.
Está previsto que el proceso de Al Anfal siga con su juicio contra Sadam, a menos que se aplique la pena de muerte al dictador iraquí en el caso de que el “comité general de casación” -compuesto por nueve jueces- no logre modificar el veredicto por el otro caso de Al Duyail.
Un portavoz de la presidencia de la región autónoma del Kurdistán, Jaled Saleh, pidió hoy a las autoridades que no ejecuten a Sadam hasta que continúe el proceso judicial contra él por otros casos.
Según Saleh, la aplicación de la pena de muerte a Sadam mientras sigue el juicio contra él por “genocidio” contra los kurdos tendría un impacto negativo en el proyecto de “reconciliación nacional”, del primer ministro iraquí, Nuri Al Malik, destinado a acabar con la violencia en el país.
Para algunos abogados iraquíes, la ejecución de Sadam puede tardar hasta cinco meses tras los que el “comité general de casación”, dependiente del Tribunal Penal Supremo, decidirá aprobar, rechazar o modificar las sentencias pronunciadas por esta Corte.
El equipo de defensa del depuesto presidente y de siete de sus antiguos colaboradores afirmó este lunes que recurrirá todas las condenas emitidas el domingo.
Al igual que Sadam, su hermanastro Barzan al Tikriti, ex jefe de los servicios secretos, y Awad Hamad al Bandar, jefe del tribunal que condenó a los 148 chiíes del pueblo de Duyail, fueron condenados a la pena máxima.