“Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)”: los cambios nunca son fáciles...
Una película que hay que ver para poder criticar, pero a la que (sinceramente) se le ha dado una excesiva publicidad, “bombo y platillo” para lo que resulta posteriormente ser.
¿Recuerda aquéllos dibujos animados en los que al enfrentarse los personajes a una duda le aparecían un angelito y un demonio en cada hombro? Seguramente a estas alturas de la vida ya se habrá dado cuenta de que, en esas situaciones, en el hombro no hay nadie. Pero ellos sí que están: en su cabeza...
Sinopsis: Un decadente actor que se hizo famoso por interpretar a un superhéroe decide dar un giro a su vida e intentar ganarse el reconocimiento de “actor” con una comprometida adaptación teatral de un cuento de Raymond Carver. Pero no sólo su carrera necesita ese giro.
Con guión original del mismo director (y otros) de esta película, llega esta historia que, si bien pudiera resultar un poco surrealista, no lo es tanto como sí la plasmación cinematográfica que se intenta hacer de ella, pecando quizás de excesiva teatralidad y dramatismo, que tornan lo que podría haber sido un excepcional trabajo en algo reiterativo, aburrido y hasta agotador.
El responsable de ello es Alejandro González Iñárritu (21 gramos, Biutiful, Babel), quien si bien hasta ahora nos sorprendía gratamente con historias que trascendían la mera apariencia reflejadas con un realismo naturalista, en esta ocasión cae en el exceso y sobrepasa los límites de la realidad, en aras de representar la atormentada mente de su protagonista. Sin duda, no debe haber sido un trabajo fácil, pero se pierde en él...
Uno de los aspectos a destacar en el film es su fotografía, obra de Emmanuel Lubezki (Quemar después de leer, Hijos de los hombres...), quien realiza un gran trabajo con las sombras (y las pocas luces), que contribuyen a crear esa atmósfera oscura que rodea al “alma” del protagonista.
Respecto al elenco, sorprende en algunos casos por sacar registros de algunos de sus actores que hasta ahora no habíamos visto. Es el caso, por ejemplo, de Emma Stone (Criadas y señoras; Crazy, Stupid, Love), quien se sale de esa imagen de chica bien educada para ser una adolescente crecida sin interés alguno por la vida; o Zach Galifianakis (Resacón en Las Vegas, Salidos de cuentas), que sale del registro cómico-absurdo que hasta ahora le ha dado un nombre.
Pero el peso del film lo lleva Michael Keaton (Batman; Mis dobles, mi mujer y yo...), a quien el papel le va bien teniendo en cuenta su carrera (quasi podría decirse que lo eligieran por poder considerarse que fuera un film autobiográfico), pero que no le saca al personaje el jugo expresivo que debería en buena parte de sus situaciones.
Junto a ellos, otros nombres como los de Naomi Watts (Mulholland Dr., Promesas del este), en su línea insulsa habitual, o Edward Norton (El club de la lucha, Moonrise Kingdom), en un papel que ya ha quedado claro en varias ocasiones que interpreta muy bien, pero que no es por lo que cabría destacarle.
La banda sonora es, a mi parecer, quizás lo más desafortunado del film. Agobiante, reiterativa, y en ocasiones hasta molesta, es la “partitura” que el percusionista Antonio Sánchez desempeña por encargo de González Iñárritu, en aras de reflejar ese tormento mental del protagonista del film.
Una película que hay que ver para poder criticar, pero a la que (sinceramente) se le ha dado una excesiva publicidad, “bombo y platillo” para lo que resulta posteriormente ser. En la humilde opinión de una servidora, haciendo un gran esfuerzo para desentrañar su esencia, bastante aceptable; en conjunto, una decepción.
Sobre este blog
El cine ha sido siempre una de mis pasiones, y como Historiadora del Arte lo
considero la suma y resultado de todas las artes conocidas. Actualmente escribo un
blog de crítica y artículos sobre el tema en algunos diarios digitales, con el objetivo
de acercar el cine en todas sus manifestaciones al público. Espero que disfrute