Nos pasamos nuestra existencia soñando despiertos en vez de vivirla; y no es sino ante determinadas circunstancias que reaccionamos y despertamos de verdad. Es entonces cuando la aventura de vivir comienza...
Sinopsis: Walter ha tenido grandes y sorprendentes experiencias románticas, heroicas, emocionantes... en su imaginación. Pero ante el inminente fin de su trabajo en la edición impresa de la revista “Life” se ve repentinamente envuelto en un viaje de búsqueda que nunca olvidará...
Basada en el relato de James Thurber, ésta es la segunda adaptación que se hace de dicha historia (la primera se realizó en 1947). Sin embargo, si bien aquélla es más literal a la historia, la brillantez de esta versión radica en su adaptación al mundo actual, a sus temores y riesgos. Dicha tarea ha corrido de la mano del guionista Steve Conrad (En busca de la felicidad, El hombre del tiempo), dando como resultado una historia increíble que no deja indiferente.
El encargado de llevarla a cabo ha sido el mismísimo Ben Stiller (Un loco a domicilio, Zoolander, Tropic Thunder... por citar algunos de sus trabajos como director), consiguiendo una película diferente, dinámica y profunda, con un montaje exquisito. A ello contribuye en gran medida la belleza visual de sus imágenes, cuyo responsable es el director de fotografía Stuart Dryburgh (El piano, El velo pintado, El diario de Bridget Jones), especialmente por la elección de determinados puntos de vista y encuadres que magnifican las escenas.
Respecto al elenco, si bien es sencillo, es más que idóneo. Su protagonista es, por supuesto, Ben Stiller (El efecto cero, Zoolander...), quien se sale de sus papeles cómicos habituales para dar vida a un hombre “real”, con cierta intensidad interpretativa a la que no estamos acostumbrados en él. Junto a él, Kristen Wiig (Paul, Casi perfecta), en su línea de dulzura habitual; actores y personajes desconocidos sin los cuales la película no sería lo que es, y personajes puntuales como los de Shirley McLaine (El apartamento, Irma la dulce, El Día de San Valentín...), Kathryn Hahn (Revolutionary Road, Sácame del paraíso), Adam Scott (A.C.O.D., El aviador), o un brevísimo pero gran Sean Penn (Mistyc River, 21 Grams...).
Musicalmente tampoco decepciona, con una interesante y ecléctica compilación de temas que, junto con la música incidental creada para el film, dan a la trama el dinamismo y emotividad que en cada momento precisa; trabajo de Theodore Shapiro (Tropic Thunder, Hope Springs, Un gran año).
Una producción hermosa, trepidante, emotiva, cuyo efecto se queda dentro de uno sin saber exactamente por qué. Una película que no se olvida, y aún así se quiere volver a ver.
Sobre este blog
El cine ha sido siempre una de mis pasiones, y como Historiadora del Arte lo
considero la suma y resultado de todas las artes conocidas. Actualmente escribo un
blog de crítica y artículos sobre el tema en algunos diarios digitales, con el objetivo
de acercar el cine en todas sus manifestaciones al público. Espero que disfrute