El Cabildo firmará mañana un acuerdo de colaboración con la isla germana de Juist, conocida por sus habitantes como “Töwerland”, que traducido significa “país de las maravillas”. Con 17 kilómetros y 1.800 habiatntes, es una de las mayores de las islas frisias y la separan de tierra firme apenas 7 kilómetros en pleno mar del Norte. El efecto de la bajamar y la pleamar hace que sus visitantes puedan caminar por sus fondos, aunque también existe un cierto peligro cuando la marea sube. Son precisamente sus marismas y este prodigio de la naturaleza lo que la ha llevado a ser distinguida como Patrimonio Natural de la Humanidad en 2009.
En Juist no se permiten los coches, es más, sólo existen los vehículos de emergencia. A pie, bicicleta o bien, con la marea alta, el barco. Así son sus comunicaciones. Sus grandes bancos de arena, en bajamar, son un reclamo para sus visitantes, convirtiéndose en grandes playas donde las familias disfrutar del sol del norte.
Juist y sus habitantes tienen un objetivo: convertirse en el primer destino turístico que no genere impacto ambiental de todo el planeta. Con esta meta, la isla se ha constituido en embajadora de la sostenibilidad.