La Gomera Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
La declaración de Aldama: “el nexo” del caso Ábalos apunta más arriba aún sin pruebas
De despacho a habitaciones por 1.100 euros: los ‘coliving’ se escapan de la regulación
Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

“Eva”: la esencia de la niñez

Así como los instrumentos buscaban en su época acercar su sonido lo más posible al de la voz humana (imitarla), la ciencia persigue hoy lo mismo pero con el ser humano en sí: “recrear” su cuerpo, su capacidad de razonamiento y pensamiento, y todo aquello que lo hace ser lo que es.

Sinopsis: En un futuro en el que máquinas y humanos conviven en casi perfecta simbiosis, Álex, un reputado ingeniero cibernético, regresa a la Facultad de Robótica para poner el broche final a uno de sus proyectos más ambiciosos: un niño robot. Su labor: configurar su núcleo para que sea conductualmente un niño.

Dirigida por Kike Maíllo en el que ha sido su primer largometraje como director, y en base al guión original escrito por Cristina Clemente, Martí Roca y Aintza Serra (también para los tres su primer guión de largometraje), llegaba hace unos años esta película española de ciencia ficción, de la que cabe decir que es una apuesta interesante del nuevo cine nacional, y realizada con muy buen resultado.

Aunque la historia y lo que trasciende tras ella sean el principal atractivo de la película, el aspecto visual juega un papel importante, tanto en lo que a iluminación y fotografía se refiere, como a los efectos especiales e infografía. En un primer momento podría resultar algo “ornamentado”, pero podríamos considerarlo justificado dado el ambiente general de la película y la abstracción de los conceptos que se manejan.

Con respecto al elenco, cada uno de los actores elegidos interpreta a la perfección su papel. Daniel Brühl (Rush, Goodbye Lenin...), en su línea, no decepciona, con una interpretación natural y muy creíble. Marta Etura (Mientras duermes, Lo imposible) y Alberto Amman (Lope de Vega, Celda 211) , no sorprenden, pero su identificación con sus personajes es bastante acertada. En el caso de Lluís Homar (Los ojos de Julia, No tengas miedo), si bien tiene un breve papel, dada la complejidad expresiva del mismo, hemos de reconocerle una más que aceptable interpretación. Y, por último, Claudia Vega (Zipi y Zape y el club de la canica) defiende el personaje de Eva como una profesional, más aún teniendo en cuenta que se trata de su primer largometraje.

En el apartado musical, del trabajo de Evgueni y Sacha Galperine (Los infieles, Malavita) destacaría su sincronización emocional con la imagen, ya sea en los momentos más abstractos como en los más humanos, dando como resultado una banda sonora más que correcta.

Una producción española diferente, una apuesta interesante por la ciencia-ficción como no se había nadie arriesgado a hacerlo en nuestro país. Una película con interés visual, con intérpretes verosímiles y con una reflexión que quizás no esté en un futuro tan lejano como podríamos pensar...

Así como los instrumentos buscaban en su época acercar su sonido lo más posible al de la voz humana (imitarla), la ciencia persigue hoy lo mismo pero con el ser humano en sí: “recrear” su cuerpo, su capacidad de razonamiento y pensamiento, y todo aquello que lo hace ser lo que es.

Sinopsis: En un futuro en el que máquinas y humanos conviven en casi perfecta simbiosis, Álex, un reputado ingeniero cibernético, regresa a la Facultad de Robótica para poner el broche final a uno de sus proyectos más ambiciosos: un niño robot. Su labor: configurar su núcleo para que sea conductualmente un niño.