Estación Andamana, una mirada a la simbiosis del Puerto de La Luz y La Isleta

Javier Lópex

Las Palmas de Gran Canaria —

Hay ocasiones en las que el efecto mariposa deja de ser una manida metáfora para hacerse realidad. En La Isleta ocurrió a comienzos de la segunda mitad del XX, cuando el cierre del canal de Suez recolocaba temporalmente a Canarias en la ruta del transporte marítimo internacional. El Puerto de La Luz y de Las Palmas incrementó su actividad, demandando mano de obra y servicios. El barrio, que nació por y para la actividad portuaria, volvió a dar respuestas a sus necesidades en esa etapa de su larga simbiosis.

El documental Estación Andamana, nacido de las cabezas y vivencias de Sergio Morales y Manuel Vidal, parte de la atmósfera de aquellos años de boom del puerto capitalino, desenredando muchas de las hebras que tejen la estrecha relación del barrio y el muelle. El resultado, admite Morales, también director de la cinta, es un mosaico, como lo son el propio barrio, la ciudad y los vínculos que mantienen. Una realidad que, para intentar entenderla, hay que afrontarla siempre desde múltiples miradas.

En aquellos tiempos de bonanza el barrio incrementó su población con nueva mano de obra venida de todos los puntos de la isla, llamada por las crecientes necesidades de estiba. Se multiplicaron los comercios de electrodomésticos y bebidas en la zona, al tiempo que saciaba las necesidades de ocio de una flota procedente de todas partes del mundo y que pisaba tierra después de largos meses de navegación. Esta actividad se centró en el entorno de la calle Andamana, abarrotada entonces de bares y pensiones, de sexo y fiestas hasta el amanecer. Hoy, una vía fantasma, bordeada de casas abandonadas, de puertas y ventanas tapiadas, como si intentaran contener sus recuerdos, borrar la memoria de la trasgresión de aquellos años, una oasis de flexibilidad consentida en el desierto de la estrechez moral de la dictadura. Lo que pudo ser el decorado de La ciudad sin ley, hoy ambientaría historias de cualquier posguerra.

Pino, una mujer trans que ejerció el trabajo sexual, hace de hilo conductor recorriendo Andamana, narrando qué había y se vivía detrás de cada puerta. Marineros japoneses, coreanos, políticos, vecinos... cuentan lo sucedido, enfrentando miradas contradictorias en sí mismas: un político que denuncia la politización de la gestión portuaria de la que él mismo fue parte; una mujer trans que añora el orden franquista; un gestor del Puerto que airea la mala calidad de los servicios que presta; un toxicómano que alaba la tranquilidad actual de la zona pero lamenta lo difícil que resulta ahora comprar drogas; un directivo de la desaparecida consignataria soviética Sovhispan, nostálgico de aquellos años de stalinismo, en los que estaban obligados a pasear en grupos por la ciudad, siempre acompañados por el omnipresente comisario político... Poliedros, como la naturaleza humana, como la vida misma.

Producida por Tecamedia SL, el documental Estación Andamana está disponible en la librería del Cabildo y en Canaima, en el bar El Bote, en la Casa del Cangrejo Ruso (Mercado del Puerto) y en el bazar Guayarmina. Aunque ya se ha proyectado en salas comerciales y la Televisión Autonómica la emitió recientemente, sus promotores, además de promocionarla en festivales, la difunden en salas sociales y culturales de la ciudad.